La noticia es escueta:
Científicos adelantan el «Reloj del Apocalipsis»: quedan solo 100 segundos para el fin del mundo, lo más cerca que ha estado nunca. El Boletín de Científicos Atómicos, expertos de primer nivel con 13 premios Nobel en sus filas, creó este reloj para medir el riesgo que enfrenta la humanidad de exterminarse a sí misma. Muestra el tiempo que nos quedaría hasta la medianoche, el fin de nuestro día, el fin del mundo. Enfrentamos dos peligros existenciales simultáneos: la guerra nuclear y el cambio climático, agravados por un multiplicador de amenazas, una guerra de información cibernética que socava la capacidad de respuesta de la sociedad.
¿Lo tomamos en serio? Este extraño reloj no deja de tener detractores. Gente que por diversas razones no le cree. Unos dicen que es una idea excéntrica de ancianos expertos con mucho conocimiento de los peligros de las armas atómicas. Sin embargo, una encuesta reciente de la Cruz Roja Internacional señala que el 54% de los millennials cree que se usarán armas atómicas en esta década y la mitad teme que a lo largo de su vida habrá un conflicto de escala global, una Tercera Guerra Mundial.El Boletín de Científicos Atómicos, expertos de primer nivel con 13 premios Nobel en sus filas, creó este reloj para medir el riesgo que enfrenta la humanidad de exterminarse a sí misma
Del calentamiento global ya casi nada se puede agregar. El problema ha escalado altos niveles de visibilidad, aunque poco o casi nada efectivo se hace. El fracaso reciente de la COP25 es decorazonador y abismante. Se hace muy difícil entender la incoherencia entre un supuesto alto nivel de percepción y sensibilidad al tema y la nula capacidad práctica global de tomar medidas reales y eficaces para controlarlo.
En casa estamos enfrascados en resolver nuestro estallido social y hacer bien la pega que tenemos por delante: elaborar una nueva Constitución, tarea enorme a la que destinaremos con justa razón nuestros mayores esfuerzos. Poco tiempo parece quedarnos para echarle una ojeada a este enigmático reloj. Alguna relación debe haber entre ambas cosas y puede que no sea menor. Todo depende del horizonte en que pongamos la vista cuando nos sentemos a trabajar. O sea, ahora.
Para instalar nuestras inquietudes en el mapa gigante de la crisis global que nos amenaza como humanidad hay muchas formas de hacerlo. No hay recetas válidas, por dos razones. Primero, nuestra tarea es inédita. Chile está en revolución. La política, la economía, la sociología, las comunicaciones, la física y la química social que rigen nuestros espacios sufren cambios tectónicos. En este nuevo terreno empezamos a caminar ya a plena conciencia, levantando una cartografía provisoria. Segundo, la crisis global es de extrema complejidad y hay mil formas de entenderla y abordarla.
Nuestro país es fértil en diversidad política e ideológica. Tenemos distintas miradas y formas de enfrentar las cosas. Y como el estallido social no ha sido menor, esta diversidad será un cristal rico en facetas donde cada ángulo, cada matiz será decisivo en el futuro y tendrá amplias repercusiones.
Sin duda todos los ángulos y todas las miradas reflejarán en algún punto, en mayor o menor medida, el famoso tema mencionado, el enigma del “reloj”. ¿Tenemos en realidad algo que ver nosotros en su secreta relojería? ¿Podemos hacer algo? ¿Cómo una noticia de este calado puede aparecer entre miles de otras sin mayor relevancia? ¿Cómo podemos escucharla, verla, leerla, levantar un poco el hombro y seguir de largo sin mayor preocupación? Sin duda se ha alojado en algún remoto pliegue del inconsciente, pero tranquila; al parecer, neutralizada. ¿Amordazada por alguna extraña fuerza de protección? ¿A quiénes protegerían estos sellos? ¿A nosotros? ¿A otros? ¿A nadie? ¿A todos?
La pregunta queda abierta pero el tema del horizonte me inquieta. Mirar a Chile hoy tiene algo de fácil: está tendido a lo largo de 4.800 km en una angosta franja de tierra entre cordillera y mar. Pero tiene también algo de muy difícil: dar con el punto neurálgico de los que somos y de lo que queremos ser en un mundo en que todo cambia a velocidades vertiginosas.
Aclaración del autor:
Este artículo requiere una aclaración. Nace de una cita del diario El País sobre un avance del “Reloj del Apocalipsis”, el mayor acercamiento a su hora final y fatal desde que fue creado en 1947 por un grupo de científicos y Premios Nobel. El soporte del argumento mayor es la encuesta de la Cruz Roja Internacional a 16.288 jóvenes, de entre 20 y 35 años, en 16 países, entre julio y octubre de 2019. Esta sostendría la tesis de una alta preocupación de los millennials por dos temas claves, de los llamados “riesgos existenciales”: la guerra nuclear y el calentamiento global. Sin embargo, si uno se dirige a la encuesta misma observa que a la pregunta de “¿cuales son a su juicio los problemas principales que afectan a la población en el mundo de hoy?”, la guerra está en el lugar 5 de 12, el calentamiento global en el 8 y las armas nucleares en ultimo lugar. Los principales problemas declarados son la corrupción, el desempleo, la pobreza creciente y el terrorismo. Después son también citados la mala atención en salud, la debilidad económica, los desastres naturales, el débil acceso a la educación y la migración creciente. Parece pertinente entonces preguntar: ¿el fondo del asunto que trae esta noticia es informar o desinformar? Creo que una lectura atenta y completa lleva a pensar mas bien que los temas más sensibles para los jóvenes son políticos, económicos y sociales y que los globales tal vez puedan estar siendo utilizados para esconder esa cruda percepción de la realidad.
Comentarios
28 de enero
Este artículo requiere una aclaración. Nace de una cita del diario El País sobre un avance del “Reloj del Apocalipsis”, el mayor acercamiento a su hora final y fatal desde que fue creado en 1947 por un grupo de científicos y Premios Nobel. El soporte del argumento mayor es la encuesta de la Cruz Roja Internacional a 16.288 jóvenes, de entre 20 y 35 años, en 16 países, entre julio y octubre de 2019. Esta sostendría la tesis de una alta preocupación de los millennials por dos temas claves, de los llamados “riesgos existenciales”: la guerra nuclear y el calentamiento global. Sin embargo, si uno se dirige a la encuesta misma observa que a la pregunta de “¿cuales son a su juicio los problemas principales que afectan a la población en el mundo de hoy?”, la guerra está en el lugar 5 de 12, el calentamiento global en el 8 y las armas nucleares en ultimo lugar. Los principales problemas declarados son la corrupción, el desempleo, la pobreza creciente y el terrorismo. Después son también citados la mala atención en salud, la debilidad económica, los desastres naturales, el débil acceso a la educación y la migración creciente. Parece pertinente entonces preguntar: ¿el fondo del asunto que trae esta noticia es informar o desinformar? Creo que una lectura atenta y completa lleva a pensar mas bien que los temas más sensibles para los jóvenes son políticos, económicos y sociales y que los globales tal vez puedan estar siendo utilizados para esconder esa cruda percepción de la realidad.
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