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El país flaite

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“El Festival ha sido tomado por los flaites”, fue la queja que lanzó Alberto Plaza por redes sociales luego de la presentación de la humorista “Chiqui” Aguayo durante el pasado certamen viñamarino, esto a raíz del tono y lenguaje empleados durante su rutina. A pesar de haber marcado un alto rating de audiencia y ganar dos gaviotas, la performance de la ex integrante del Club de la Comedia generó desagrado en algunas personas, acumulando cerca de 80 denuncias en el CNTV (la gran mayoría presentadas por hombres), acusando ordinariez y vulgaridad. Rodrigo Villegas, su colega que se presentó tres días después, recibió también los dos trofeos por parte del público, pero ningún reclamo hubo por pasajes como “un día estaba en el sillón de mi casa viendo tele, haciendo algo que hacemos todos los hombres cuando vemos tele, que es rascarse las bolas”, o “nos fuimos a un motel (…) ella me empezó a hacer cariño en los coquitos”. Frases que, de aplicarse el mismo criterio, deberían haber motivado la misma molestia, o al menos algún comentario. Pero nada. Qué decir si fuese una mujer la que hubiese hecho alusión a sus genitales en los mismos términos “coloquiales” usados por el humorista hombre.


La definición del artista nacional radicado en EE.UU. me quedó dando vueltas y pude visualizar nítidamente, a través de su descripción, al tipo de personas que, más allá del concepto clasista de lo que se considera ser flaite.

“No todos los chilenos son como “Chiqui” Aguayo”, espetó el periodista Felipe Bianchi luego del show de la humorista. “No todos son ordinarios, no todos hablan así, no todos son morenos”, remató. (¿Ser moreno o morena, como Aguayo, es sinónimo de ordinariez? ¿Habrá sido acaso ese hecho un plus negativo para ella a la hora de las críticas que se le hicieron?) “El humor no está para reírse del tamaño del pene”, teorizó por su parte Rafael Gumucio, Director del Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP, en un diario de circulación nacional. Fabrizio Copano, en un momento de su rutina, habló de lo mismo, del tamaño del pene, y no leí ninguna crítica de Gumucio -ni de nadie- al respecto.

La vulgaridad, en consecuencia, parece depender no del calibre que pueda tener en sí la misma, sino del género de donde provenga. Porque la vara de medición es machista, tal como señaló en una entrevista el investigador del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Felipe Cussen. Y claro, en el contexto cultural de una sociedad como la nuestra, desde su enfoque tradicionalista y conservador, la vulgaridad masculina es mucho más aceptada que la femenina, porque ha sido permitida como algo “natural” dentro de la repartición de roles y, en consecuencia, estamos más acostumbrados a ella que a la que pueda provenir de una fémina.

La periodista Pamela Jiles, durante la emisión de un matinal de TV en el que se debatía sobre esta polémica, le preguntó en un contacto en directo al cantautor chileno por sus dichos y qué entendía él por ser flaite. Plaza le respondió: “Los flaites para mí son gente que no respeta los códigos de comportamiento social para dar supervivencia a una sociedad. Gente que actúa sin ética. La ética son códigos sociales que la gente determina como correctos para vivir en sociedad”. La definición del artista nacional radicado en EE.UU. me quedó dando vueltas y pude visualizar nítidamente, a través de su descripción, al tipo de personas que, más allá del concepto clasista de lo que se considera ser flaite (corte de pelo, forma de hablar y de vestir, ciertos gustos musicales) han venido pasando a llevar de manera sistemática y permanente a través de sus conductas a muchos otros, rompiendo códigos de respeto y de decencia que impactan de manera profunda las relaciones de confianza en la sociedad. Gente que, habiendo tenido el privilegio de educarse en buenos colegios, donde se supone recibieron una instrucción con principios valóricos, de haberse criado en familias “de bien” y crecido en barrios ABC1, han terminado actuando sin ningún reparo ético para beneficiarse a través de diversas formas de estafas masivas en perjuicio de millones de ciudadanos. Colusiones en la industria de los pollos, de las farmacias, del papel higiénico, con una devolución que es ínfima, miserable, en relación al robo perpetrado; el despojo legal de las AFP, viga maestra del modelo -podrida, agusanada- que obliga a las personas a entregar el dinero que ganan con su trabajo para recibir luego pensiones de hambre; sueldos bajos generalizados para impulsar al consumo a través del crédito, con tasas de interés usureras; etc. Todo configurando una perfecta trama, urdida con el mismo propósito: la acumulación de riqueza en unos pocos bolsillos a través de la desposesión y el empobrecimiento de la gente. La gran brecha social en Chile es el reflejo de esta realidad. El rechazo ideológico de ciertos sectores a la igualdad es el pretexto para justificar nuestra tremenda desigualdad.

Y es aquí, entonces, donde uno puede ver asomarse en todo su inmundo esplendor a la verdadera y mayor flaitería, la vulgaridad máxima, que no es sino la grosera e insaciable codicia de quienes, jamás satisfechos aunque lo tengan todo, recurren delictualmente al manotazo arrebatador para seguir engordando. Con la ordinariez de aquel que en un asado se apresura en sacar el trozo de carne más grande, dejando al resto con menos. A lo vío, a lo winner. Con otros modales, con distintos ademanes, con otra forma de hablar, vestir y de cortarse el pelo, pero mucho más cuma. El choreo de guante blanco mediante el cual le roban a la gente por todos lados: una orillita por acá, un recorte por allá, y vamos sumando millones. Porque la acumulación, el acaparamiento, el enriquecerse a costa del empobrecimiento de otros, es muy punga.

Y fue así como le encontré razón a Plaza. Pero, más que un festival de la canción, lo que ha sido tomado, secuestrado, por este tipo de personas, es el país. Por aquellos que, sin respetar códigos sociales de comportamiento ético, atentan contra las relaciones que se dan al interior de ésta, tensionando el ambiente, lesionando de manera egoísta e irresponsable su supervivencia en base a su codicia compulsiva, voraz y depredadora. Ellos son los verdaderos flaites de Chile.

TAGS: #Corrupción #Cultura Etica

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31 de marzo

Ser flaite no tiene que ver con dinero o con clase social. Y no tiene que ver con cómo te vistas. Tiene que ver con no respetar. Él flaite hace lo que quiere porque quiere. Roba porque quiere, habla como quiere porque le importa un comino a quien se dirige y los efectos de lo que dice, y vive como le da la gana y nadie puede decirle nada. Eso es lo que dijo Plaza, esa es su definición de flaite. El flaite es incapaz de respetar. Y ayer la tipa mostró lo flaite que es: no dio ningún argumento, solo quiso imponer el que hace lo que quiere porque quiere, y más encima no dejo hablar a Plaza. Todo el rato lo interrumpió. Porque ella es chora. Es del pueblo.

Pero la tipa no entiende que vivimos en sociedad. Por lo que NO puedes hablar como te dé la gana, NO puedes vivir como te dé la gana, NO puedes hacer lo que te dé la gana. No puedes vivir en sociedad sin respetar. Sin respetarte a ti mismo y a los demás. Esa es la conducta ética de la que habla Plaza. No es que no te vistas de una manera o vivas en un lugar, es que NO puedes ser tan chabacano y luego llorar porque no te respetan tu forma de ser. Porque si eres vulgar así te trataran. Eso es lo que Plaza le quiso advertir a la tipa.

Los corruptos son iguales que la tipa seudo humorista. Son la misma raza, flaites. Y ambos merecen el mismo desprecio y rechazo.

01 de abril

Es el comentario preciso para la columna. Jaque mate en favor de Marcela. La felicito.

01 de abril

Así es Marcela, justamente lo que dices es lo que pienso y lo que digo en mi columna de opinión. Ser flaite no está determinado por la plata o la clase social, ni dónde vidas o cómo te vistas, sino por cómo te comportas en relación al resto, qué respeto eres capaz de tener o no tener para relacionarte en sociedad. Precisamente de eso se trata. Y, por lo mismo, en ese sentido los mayores y más grandes flaites de Chile son aquellos que, de manera grosera y ordinaria, se cagan sin asco ni pudor a millones de personas para tener más, para acumular a costa de la desposesión de otros.

Diva Benavides Cadiz

31 de marzo

DE VERDAD QUE ES MUY CHOCANTE VER UNA MUJER HABLANDO TANTAS GROCERIAS Y VULGARIDADES PERO EN GENERAL LOS HUMORISTAS CREEN QUE SUS VULGARIDADES LLEGAN A TODOS ESTAN MUY EQUIVOCADOS NO TODO EL PAIS LOS ACEPTAN. QUIZAS SOMOS MINORIAS PERO LA MASA POPULAR ES MUY VULGAR. NUESTRO PAIS ES MUY BAJO NIVEL CULTURAL Y SI NO ES SEXO NO ES CHISTE.

31 de marzo

Excelente columna estimado. Muy bien desarrolla. Tomas el elemento A. PLAZA y lo que dijo para hacer un paralelo con su misma definición. Basado en su propia definición llegamos a la conclusión lógica y práctica que más que la chiqui allí estaría la Presidenta, Piñera, Lagos, etc. En el fondo de la columna, al menos así lo entendí, no es tema la definición real de La palabra flauta o si chiqui dijo la palabra tulita o no. El punto es que los que hablan al estilo Alberto PLAZA finalmente se tienden red y lazo a sí mismos, se contradicen. Dan una definición, con ella tiran la piedra y dan muestras de beatitud pero son pillados actuando en lo que sancionan. Son cerditos en el lodazal que se creen especiales porque tienen un collar de oro que les regalaron pero son puercos igual. Tropa de califatos, nepotismo estultos y nimios.

04 de abril

Así es estimado, por ahí iba la idea. Saludos.

dgfdgdf

01 de abril

ósea, … es como otra forma de llamarle a la mafia política y económica, o a los que se auto proclaman representar al pueblo pero, que no saben de la usura que sufre el pueblo, porque nunca le dicen cómo la solucionarán, haciéndose parte del sistema que la protege…

Pensaba en las veces en que el hombre ha usado perros para cazar presas. Los perros las cazan, ellos se las quitan, las comen y reparten despojos a los perros… No estoy seguro de por qué asocio eso a políticos que aprueban proyectos del Presupuesto Nacional que favorecen a corporaciones que han financiado a los políticos.

Pero, en fin… Digamos que la mafia política y económica tiene un nuevo nombre. Uno que comparte con otra personificación de alguien en el estrato social… Pero, ¿y qué hay con eso?.

¿Los políticos van a decir, chuta, por fin me pillaron y por algo de decencia ética voy a renunciar, hara-kiri incluido en aras de algo de honor?

¿O le van declarar a la población «toda la verdad», tal como una intriga de telenovela que se extiende en el tiempo, para luego prometer que ahora sí que actuarán conforme al espíritu de la Ley en asuntos de justicia social e inteligencia colectiva y no en favor de quienes financian sus campañas ?

¿Se sentirán ellos siquiera aludidos? ¿Tendrán un bochorno o se ruborizarán?…

Es decir, ¿sirve colocarle otro nombre a la maphia?

Decirle casta de sanguijuelas, ¿de qué serviría?…

O llamarles «demócratas por la Constitución de 1980», ¿de qué?

Jose Luis Silva Larrain

03 de abril

Estoy absolutamente de acuerdo en que los flaites son transversales a los grupos socioeconomicos o cualquier otra clasificación clasista, racista,ideológica o religiosa. Por eso estoy de acuerdo con el comentario de Marcela. Por lo mismo creo que el autor al darle una connotación clasista a los dichos de Plaza demuestra una errada apreciación del tema. El humorista puede haber estudiado en colegio con numeros o en el de mas alcurnia social, pero si hace un show basado de la cintura para abajo es rasca igual. Cualquier cosa de la cintura para abajo hace estallar la quinta, es un recurso rasca y simpre fué asi. Nose en que colegio estudio Firulete y en el tiempo que él actuaba la gente tambien tenia poto, pero él le dió desencia a su presentación y honraba con altura al escenario que lo invita.

Saludos cordiales

03 de abril

No le dí una connotación clasista a los dichos de Plaza, sólo hice extensiva su definición acerca de los flaites para calificar la actitud de aquellos grupos de poder que actúan de manera delictual para acumular por desposesión de otros. Saludos.

04 de abril

Excelente y asertivo. Estoy 100% de acuerdo y creo que deberiamos crear una Lista Nacional de Flaites Nacionales (LDFN). Solo pondre algunos nombres al azar y los lectores y posibles contibuidores podrian darle un «rating» , algo asi como «A =groseramente», «B = hipocrita», «C = en camino a» , » D= redimido» y E= fallecido». Por ejemplo Piñera seria un A, Andrade seria un B, Eliodoro Matte = A, Luksic = A, Mamo=D, Podria crearse algo asi?

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