A dos años el balance es triste, Chile no ha avanzado, aun cuando ese sea el mensaje que intentan vendernos. La tragedia de Zamudio sensibiliza a muchas personas, pero son esas mismas personas quienes dicen no a la adopción y cuestionan el derecho al matrimonio igualitario.
La imagen de Daniel Zamudio es consignada como la de un héroe, cuando no lo fue. Mejor dicho, más que un héroe, fue una doble víctima. Por un lado, víctima de sus agresores que lo torturaron y le dieron muerte; y por otra parte, fue víctima del Estado –de la omisión del Estado- por no concretar a través de medidas afirmativas y/o preventivas los compromisos en materia de Derechos Humanos de no discriminación para preservar la diversidad y pluralidad entre las personas.
Hoy se desarrollarán múltiples homenajes en su nombre. Ellos son simbólicos, en lo humano, profundamente necesarios para alimentar la memoria de un pueblo que se levanta tras sus errores. Pero no es suficiente, el mero simbolismo no controla las acciones desenfrenadas de crímenes de odio de una sociedad. Así de claro, así de brutal.
Muestra del nulo avance y el mero simbolismo que ha tenido esta tragedia es que, hasta hoy, la condena a Chile, como violador de Derechos Humanos, no ha repercutido en la legislación interna chilena. En el caso Átala e hijas v/s Chile sólo se ha conseguido un descolorido reconocimiento por parte del Estado y compromisos, poco fundados, por parte de políticos y legisladores, en relación a políticas de respeto, promoción y defensa de los derechos humanos de la diversidad sexual.
El poder judicial continúa sin entender los conceptos de orientación sexual e identidad de género, los tribunales civiles continúan negando el derecho a la identidad al ser requeridos por un cambio de nombre para personas trans. Los tribunales laborales continúan negando demandas de tutelas en casos de discriminación por orientación sexual, de personas que sufren acoso laboral o son despedidas de sus trabajos por este motivo.
Los servicios públicos siguen sin ser capacitados en el respeto por las personas y su diversidad sin discriminación. El Estado continúa sin realizar acciones afirmativas en favor de la igualdad de derechos.
La muerte de Daniel Zamudio ha sido utilizada políticamente, a veces por grupos de la misma diversidad sexual y muchas veces por políticos oportunistas que salieron a la palestra indicando la necesidad de la Ley Antidiscriminación, la misma que durmió 10 años en sus escritorios.
Finalmente se unió esta tragedia a la dictación de la ley 20.609 o “Ley Zamudio”, sin embargo las falencias obvias de esta ley no hacen más que una triste utilización de su nombre y del dolor de una familia y un país golpeado por la intolerancia y la discriminación.
El tiempo sólo nos ha demostrado que, la mal llamada Ley Zamudio, no evitaría un nuevo ataque igual o peor que el sufrido por Daniel, no enseña el respeto a la diversidad, no logra que el Estado se haga cargo de su obligación constitucional de respetar los derechos humanos de todas y todos.
A dos años el balance es triste, Chile no ha avanzado, aún cuando ese sea el mensaje que intentan vendernos. La tragedia de Zamudio sensibiliza a muchas personas, pero son esas mismas personas quienes dicen no a la adopción y cuestionan el derecho al matrimonio igualitario.
A dos años debemos recordar que quienes golpearon y mataron a Daniel Zamudio no fueron sólo sus agresores, sino toda una sociedad que, irónicamente, ya había sido condenada antes de la tragedia.
El gran homenaje: la necesaria aprobación del conjunto de leyes para la igualdad de derechos y, sin duda, las modificaciones necesarias a la ley antidiscriminación. Sin ello, no puede existir el desarrollo integral de las personas, sin importar su orientación sexual e identidad de género o de cualquier otra índole.
Aquí radica el homenaje, no sólo de forma simbólica, sino que ética y moralmente, de una sociedad que aún no entiende la convivencia democrática en dónde no somos iguales, sino todas y todos distintos pero iguales en derechos.
Entendimiento mínimo, para un NUNCA MÁS.
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Foto: chilefotojp / Licencia CC
Comentarios
27 de marzo
Daniel Zamudio no fue victima del Estado. Fue victima de sus agresores, y victima de su propia familia, que ahora sale llorando hipocritamente. El Estado poco o nada puede hacer al respecto. Daniel no estaba esa noche en su casa porque no tenia casa adonde llegar. Si vemos el caso y el mismo juicio, esos imbeciles que lo mataron habrian matado a cualquiera esa noche, porque estaban en esa disposicion. Daniel solo se prestó como victima, porque no estaba en su casa, sino en un banco de una plaza, ebrio, a altas horas de la noche. Que ademas haya sido gay fue como la guinda del pastel para estos imbeciles que lo mataron. Pero ¿y si esa noche hubieran matado a una persona en silla de ruedas? O hubieran matado a una persona gorda o con lentes (porque esos imbeciles que mataron a Daniel estaban dispuestos a matar a cualquiera) ¿se haria homenaje a esa persona? ¿Solo es discriminacion cuando se trata de heteros v/s homosexuales?
El problema de las campañas antidiscriminacion es enfocarse en el por qué se discrimina. «No discrimines a los gays, no discrimines a los flacos, no discrimines a los gordos». Claro que asi es imposible que se tenga exito, porque se centran en mas bien no afectar la sensibilidad de esa persona que en considerarla exactamente como lo que es, una persona.
Los homosexuales mismos discriminan y han asesinado a sus parejas y las han maltratado. ¿Por que no hacerles un homenaje a esas personas, o acaso solo vale hacerles homenaje al homosexual asesinado por heteros?
En el caso de la jueza Atala, es increible que la atencion se ponga en la lesbiana y no en el padre. ¿Por que? Porque la lesbiana no estaba usando solo su lesbianismo contra el padre de sus hijas, sino usando su posicion privilegiada como jueza. ¿A que no se piensa en eso? No, si lo relevante es que Atala es lesbiana, no jueza. ¿Que no, que el problema es que ella era lesbiana? Y el padre es hombre, contra el cual se aplicaron todos los prejucios en la sentencia de primera instancia y de la Corte de Apelaciones. Siempre se olvida que en esos dos tribunales se aplico la tipica norma de ley chilena: atribución automática y supletoria del cuidado personal a la madre. Discriminacion, pero hacia el padre, que estaba mostrando ser realmente mas adecuado para tener la tuicion de las niñas. La Corte Interamericana tenia razon en que la Corte Suprema no debio mencionar el lesbianismo en la sentencia, aunque la misma Atala uso y abuso de su condicion sexual como argumento a su causa (porque no pudo presentar nada realmente relevante contra el padre), pero la Corte no tuvo mucha precaucion en pensar que estaba privilegiando los derechos de los adultos en desmedro de el de las niñas, que tenian en rigor preferencia, como bien decia la sentencia de la Corte Suprema.
Oh, pobrecita lesbiana victima de la heteronormativa chilena… Mas bien pobre hombre victima de una mujer que durante años le mintio sobre su sexualidad, que lo uso casi como una maquina de esperma y que mas encima lo menospreciaba. Hay que leer la misma declaracion de Atala ante la Corte Interamericana para darse cuenta que el padre tenia razon al decir que era una persona inadecuada: «Yo lo descalificaba y no lo valoraba, no había comunicación, él me humillaba, quería una mujer femenina y empezó a surgir el germen del lesbianismo». Que linda mujer, le hizo un infierno la vida a un hombre porque no queria asumir su orientacion sexual y mas encima le echa la culpa.
«Los tribunales laborales continúan negando demandas de tutelas en casos de discriminación por orientación sexual, de personas que sufren acoso laboral o son despedidas de sus trabajos por este motivo.» No es que no crea que alguien no pueda sufrir acoso por motivos de su orientacion sexual, pero no desconozcamos que no son poquitos los que usan ese argumento para enmascarar el hecho de que son unos inutiles vagos que solo cobran su sueldo sin hacer nada mas. Los tribunales laborales tienen que oir cada cosa, que es logico, incluso obvio, que no den la razon asi no mas a cualquiera que demande. Hay personas que acusan de acoso laboral porque sus jefes les dicen que no se metan a twitter en el trabajo.
Por eso las campañas antidiscriminacion no funcionan.
Lo que hacen las campañas antidiscriminacion es enfocarse en las «causas» de por qué alguien discrimina a otro. Ah, que se discrimina a los flacos, pues vamos impidiendolo. Que luego se discrimina a los gordos… jope, si no discriminas a un gordo terminas discriminando a un flaco. No, eso esta mal. Miremos el caso Zamudio: que Daniel Zamudio no debio morir jamas de la forma que lo hizo, simplemente porque ninguna persona debe morir de esa forma no importa, lo que importa es que era gay y enfoquemonos en eso. Que Atala haya sido una agresora verbal con su marido (reconocido por ella misma) no tiene importancia, lo importante es que es lesbiana y no toquemos a las lesbianas y sus derechos maternales, al diablo los derechos de ese hombre.
Las personas tienen que dejar de verse asi, las campañas antidiscriminacion no pueden centrarse en el motivo por el cual alguien discrimina ni las leyes deben interpretarse de forma de no andar hiriendo sensibilidades, porque eso es imposible. Y por eso la Ley antidiscriminacion es un papel mojado. Porque se centra en eso, en «no discriminemos a XX», y no en «no discriminemos». Punto. Que nadie tiene la menor razon de faltarle a otro el respeto, nunca.
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02 de abril
Estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario, aunque, probablemente, no tendrá mucha trascendencia práctica (en Suecia, Holanda, etc. hay muy pocos gays casados) .Creo, sí, que es imprescindible estudiar formas de evitar algunos abusos: conozco en Chile una persona de 60 años, de buena situación que espera casarse con su pareja de 28, de bajo nivel social . Todos sus conocidos saben que el joven explota al viejo, que lo mantiene, a él y a su familia . Y casos similares se dan mucho en España, también
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