A mí me da más intriga, no precisamente cuántos y/o quiénes tienen boletas relacionadas con empresas, sino el origen de este destape, los verdaderos motivos del por qué hoy es el momento para que vayan saliendo las manchas y la basura debajo de un alfombra que cumplió su función durante más de 40 años.
No menosprecio el proceso de transparencia que se dará en Chile, ni lo importante que es el “caiga quien caiga” y que no se detenga sea quien sea el personero político involucrado; sin embargo es clave para mí pensar el motivo de todo esto, de dónde nació el proceso de exhortación de la verdad, quién o quiénes decidieron para Chile que hoy es cuando se cumplió la función de esta institucionalizada forma de hacer política para nuestro país. Ahí está la clave para mí.Se hace necesario un cambio de las fichas en este juego político, y es efectivamente seguir produciendo transformaciones que apunten a la negación de la negación de este orden, reformas que sigan perforando la institucionalidad, democratizando y permeando de participación el poder político, sin marcha atrás. Aprovechar la crisis de la burguesía y sus representantes políticos para impulsar las transformaciones que están en deuda.
No es casualidad que los militantes UDI hayan caído, ni que una mera discusión o berrinche de millonarios determinó que hoy los chilenos sepan que es el partido más corrupto, cuantitativa y cualitativamente, de acuerdo a los aportes reservados, boletas falsas y relación con empresas para campañas políticas, todo eso no es suerte. Sin dejar de lado el reflote de nombres acusados y sospechosos que hoy son parte de la Nueva Mayoría.
La derecha no es cualquier cosa en nuestro país, su poder político arraigado a sus relaciones de poder fáctico que ya todos sabemos por nuestra propia historia, sus empresarios y sus políticos nacieron de la cuna genocida de la dictadura, ahí aprendieron política, se hicieron millonarios y generaron las redes necesarias para mantener gobernado el Estado sin siquiera tener el poder político de “su lado” o mejor dicho, administrado. Entonces ¿por qué les llegó la hora, ahora?
Por otro lado, los 24 años de gobiernos de consensos, de duopolio político en Chile también detonan factores, sus signos clínicos de letargia y depresión sistémica no es un diagnóstico avanzado de la izquierda, sino también de sus mismos precursores, la clase dominante también lo sabe y toma cartas en el asunto. Quizá la burguesía lo sabía desde hace rato, pero eso responde a la negación dialéctica de los mismos movimientos sociales y las fuerzas de izquierdas que se han levantado de un aislamiento institucional, los que han contribuido a la preocupación de esta clase social y que no puede quedarse intacto ante el avance de las transformaciones que se están impulsando desde la calle y desde la Moneda (transformaciones al fin y al cabo, la medición moral o el balance revolucionario, hasta enfermizo, lo hace cada cual bajo su análisis material).
Ahora bien, el sistema donde vivimos inmersos, el cual nos ha gobernado de manera universalizada (como diría Marx) por cerca de 200 años con agudizaciones y salvajismos crecientes tiene recetas claves para mantenerse y sobreponerse a sus enfermedades o precariedades del momento. Y lo hace en 3 ejes: a través de crisis, guerras, y sobre explotación de los recursos naturales o del medio ambiente en general. Y claramente lo que vemos hoy en nuestro país es una nueva crisis, no genuina, pero sí nueva.
Las crisis cumplen la función de limpiar lo que al sistema ya no le sirve, cuando vemos crisis económicas, ahora sin fronteras, vemos como el sistema se limpia y renueva sus formas de producción que están caducas. Así, esta crisis política viene a intervenir para limpiar del mapa neoliberal a los actores y fuerzas políticas que para él ya no son útiles. El poder fáctico en Chile sabe que la UDI es un partido caduco, sabe que la correlación de fuerzas políticas ya no está a su favor y sabe aún más que el sistema institucional ya no le brinda la estabilidad que antes sí le daba, insistiendo en el factor del nuevo Chile que se está construyendo y que ha pesado bastante en esta estrategia de la burguesía nacional y trasnacional. Pero esto no es obra de la mano divina, ni de un fe de erratas transversal del mundo empresarial, ni de la espontaneidad o de un procesos pre revolucionario.
Por eso es importante que la discusión se tuerza desde la génesis y sus factores, hacía el timón de cómo y para dónde apuntar esta crisis. Y no es menor esto, ya que la derecha sabe reconstituirse, tiene los medios de producción, tiene espaldarazos de las fuerzas militares y por sobre todo, tiene el sujeto comunicador, como diría Kant, o los medios de comunicación de masas y el orden discursivo como diría Foucault. Someter al país a un mero juicio o legislación sobre corrupción o una inocua rebeldía del adelanto eleccionario, no cambia el curso de esta estrategia neoliberal, sino por el contrario, podría cementar un renacimiento del poder político burgués; por tanto, se hace necesario un cambio de las fichas en este juego político, y es efectivamente seguir produciendo transformaciones que apunten a la negación de la negación de este orden, reformas que sigan perforando la institucionalidad, democratizando y permeando de participación el poder político, sin marcha atrás. Aprovechar la crisis de la burguesía y sus representantes políticos para impulsar las transformaciones que están en deuda. Así efectivamente la superestructura nos dará nuevas alamedas emancipadoras; insisto, hoy con más fuerza, hay que cumplir con las reformas.
Comentarios
25 de abril
Una ley no hará cambiar a estas personas, está en ADN, es parte de ellos. Recuerda lo que dicen los de derechos, «hecha la ley, hecha la trampa»
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