Cuando se es partidario de la democracia -aunque sea una a medias y en pañales, como la chilena- hay que aceptar sus reglas. Soy un ciudadano que se opuso, a finales del 2015 e inicios del 2016, a la ley de «Control Preventivo de Identidad». Decía y escribía en ese entonces que ese proyecto de ley era un atentado contra la libertad de caminar tranquilamente por la vía pública, que convertía al estado en un estado policial, que era una forma de buscar delincuentes «al azar», que no combatía las causas de la delincuencia y que, para variar, el ojo policial se ponía en el ciudadano de a pie, y nunca en la élite (política, económica, uniformada o eclesial) que comete delitos de cuello y corbata.
Pero perdí. La Ley se aprobó y fue celebrada por la mayoría de los chilenos. Así es la democracia.
¿Alguna mejora real en los niveles de delincuencia desde eso hasta ahora? Absolutamente ninguna. Nada, como era obvio de esperar.
Ahora este gobierno, en ausencia de “Proyectos País” de verdad, y ansioso de recolectar aplausos y apoyo de la galería, propone ampliar este control preventivo. Propone aplicarlo a menores de edad, y que, además, las fuerzas policiales puedan, si quieren, revisar tu ropa y tu mochila. Los mismos “criteriosos” carabineros que mataron a Catrillanca, a ellos, les daremos más facultades para hacer controles a la población. Es una pésima idea, por donde se mire. Empeora una mala ley.La galería ama los anuncios efectistas contra los síntomas de la delincuencia. ¿Medidas para combatir el origen de la delincuencia? No, gracias, no se moleste.
Pero volveré a perder. Estos proyectos le encantan a la galería. Y por supuesto salen con su frase para el bronce «el que nada hace, nada teme», lo que no hace más que reflejar el que no se entiende absolutamente nada de lo que está en juego con leyes como estas. La galería ama los anuncios efectistas contra los síntomas de la delincuencia. ¿Medidas para combatir el origen de la delincuencia? No, gracias, no se moleste.
Y suman y siguen las medidas contra el ciudadano de a pie. Ahí, según nuestra clase política gobernante, se encuentran la suma de todos los males, ahí –y sólo ahí- es donde hay que aplicar control policial y mano dura: en la gente común.
A propósito. Usted recordará al señor Raúl Schüler, el exitoso y millonario empresario chileno que robó más de 4.000 millones de pesos en estatuas, y que, mientras se realiza la investigación, lo enviaron a descansar a su casa con arresto domiciliario total. Bueno, esta semana la corte de Rancagua consideró que esa medida cautelar era muy injusta. Pobrecito él, detenido las 24 horas en su casa. Era un exceso. Desde ayer sólo tiene arresto domiciliario nocturno. El señor Schüler es un ciudadano que se merece transitar libremente durante el día por la vía pública, y hacer sus negocios y su vida normalmente. Y no, a Raúl Schüler ningún carabinero le hará un control preventivo de identidad ni le revisarán la ropa o la mochila.
Comentarios
17 de abril
Bueno, en mi caso soy parte de esa galería que señala, habemos muchos por aquí, por allí, somos gente que ha sufrido delitos, que la ha pasado mal, que mira con impotencia que la policía hace la pega, son buenos policias, profesionales, a pesar del caso Catrillanca y de toda la campaña en contra de los que los odian, pero luego ¿que?, palabrotas, amenazas, escupos y pa’ la casa, no hay justicia, no hay leyes para aplicar, no hay castigo, y asi nos vamos. El delito es una forma de vida, una cultura oscura, hay legiones de gente mala que se levantan a diario sólo para hacer daño, por ahi, por azar, por esas cosas del destino, un policia podría detener a alguno…por un rato. El ambiente me recuerda el caso de Noruega, un neonazi que mata a discresión a decenas de jóvenes inocentes, y luego ¿que? , no habían leyes, y ahí está, quejándose de la comida, del trato, exigiéndo sus derechos, triste ambiente, saturado por ese olor nauseabundo y ahogante de la impotencia.
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