Un filósofo decía que el ser humano es social por naturaleza y lo ha confirmado la antropología que concluyó que la vida en comunidad, basada en la solidaridad entre sus miembros, fueron claves para supremacía de nuestra especie. La comunidad era la escuela para los niños, el hospital para los enfermos, el retiro para los ancianos. Los jóvenes y adultos trabajaban para compartir, porque también fueron niños, también podrían enfermar y podrían llegar a viejos. No se puede romantizar la vida en las primitivas formaciones sociales, solo es necesario recordar que nuestra esencia es la vida en sociedad y la solidaridad.
En plena dictadura un grupo de hombres nos convenció de que el egoísmo y la competencia son la base del progreso. El ser humano en la búsqueda de su ambición personal genera un bien social. Como toda ideología, funciona bien en el papel, más en la realidad no encaja. Bajo el argumento del individualismo y de lo absurdo de los bienes colectivos, saquearon el estado, favoreciendo a una minoría, cuya ambición no era crear, sino acaparar sin medir consecuencias. Y por cierto y por supuesto, solo participaron de ese botín un reducido club de amigos.Chile despertó en las poblaciones. Las gráficas de los muros que marcaban los territorios de las barras bravas, ahora gritan dignidad. La letra de la música urbana ya no va sexualizada, ahora clama justicia.
En dictadura no había oposición, mucho menos prensa libre. Así que se auto alababan y se auto convencían de que había que deshacer cualquier remanente solidario. Prosiguieron extirpando al estado de sus roles clásicos en salud, educación, vivienda, agua y pensiones. El mercado se ocuparía mejor de esos asuntos, y como es tan eficiente también nos convirtieron en el único país del mundo donde el agua es propiedad privada. Chile en dictadura estaba aislado internacionalmente, más de la mitad del país vivía en pobreza, la cesantía llegó a superar el 20%, el PIB hasta disminuyó en un 14% y al efecto rebote de toda crisis la bautizaron el “milagro de económico de Chile”.
La centro izquierda tomó el poder y si bien le dieron a Chile sus años más prósperos, incorporando reformas tributarias, programas redistributivos y alianzas comerciales entre estados, nunca le devolvieron al estado de Chile las herramientas para cumplir con las obligaciones sociales. Las consecuencias fueron advertidas a tiempo, pero ningún político de todo el arco iris llevó adelante, con el sentido de urgencia evidente, las reformas necesarias. El pueblo que espere, estamos viendo asuntos de otro nivel, fue el mensaje permanente.
La mano invisible del mercado hizo que el acceso a la vivienda en Chile esté en la categoría de “severamente no alcanzable” (Estudio de CChC), es más fácil adquirir vivienda en USA, Reino Unido o Nueva Zelandia, indica el estudio. La clase obrera, se fue a la periferia, donde grandes extensiones urbanas se desarrollaron sin ninguna planificación de sociedad, y aún permanecen abandonadas por el estado. Los campamentos aumentaron el doble desde el 2011 (Cifra Minvu), vivir de allegados en una pieza con baño compartido es la “normalidad” de muchas familias. Hay falta de seguridad en esas zonas urbanas porque no hay equilibrio de fuerza policial (denunciado por asociación de municipalidades), la falta de infraestructura, la falta de áreas verdes (dato de Observatorio Ciudades UC), la injusticia en los presupuestos entre comunas ricas y pobres (AChM), hicieron que la vida en las poblaciones fuera insufrible.
El mercado ordena la calidad con precio, y en un país donde el 50% de la población gana menos del costo de vida (Dato Fundación Sol), la clase más oprimida recibe en mala calidad la educación, salud, jubilaciones, etc. Los defensores de la dictadura, que hasta octubre del 2020, tenían una oficina exclusiva en el congreso, defienden los negocios en las áreas sensibles de la vida del ser humano aludiendo a la libertad de elegir. No se sabe como un supuesto centro de pensamiento, llega a la conclusión de que alguien con capacidad de elegir, opte por vivir hacinado, opte por una lista de espera de ocho años, opte por una jubilación bajo la línea de la pobreza u opte por vivir marginado de toda la modernidad del Chile postal.
La lucha de clases, a diferencia de lo que predica la ignorancia, no es una ideología, es una constatación de la realidad de la historia de la humanidad. Siempre la clase oprimida se rebela. Fueron los esclavos, los colonizados, los obreros, las mujeres, etc. Si existe un grupo de personas excluidos y abusados, es seguro que habrá una revolución. En Chile nunca hubo tanta rabia e ira más justificados, como el 18 de octubre, cuando la juventud de la clase baja urbana, inicia la revuelta. La clase media y las clases rurales, acoplaron al instante, porque somos seres sociales solidarios y en diferentes medidas el sistema los oprime a todos. La constitución de la dictadura, defendida por la UDI, además de tener un pecado de origen, va en contra de la esencia humana y de la vida en sociedad, se debe cambiar como un acto de justicia y de paz para con quienes Chile ha abandonado y expulsado a la marginalidad. No obstante, ni glorioso y aplastante triunfo del Apruebo, ni una nueva constitución, parará la revolución. Habrá paz social cuando en las poblaciones vuelvan a sentirse parte de la sociedad chilena y liberen a los que están presos por luchar. La desesperación de esos jóvenes por llamar la atención, no puede ser castigada, no estaban pidiendo nada extraordinario. Solo justicia. La nueva constitución no puede ser una finta de cambio y se permanecerá en alerta, aunque se reconoce que es un pequeño paso para una meta más ambiciosa; dejar la ley de la selva y vivir en sociedad.
La clase baja urbana ha sido abandonada, ocultada y oprimida. La promesa de la recompensa al esfuerzo personal es falsa. Nunca llegó. No hay trabajador más esforzado que el obrero y la obrera. Ocupa su inteligencia y fuerza física para materializar el progreso del país. Trabajan largas jornadas con un día libre a la semana. Viajan largas horas a sus trabajos. Dejan a sus hijos solos o con terceros. Sacrifican vida familiar y calidad de descanso. ¿Qué han recibido a cambio? Discriminación y mala calidad de vida.
La minoría que se enriqueció saqueando el estado y lucrando con las necesidades fundamentales de los ciudadanos, ha evitado a toda costa cualquier intento de justicia para la fuerza laboral más sacrificada del país. A través del brazo político que la elite tiene en el congreso, han dicho defender ideales como «la libertad de elegir», «el mérito», «la recompensa al esfuerzo personal», pero en realidad, solo defienden intereses. Las Isapres, las AFP, las autopistas, la educación, el desorden en la planificación urbana y la irresponsabilidad con el medio ambiente, han sido lucrativos negocios para la minoría y el calvario para la mayoría.
Chile despertó en las poblaciones. Las gráficas de los muros que marcaban los territorios de las barras bravas, ahora gritan dignidad. La letra de la música urbana ya no va sexualizada, ahora clama justicia. La población se levantó unida como una ola que ha ido creciendo cada día que pasa, esa ola ya no parará más. Seguirán en la lucha cada viernes en plaza dignidad, hasta derribar las desigualdades y encontrar justicia para las víctimas del terrorismo de estado ejercido por el gobierno de Sebastián Piñera.
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