Me permito escribirles como una ciudadana que tiene la costumbre de leer el diario. Con lo acontecido con el medio escrito «hoy x hoy», que publicó un error ortográfico en un titular, el que fue festinado por la red social Twitter, (de la que soy asidua), me quedó dando vueltas la realidad del periodismo escrito en la actualidad.No les puedo pedir que el fondo de las informaciones sea veraz, importante y socialmente un aporte a la comunidad, pero sí creo que estoy en el derecho de solicitarles que la forma en que me presentan las noticias sea con todas sus letras: profesional.
Criticar la labor de los medios parece repetitivo, simple, obvio. Bien sabemos que los medios de nuestro país parecen estar desde antes de la dictadura en dos lugares, o aquí o allá. No hay términos medios. O se está en la izquierda o en la derecha. Las líneas editoriales son el gran muro que impide el ejercicio de la profesión despojado de subjetivismos y cumpliendo el ético y sacro rol de informar la verdad, no olvidando que la verdad es relativa y cada persona la ve desde su perspectiva.
El periodista es un trabajador que tiene que ajustarse a lo que el empleador le solicita. No entenderlo sería poco realista, pero ese pensamiento no me impide ver que el periodismo, además de estar cercado por poderes fácticos, está suicidándose con ciertas conductas que ya no son una excepción.
Hace unos 30 años atrás, cuando el diario local publicaba errores, se utilizaba la siempre graciosa fe de erratas culpando a los «duendes de la imprenta». Era una manera de asumir a medias la falta. El error se daba por superado y con eso bastaba. Hoy en día no hay ni corrección ni disculpas, ni lo más importante: un cambio de actitud. Porque para lectores permanentes como yo, que leemos cada página del medio escrito, las faltas ortográficas, los cortes insólitos, los cambios de nombre, edad, cantidades, lugares y situaciones dentro de la misma nota son tan habituales y tan burdos que muchas veces pienso que quien escribe ni siquiera es un periodista, porque de serlo, me parece que sería una persona falta de ética y respeto por el trabajo que realiza.
No les puedo pedir que el fondo de las informaciones sea veraz, importante y socialmente un aporte a la comunidad, pero sí creo que estoy en el derecho de solicitarles que la forma en que me presentan las noticias sea con todas sus letras: profesional.
Comentarios
19 de abril
Concuerdo plenamente con lo que usted ha expuesto en su artículo. No vislumbro que tenga solución. Tal vez es el signo de los tiempos.
Saludos.
+1
20 de abril
Gracias por leer Sr. Ivelic
Lamento que veamos esos signos de desgano, mediocridad y falta de energía en estos tiempos como algo que pareciera no tener ni importancia ni solución.
Saludos.
20 de abril
Estimada Viviana, no sé si Usted es periodista o no. Yo sí y ejerzo la Presidencia del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas. Mucho podemos hablar de la ética y la veracidad. Este link le permite conocer el Código de Ética Periodística: http://www.colegiodeperiodistas.cl/p/etica-periodistica.html .
Así que le dejaré un comentario sobre la forma. La banalidad cultural que caracteriza nuestra sociedad chilena también se contagia en quienes debieran «in-formar» con sus titulares y artículos. Las nuevas generaciones de colegas entran con desventajas profesionales serias al «mercado» de la información. La materia Ética Periodística está menospreciada en las mallas académicas de las Escuelas de Periodismo. Importa más formar periodistas corporativos. Antes les llamábamos simplemente «relacionadores públicos». En la Asamblea Nacional celebrada en Valparaíso hace tres años, intervine señalando que después de resolver los temas urgentes, a saber, garantizar constitucionalmente el Derecho a la Información y recuperar las prerrogativas de la Orden profesional como corporación de derecho público, deberíamos abocarnos al análisis auto-crítico de la ética. He cambiado de opinión. Creo tendremos que abordar el tema deontológico simultáneamente con los otros dos.
+1
20 de abril
Don Giacomo,
Le agradezco que leyera mi columna, antes de escribirla visité la página de la orden a fin de buscar el tema de la auto-crítica ante el hecho recurrente de los errores de «forma» en los medios escritos, asumo que no busqué con suficiente ahínco porque no encontré algo sobre el tema.
La falta de interés de los medios escritos regionales y comunales por entregar una edición pulcra me produce un desencanto propio de las personas que disfrutamos el acto de leer. No sé si es un problema de las escuelas de periodismo que no ponen énfasis en el dominio del lenguaje o si es simplemente una cuestión de conciencia personal.
En mi opinión, no puede ser que una persona que entregó cinco o más años de su vida al estudio de una carrera, no trate de ejercerla con excelencia. Más triste me parece que los periodistas que están a cargo de un medio, tampoco parezcan preocupados por entregar un trabajo profesional.
Y no, no soy periodista.
Saludos.