Las grandes desgracias nacionales, los cataclismos y catástrofes que nos azotan con cierta asiduidad no debieran ser objeto de aprovechamiento político. Son acontecimientos que nos afectan a todos, por los cuales mucha gente perdió su propia vida, la de sus seres queridos o sus propiedades. Son hechos que merecen una generosa solidaridad, comprensión y consuelo. Sobre todo, ayuda efectiva y pronta. En ningún caso sorna, ironía, soberbia o prepotencia.
El señor Ministro del Interior hace unos días desperdició la oportunidad de dar un discurso unitario con motivo de una reestructuración de su Ministerio. En vez de explicar los alcances de la reforma, (ab)usó de la ocasión para referirse a una supuesta ineficiencia del gobierno de entonces ante el terremoto F27. Lo refrendó luego el Presidente con una frase igualmente inoportuna y desafortunada. Habló de las vírgenes inocentes (Mateo 25:1), una parábola cuya relación con la catástrofe sólo él logró comprender.
Lo ocurrido el 27 F a las 3:34 de la mañana no es un problema de vírgenes inocentes y poco previsoras. Es un problema de país. Efectivamente, no estábamos preparados. Nuestros sistemas de reacción ante emergencias dista mucho de ser óptima y deja mucho que desear. Debemos trabajar para disponer de respuestas más rápidas, diagnósticos más certeros, alertas más tempranas, medios y personal mejor preparado para enfrentar un futuro terremoto. De acuerdo, es una deuda de la Concertación el no haberlo hecho, y de todos los gobiernos anteriores. Ninguno de ellos se destaca en este plano. Siempre se ha hecho poco, demasiado tarde y de manera inconstante en materia de seguridad. Parece que está en nuestro ADN ser poco previsores. Hay mucha tela que cortar y le deseo a este gobierno que tenga pleno éxito en su empeño actual porque irá en beneficio de todos.
De ahí a aprovecharse de manera miserable de la desgracia para ponerle un sello de irresponsabilidad criminal al gobierno en ejercicio el F27 hay una enorme distancia.
Terminó el señor Ministro su discurso dando por superados todos los problemas gracias a la eficacia del nuevo gobierno. Algo que no está en absoluto probado y que, considerando la ineficiencia y descoordinación que toda la ciudadanía aprecia en el manejo diario de sus problemas, resulta altamente improbable.
Dan deseos de invitar a todos a desplegar un esfuerzo mancomunado por mejorar nuestra capacidad de generar respuestas adecuadas en caso de una catástrofe. Es éste un problema que no conoce de ubicación geográfica, condición social ni menos, de color político. Cualquiera de nosotros puede ser víctima de una desgracia como un terremoto, un tsunami, una inundación un incendio.
Cualquiera de nosotros merece estar amparado por un sistema idóneo y moderno de manejo de crisis, de comunicación, de ayuda, rescate, albergue y asistencia médica.
Enfrentemos entre todos este desafío y tengamos un poco de humildad. La soberbia, en esto como en casi todo lo demás es una mala consejera.
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Comentarios
19 de marzo
De acuerdo. Además creo que hay que agregar que es un ERROR politizar ONEMI cuya labor debe mostrarse independiente del gobierno de turno. Los gobiernos de turno deben asegurar que errores cometidos en el pasado no vuelvan a ocurrir en el futuro. Y ONEMI ha cometido muchos errores, incluso antes del 27F. Yo insisto en que mejorar los protocolos de acción ante emergencias es insuficiente para asegurar una buena reacción de ONEMI; se requiere un cambio mayor en cómo funciona la institución, y de una vez por todas incluir a personal con mayor conocimiento de los fenómenos naturales a los que estamos expuestos los chilenos.
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24 de marzo
Gracias por tu comentario, estoy plenamente de acuerdo con lo que dices.
Un gran saludo,
Pedro