Quiero una marcha por la vida

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Comencé citando al movimiento estudiantil, viéndolos como un ejemplo a seguir en cuanto a convocatoria y organización. Tal como los miles de estudiantes logran tener actos culturales, bandas chilenas en los cierres, yo quiero otra marcha por la vida con un petitorio estudiado, compartido, igualitario, solidario y con la mayor cantidad de pacientes que perdieron la paciencia al convertirse en clientes.

El movimiento estudiantil nos ha sorprendido a todos. Me incluyo no sólo como ciudadana, sino como docente, estudiante y apoderada.  No hablaré de sus demandas, ni de los agentes que la lideran, porque columnas y reportajes bien confeccionados sobre eso leemos a diario. Sin embargo, comienzo nombrándolo por una razón: convocatoria y organización.

Hace unas semanas, un periodista digno de mi admiración como profesional y persona, tal como ha señalado, “se le ocurrió” de manera espontánea en un programa de televisión, convocar a una marcha a la que llamó “de los enfermos”, invitación que con los días comenzó a mudar de nombre hasta que llegó a denominarse “los enfermos también marchan”.  Debo reconocer que día a día seguí los pasos de Ricarte Soto, pues estaba concretando, gracias a la tribuna que tiene, un sueño  que desde hace mucho tiempo y por muchos pacientes, se estaba gestando.

Como buena busquilla, me esmeré en estudiar aún más la Ley GES e informarme de excelentes columnistas especialistas en temas de salud, como el señor Matías Goyenechea, con el fin de lograr entregar en la culminación de esta marcha, una propuesta concreta al Gobierno actual.

Lamentablemente, en nuestro país prima demasiado el “divismo”.  En el programa del que el señor Ricarte Soto es panelista no me permitieron comunicarme con él.  A su vez, traté de entregar mis estudios, paupérrimos comparado con el gran espectro que debemos abarcar, a otros “actores” de esta marcha, quiénes tampoco respondieron mis tweet, ni mails.

Asistí de todas formas, y llevé a toda mi familia, pero sin querer ofender susceptibilidades de personas que, tal como yo, luchan a diario por vivir, considero que la convocatoria fue pobre. Si bien fueron miles los enfermos que marchaban a mi lado, junto a sus familias y amigos, la farandulización del encuentro era notoria.  Antes de entregar los argumentos a esta afirmación, debo señalar que Don Ricarte fue muy elocuente y solidario al hablar de LOS enfermos y no de SU enfermedad, como lo hizo el resto.

Una vez que llegamos al lugar dónde nos debíamos juntar, notamos inmediatamente que, si bien había un gran apoyo de Carabineros, las vallas papales no eran para delimitar el recorrido, sino para“evitar” el contacto con los rostros de TVN.  Sólo vi a sus compañeros de programa unos minutos y después desaparecieron.

La animación de Karol Dance, un joven muy animoso y carismático, fue muy tierna, pero no sabía cuál era el trasfondo de lo que se buscaba con la marcha.  Está bien, queremos entregar una primera señal al país de nuestro descontento con los temas de salud, pero para estar organizado por gente de la televisión, esperaba un poco más de preparación. No fueron más de 20 minutos con famosos contando sus experiencias y para cerrar una banda de música muy “prendida” la que difícilmente nos hizo bailar, pero la intención es lo que vale.

Una vez que el convocante, como muchos lo denominaron “la marcha de Ricarte” comenzó su intervención, no hay mucho que decir, más que el hombre se maneja.  Es un gran estudioso y literato que, con gran convicción social, busca dar esperanzas a todos quienes vemos como a diario se viola nuestro derecho constitucional a la vida y a la salud física y psíquica.  No obstante, mi experiencia en este Chile querido es una: casi nadie hace algo por alguien sin algo a cambio.  Me carga, me tiene mal ver como a partir de la enfermedad y fortaleza de uno de los millones de chilenos que estamos enfermos, los canales lucran.  Sí, buscamos y gritamos no al lucro en salud, pero cuánto rating han obtenido con esta historia.

No quiero que sigan burlándose en nuestra cara. Qué usen a mis compatriotas enfermos y luchadores, para generar más plata para la clase social más rica del país. Me niego a que esta sea la primera y última marcha, porque tal como ya comenté no se trata de una marcha por el cáncer ni para que TVN tenga tres horas de rating seguro. No, ya no quiero que sigamos preguntándonos a diario cómo seguiré, dónde debo ir, a quién recurrir para que me ayude.

Comencé citando al movimiento estudiantil, viéndolos como un ejemplo a seguir en cuanto a convocatoria y organización. Tal como los miles de estudiantes logran tener actos culturales, bandas chilenas en los cierres, yo quiero otra marcha por la vida con un petitorio estudiado, compartido, igualitario, solidario y con la mayor cantidad de pacientes que perdieron la paciencia al convertirse en clientes.