Cada cierto tiempo tomamos conocimiento de cómo personalidades de importancia nacional relatan hechos de abuso sexual sufridos en su infancia, es recurrente que ninguna o pocos de ellas hayan denunciado en su debido momento y por consiguiente recibido la ayuda necesaria.
El abuso sexual infantil lamentablemente es mucho más “cotidiano” de lo que uno quisiera. En mi día a día desde el espacio terapéutico, la consulta psicológica, escucho relatos de una misma situación, vivencia, experiencia de vida y trauma, con diferentes actores: abuso sexual vivido por un adolescente, dueña de casa, ejecutivo, joven estudiante, adulto joven, adulto mayor, de ambos sexos, es un mismo relato que se repite en diferentes espacios con diferentes protagonistas/víctimas de diferentes maneras y sobre todo por diferentes victimarios, pero que tienen un elemento común: la escasa denuncia temprana del abuso.Como mirada país y de futuro seria de importancia desarrollar programas de prevención del abuso sexual, programas que instruyan a los niños y padres sobre como evitar y denunciar el abuso sexual
Se hace cada vez más claro desde mi mirada, que en el día a día nos encontramos con diferentes personas y cada una de ellas lleva consigo una diferente historia de vida. Lo que me llama la atención es que en términos de prevalencia, se refiere a las personas adultas de la población general, quienes reconocen haber sido objeto de abusos sexuales durante su infancia. De acuerdo a datos en nuestro país, la cantidad de personas adultas abusadas durante su infancia es una cifra desconocida y en general los estudios realizados en Chile acerca de la materia están lejos de poder establecer un conocimiento acerca de este tipo de abusos y en consecuencia desarrollar políticas de prevención y sobretodo de protección temprana.
En estudios realizados en 21 países se pudo establecer que una de cada cuatro niñas y uno de cada diez niños son objetos de abusos sexuales (Finkelhor 1994).
Lo interesante en estas materias es la gran cantidad de abusos que nunca son denunciados. Se trata de una tendencia que vivo, ya que la mayoría de mis pacientes que sufrieron abuso sexual nunca hicieron una denuncia formal ante la justicia. Eso demuestra que la magnitud del abuso sexual infantil, haciendo uso de las cifras conocidas, fácilmente podría multiplicarse muchas más veces sin que logremos saber a ciencia cierta cuántas de las personas que conocemos, convivimos o trabajamos y que tenemos a nuestro alrededor, lleva consigo el trauma del abuso sexual infantil.
Las características de las víctimas -basados en estudios epidemiológicos internacionales- coinciden que durante la pre adolescencia se incrementa el riesgo de abuso sexual. El riesgo del aumento de vulnerabilidad en el abuso es a los 10 años y entre los 6-7 años de edad. Es coincidente que en menores abusados a temprana edad, las víctimas, sufren mayor dificultad para recordar los hechos. No es inusual entonces que aparezcan traumas de ese tipo durante el período terapéutico en la adultez y que han estado latente en el inconsciente desde el suceso.
El hecho que los estudios demuestren que las mujeres sufren el abuso sexual infantil de una y media a tres veces más que los hombres, no descarta que los hombres no estén en riesgo. Un aspecto a tener en cuenta y considerar es que los niños corren un mayor riesgo de abuso sexual que las niñas debido a su menor protección. La sociedad en si tiende a proteger a las niñas, preocupándose más de que puedan sufrir abusos sexuales que en el caso de los niños.
Basándome en testimonios de mis pacientes, podría decir que se confirman los resultados de múltiples estudios, donde se identifica a los agresores sexuales de niñas y niños mayoritariamente a hombres, casi entre un 80 y 92%. La edad del agresor es en un mayor porcentaje entre los 31-50 años.
Lo que se revela como fenómeno creciente, que también he podido observar y además se confirma en resultados de estudios realizados, es que de una manera preocupante se eleva el numero de adolescentes responsables de abuso sexual infantil. Gore, Elliot, Browne y Kilcoyne (1995), encontraron que el 50% de los adultos que manifestaron sentirse atraídos sexualmente por los niños decía haber advertido esa inclinación antes de los 16 años.
Desde un contexto de familia la mayoría de los niños que han sido objeto de abusos sexuales parecen provenir de familias formadas por un solo padre o por padrastros, familias monoparentales y con un nivel elevado de conflictos matrimoniales. Dentro de los síntomas mas frecuentes que presentan los padres de los niños objeto de abusos sexuales son la depresión y el alcoholismo/drogodependencia. También es frecuente que las madres de los niños objeto de abuso sexual hayan sido ellas también victimas de abuso sexual infantil.
Los responsables de abusos sexuales se pueden distinguir entre fijados y regresivos, los abusadores con una fijación se caracterizan por no haber llegado nunca a madurar psicosexualmente y no haberse relacionado con compañeros sexuales adultos, mientras que los regresivos son personas que han llegado a alcanzar un nivel adulto normal de preferencia sexual por otros adultos, pero sufren una regresión que les lleva a implicarse en conductas sexuales con niños cuando son incapaces de adaptarse ante factores de estrés, como el divorcio o la perdida del trabajo.
Son las consecuencias y efectos del abuso sexual infantil lo que más preocupa en el desarrollo futuro de estos niños. Dentro de las consecuencias y efectos iniciales y también a largo plazo se encuentra el miedo, pesadillas, desorden de estrés postraumático, depresión, retraimiento social, neurosis, conducta regresiva por ejemplo enuresis o encopresis, trastornos somáticos, conducta sexual inapropiada, conducta antisocial agresiva, delincuencia, problemas de aprendizaje escolar, hiperactividad, huida de la casa y el consumo de drogas y/o alcohol.
A mayor frecuencia y duración de la experiencia de abuso mayor es el trauma, como también así el hecho de que victimas de abusos sexuales durante la prepubertad y adolescencia presentan trastornos mas graves que los que fueron victimas de abuso a edad anterior.
La necesidad de comenzar terapia apunta a disipar los sentimientos de culpabilidad, miedo, depresión, baja autoestima y trastornos del funcionamiento sexual. La hipnoterapia como técnica de tratamiento terapéutico individual se centra en resolver y permitir cambiar las respuestas afectivas, cognitivas y conductuales a la experiencia del abuso. La hipnoterapia permite la identificación y reestructuración de las distorsiones cognitivas, es decir las creencias ineficaces y destructivas que el adulto ha desarrollado como consecuencia del abuso sufrido.
Como mirada país y de futuro seria de importancia desarrollar programas de prevención del abuso sexual, programas que instruyan a los niños y padres sobre como evitar y denunciar el abuso sexual. Programas de información adecuada a las edades, sobre un comportamiento sexual saludable, y no trasmitir el mensaje que la sexualidad es mala, peligrosa o que hay que guardar en secreto. Los programas tendrían que apuntar y tener como objetivo la prevención primaria lo cual quiere decir evitar el abuso y la detección como forma de estimular que se denuncie.
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