El consumo alimentario saludable en Chile no sólo tendría distintas motivaciones, como factores individuales y estructurales relacionados a elección y relación con los nutrientes y el cuidado de la salud, sino que en el tiempo la sofisticación de sus prácticas, hábitos y productos es considerado como de nicho o de alto ticket o mayor ingreso percibido por el análisis de poblaciones y de mercados de consumo.
En este contexto, la relevancia del estudio en Chile de la alimentación saludable es identificar oportunidades y desafíos de innovación que promuevan la adopción de estilos de vida más saludables (ver Estudio Chile Saludable, Fundación Chile y GfK Adimark, 2018). En esto último, nuevos perfiles asoman como agentes del cambio en las conductas y prácticas de cuidado en salud relacionadas a la segmentación psicográfica de los chilenos, de acuerdo a sus hábitos y barreras, que responderían a un patrón de comportamiento transversal en diferentes segmentos de la sociedad, que, en los últimos 6 años, aumentó en la proporción de chilenos con buenos hábitos.
Los resultados muestran que el aspiracionalismo y el status son un determinante en la conducta del consumidor en un escenario desigual, que la relación entre clases sería como una entre un líder (ABC1) y un seguidor (D) en la identidad socio económica. Tal como las teorías del cuidado y el logro en salud, en el tiempo refieren en relación estructural en determinantes sociales del consumo, que muchas veces es generacional a las conductas o hábitos desde los padres a los hijos, y que permitiría explicar los patrones de consumo y estilos de vida de la población.Es necesario que se tome como válida la oportunidad a habituar o incorporar en la población las conductas saludables mediante la gestión del conocimiento
Ante esto, es necesario que se tome como válida la oportunidad a habituar o incorporar en la población las conductas saludables mediante la gestión del conocimiento, como el empoderamiento público para pequeños y medianos emprendedores que buscan conocer las tendencias de mercado, como del entorno y el consumo, siendo fundamental el acceso, la continuidad de información, y la apertura a nuevas dimensiones de información pública en relación al conocimiento nutricional. Para ello, y en un esfuerzo continuo, distintos países y organismos buscan mejorar porque consideran necesario obtener el conocimiento y mayor apertura de información con fuentes abiertas a la información local, oportuna y de calidad para una mayor seguridad alimentaria y nutricional del entorno local o áreas pequeñas. Países que se pueden destacar son: Canadá, Alemania, Australia, Nueva Zelanda, entre otros. Ellos realizan estudios de precios y seguridad alimentaria como monitoreo y observación continua, en cumplimiento del derecho fundamental a la salud. No obstante, cada uno con modelos distintos de gestión local, financiamiento y gobernanza pública.
Para estos países y lo evidenciado en el último informe destacado arriba, no hace más que destacar el valor y la necesidad del desarrollo en estudios locales, y el valor de la información para las nuevas oportunidades en salud de la población.
Ante ello la relevancia de la clasificación por grupos o segmentos socio económicos es fundamental para el estudio de las políticas públicas en salud que buscan la equidad y la igualdad de oportunidades en el acceso a la salud. Implica que la inclusión socio económica es un determinante protector de la salud, relacionado al capital social. Dado el nivel y tipo de educación como factor clave en el cuidado de la salud; este hábito es adquirido a lo largo del tiempo, siendo hoy la inclusión un determinante social tanto intra generacional, como intra y entre clases socio económicas en Chile.
En nuestro país, investigadores agro alimentarios, como Andrés Silva (U. Central), han destacado últimamente, utilizando la encuesta de presupuesto familiares (EPF) según quintil de ingreso, que los hogares no solo difieren en el gasto en frutas y verduras, sino también, en el lugar de compra. Los hogares de bajos ingresos concentran sus compras en ferias libres, las que, además, tienen precios significativamente más bajos que los supermercados.
Así, Chile es un país marcado por las desigualdades socio económicas en salud, pero ello no tan sólo tendría efectos económicos en salud y estados de bienestar distribuidos desigualmente en la población, sino que, hoy en día, considera una avanzada de mercados saludables que no tan solo viene a irrumpir para una mayor cuidado individual de los consumidores, sino que, a su vez, viene a posicionar la oferta saludable dentro de diferentes componentes alimentarios y de calidad nutricional, volviéndose más sofisticados y con múltiples propiedades.
Finalmente hoy la evidencia nacional muestra la necesidad de no olvidar a representación rural en los estudios, y sobre todo en la disponibilidad de información pública abierta de representatividad nacional del consumo alimentario, y el abasto u origen del producto. Ante ello es importante conocer en Chile ¿Cómo es el cambio de estatus o de acceso a la venta de productos del total de hogares rurales que comienzan a emprender en cada localidad? Al menos hoy el contexto informativo nos dice que de las mujeres rurales que declaran auto consumo de productos agrícolas, el 50,51% está en situación de pobreza multidimensional (CASEN 2017). Respecto a los mensajes saludables, un 46.91% (n=405.023) de ellas declara “nunca” revisarlos y tomarlos en cuenta, siendo la cifra es del 68% en la población mayor a 65 años (ENS 2016-2017).
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