Dentro de la política, que según Aristóteles pertenecía a la filosofía de las cosas humana, el gobernante y el gobernado se dirigen a un bien común, el cual es entendido como las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible. Pero para alcanzar ese bien común se deben discutir sobre diversos temas para alcanzar esas condiciones, uno de esos temas va ligado al final de nuestra vida. Y considerando que en Chile se encuentra en tramitación el proyecto de ley que busca la despenalización de la eutanasia, es importante saber qué es una eutanasia y la moralidad del acto.
Para comprender bien esta temática será necesario definir ciertos conceptos fundamentales como es el de la ética siendo esta una disciplina filosófica que estudia los actos en cuanto que son buenos o malos moralmente, es decir, en cuanto acercan o alejan a la persona de su fin último. Por otro lado, la eutanasia que tiene su origen etimológico en la voz griega de ef (bien) y thanatos (muerte), es decir, en un buen morir, la Organización mundial de la salud (OMS) la define como una “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”, por lo que deberemos distinguirla del suicidio asistido el cual es la acción de una persona, que sufre una enfermedad irreversible, para acabar con su vida, y que cuenta con la ayuda de alguien más que le proporciona los conocimientos y los medios para hacerlo.Cualquier acto en contra de su vida sería no reconocer la dignidad humana de estas personas
Si bien, ya dimos una definición de lo que es una eutanasia, será necesario distinguir entre dos categorías: una activa en la cual el medico realiza una acción para alcanzar el fin, como podría ser la acción del médico de administrar de sustancias letales al paciente. Y la pasiva en la cual se omite una acción y que como consecuencia fallece el paciente, por ejemplo, que a un paciente se le desconecte el respirador artificial.
Ahora que ya tenemos una noción de lo que es una eutanasia activa y pasiva podremos ver que tan moralmente correcto es. Desde una perspectiva Kantiana algunos podrían alegar que debemos respetar la autonomía del paciente, sin embargo, esto sería errado ya que, si bien puede que el paciente haya tomado una decisión, esa decisión no fue elegida como ser racional, sino que como un esclavo de sus pasiones. Por otro lado, se estaría pasando a llevar la dignidad humana entendida como el imperativo categórico de ver a las personas no como medios, sino como fines en si mismo, debido a que el paciente estaría viendo su vida como un objeto desechable y no como ser racional.
Desde una perspectiva utilitarista, en la que piensan que cualquier acto que aumente el nivel de felicidad o en su defecto reduzca el dolor en el mundo es moralmente correcto, la eutanasia parece ser moralmente correcta. Sin embargo, este argumento estaría reduciendo las posibilidades a una única solución que reduzca el dolor del paciente, omitiendo a los cuidados paliativos que la OMS define como “planteamiento que mejora la calidad de vida de los pacientes (adultos y niños) y sus allegados cuando afrontan problemas inherentes a una enfermedad potencialmente mortal. Previenen y alivian el sufrimiento a través de la identificación temprana, la evaluación y el tratamiento correctos del dolor y otros problemas, sean estos de orden físico, psicosocial o espiritual”, que como vemos también reduce el nivel de dolor del paciente.
Y, finalmente, una perspectiva desde la “cultura” de la muerte, que es un concepto utilizado por Juan Pablo II para referirse a la mentalidad o forma de ver al ser humano y al mundo, que fomenta la destrucción de la vida humana más débil e inocente por parte de los más fuertes y poderosos, de los que tienen voz y voto. El progreso tecnológico es neutral y que nos ha dado tantos beneficios, como dice Juan Pablo II en manos de gente con esta mentalidad ha sido utilizada para hacer el mal. Algunos ejemplos de los actos de esta mentalidad en nuestros tiempos son el aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones humanos.
En el caso de la eutanasia esta mentalidad utiliza con bastante fuerza el “ser dueño de sus propios cuerpos”, sin embargo, como afirmaría Kant son seres racionales que poseen una dignidad inalienable y que, por ende, cualquier acto en contra de su vida sería no reconocer la dignidad humana de estas personas.
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