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El adiós a ´lo público` en los trabajadores de salud

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Me impresiona al revisitar mentalmente los argumentos que escribo, el que un caso personal contamine las convicciones que he defendido con fuerza desde siempre. Constantemente he criticado a quienes, enfrentados a una situación personal, extrapolan sus vivencias a la búsqueda de generación de regulaciones generales o políticas públicas.


El problema es ecológico, pero quienes dentro del sistema debieron haber presentado tenaz resistencia lo profundizaron, no hicieron sino dar razón a quienes, tecnócratas que fueron más pensantes, esperaban de la salud: privatizarla.

En mi caso el sentido de “lo público” se ha visto interpelado por la realidad particular que me enfrenta a la atención en salud pública.

Ya es sabido los casos de, médicos que atienden de manera dispar en el sistema de salud público y privado (hablamos de una persona trabajando en los dos ámbitos), mala atención y respuesta a los requerimientos de los pacientes y sus familiares, interminables listas de espera, protocolos restrictivos a la hora de atención de visitas y así suma y sigue.

El caso es que en mi interpretación, solo casuística y no sistematizada, el trabajador del sistema público en salud (obviamente puede extenderse a otras ramas) no tiene conciencia o no le interesa “lo público”, no entiende la misión que subyace a tan tremenda declaración, no se hace parte voluntariamente, la desecha intencionadamente o simplemente es irreflexivo.

¿De quién es culpa?. Sin duda el tema es ecológico, el sistema irradia hacia abajo una serie de fuerzas que contaminan la profesión en salud (no me referiré a vocación), existe un boom de carreras ligadas al área cuyo atractivo no pasa precisamente por la eticidad, sentido de “lo público”, principios hipocráticos, sino más bien caen en lógicas de mercado con sloganes efectistas que las relevan como las profesiones con pleno empleo o mejores remuneradas. Si esas son las bases motivadoras de nuestros “profesionales” de la salud, hay generaciones de enfermos que sufriremos los embates de quienes no solo no están preocupados de nosotros, sino quienes ven en estas, antes nobles y respetada carreras, solo un medio de estatus y bienestar económico. Ergo, como todo lo que toca el mercado de manera tan pandémica, se tornan en un medio particular y no social.

Así la ética, el discernimiento, la racionalidad, se reemplaza por protocolos, verdaderos grilletes intelectuales que son salida fácil y plantillas a aplicar a todo evento. El intento de comunicación se ve frenado por el muro de la irreflexión y la indolencia y a ratos la violencia termina primando, el enfermo y sus familiares se sienten violentados y la respuesta obvia no es racional. El fin último, el bienestar del paciente queda relegado, violentado y obnubilado por la pantalla de una vocación que ya no es tal y genera los ruidos a que todos temimos alguna vez, que al principio fueron subcutáneos y que ahora es realidad, una triste realidad que se manifiesta cual llaga que supura a la vista de todos, la mala atención del personal de la salud.

El problema es ecológico, pero quienes dentro del sistema debieron haber presentado tenaz resistencia lo profundizaron, no hicieron sino dar razón a quienes, tecnócratas que fueron más pensantes, esperaban de la salud: privatizarla. Si es así, si ya la indolencia quemó los barcos, la irreflexión avanzó sin transar, es mejor terminar con el estatuto administrativo que cual coraza impenetrable defiende el actuar (y el pésimo actuar) de los funcionarios de la salud y finalmente los mismos sean tratados como deben ser bajo este paradigma, como trabajadores que tiene una delicada misión social, quizás ya no arraigada a “lo público” (concepto que como mencioné más arriba no entendieron, nunca les importó o del cual solo profitaron) y se avoquen con todas sus fuerzas a mejorar la atención a pacientes y familiares, den respuesta oportuna, rompan los irracionales protocolos a todo evento y se comporten como profesionales intelectuales. Y como el mercado manda, sufran serias consecuencias en perfecta concordancia con lo seria que es su labor. Como ciudadano a pie, preocupado de “lo público”, “lo ciudadano” y la ética me es hoy, impropio defenderlos… Lo que considero una gran derrota.

TAGS: Salud Pública

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Comentarios

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Rodrigo Parra Rivas

08 de abril

Se lo he dicho a algún médico los profesionales de la salud, junto con ingenieros comerciales, deben ser los profesionales más neoliberalizados de todos aquellos que cursan una carrera universitaria, con todo lo que esto implica, y lo peor es que los auxiliares de salud han mal copiado el ejemplo y deben ser del equipo multidisciplinario los que peores antecedentes tiene a la hora de interactuar con los pacientes, un par de años atrás cuando mi hermano estaba en la UTI del Hospital regional de Valdivia, estuve a punto de usar la violencia contra un pseudo trabajador de la salud que me impedía la visita pues eran las 17:16 y la vistita concluía a las 17:20, finalmente pase igual, sólo necesitaba darle un abrazo y me iría, mi hermano falleció unos días después.

08 de abril

Ejemplificas clara y dramáticamente lo que quiero exponer en mi comentario.

Cony

10 de abril

Es una lastima leer esto, siendo y compartiendo con funcionarios publicos que damos lo mejor de nosotros día a día; por que nos hace reflexionar: qué estamos haciendo mal, y qué debemos mejorar.
Se que esto pasa y pasará al ser carreras y profesionales en el escrutinio público constante, y que bueno que sea así, pero también es bueno recalcar la calidad de atencion que muchos buscamos entregar, con la limitacion de recursos. Por que no me imagino a alguien trabajando en el sistema público y que tenga malas intensiones.
Ojalá todos nos movilizaramos para asegurar la calidad y los recursos en salud que Chile merece.

sofy

14 de abril

Lo de lo publico o el sentido social de las carreras de la salud se fueron con la dictadura cuando se privatizo la educacion universitaria e ingreso el lucro, cada uno compra su carrera entonces porque me exijen sentido social si la carrera que compre o pague me salio cara.Debo recuperar mi inversion y mientras mas luego mejor. El estado debera preocuparse de la salud publica no el profesional de la salud, el estado debera preocuparse de la infraestructura, del personal y de los protocolo o guias que deben seguirse y cumplir con estrictos codigos eticos, pero eso no pasa, y si el profesional que no se preocupa de lo publica porque el estado no exije a sus personal standares de calidad elevados???
por otro lado existen los gremios que coaptan a las autoridades y que muchas veces por miedo a los paros no hacen lo que tiene que hacer.Los establecimientos de salud no son eficientes en el manejo de las platas o no reciben los recursos necesarios para aplicar standares de calidad necesarios para dar una adecuada atencion de salud y contar con los especialistas que el pais necesita, ademas las medidas preventivas no son consideradas para evitar que la ciudadania se enferme y dejamos a las industrias alimentaria casi a su arbitrio y aun no exijimos lo suficiente para evitar que lo que comemos nos termina con patologias cronicas, las ciudades se construyen sin la infraestructura suficiente para una vida saludable y asi suma y sigue,,sinceremos la cuestion y hagamos las cosas bien

15 de abril

Entiendo tu punto, pero el estado es una entelequia, una construcción moderna que realiza la sociedad. No piensa. opina o ejecuta por sí misma, son sus integrantes, las personas. Por tanto, se puede exigir a los que trabajan en esta construcción que entiendan la función de lo público y la hagan suya. Si no, vayan a trabajar al sistema privado. Entiendo que los gremios y otras agrupaciones operen mal, pero el funcionario individual tiene responsabilidad, ética, empatía… o debería.
Saludos y gracias por leer esta columna y comentarla.

Andrés Garrido

16 de abril

Estoy en desacuerdo con gran parte de tus afirmaciones, Freddy. Me parece una columna de opinión plagada de lugares comunes y prejuicios, apelando a sus conceptos, bastante irreflexiva y con un tono, incluso, clientelista… no ciudadano. (hoy es frecuente el intercambio indiscriminado de esos conceptos). De acuerdo, las políticas en salud han avanzado en minar y destruir lo noción de «lo público», en privilegio de la subvención del recurso privado, habiendo flujos de dinero que bien podrían fortalecer la institución pública. Pero señalar tan alegremente que «lo público» es desechado, ignorado o no es objeto de reflexión por parte de quienes elegimos el servicio público me parece irresponsable, y repito, se escucha más bien como una pataleta tipo reclamos.cl donde clientes insatisfechos hacen catársis… o cuando el comprador del retail escupe a una cajera explotada por no respetar un precio de compra. Lo invito a darse una vuelta por la comuna de Lo Espejo, comuna vulnerable y de escasos recursos, donde decenas de trabajadores de la salud nos ponemos la camiseta y levantamos día a día, y con grandes sacrificios personales, la salud de la gente con proyectos innovadores y entrega honesta. Si estaría de acuerdo también en que quizá producto de las grandes carencias sistémicas, el nivel de explotación y maltrato al que son sometidos los trabajadores de salud puede hoy tener consecuencias en el desempeño, pero señalar que no merecen apoyo es de lo más violento y mal agradecido.

18 de abril

La verdad leí tu comentario y no se me ocurría nada que responder. Finalmente me di cuenta que era porque no encontré nada que valiera la pena interpelar, especialmente por la descalificación personal. No leo argumentos de peso, no corro ni un centímetro la frontera de lo que escribí originalmente. Quizás lo único que saco en limpio de lo que escribiste, es que como funcionario público y profesor de ética que convive a diario con la crítica y autocrítica observo que la coraza con la que trabajan uds., o tu en realidad, es pétrea sobremanera. Una pena.
Un añoso amigo, quizás el más grande defensor de DDHH del país, me enseñó que no hay que respetar las ideas que uno considera absurdas, pero siempre hay que tener respeto por la dignidad de la persona que las emite. Por tanto, te agradezco la lectura de mi reflexión y tu comentario.

Andrés Garrido

20 de abril

Felizmente no quiero convencerte de nada, pretendo que otros lectores no se engañen con tu discurso sofista. Sería interesarte ver cómo justifica y argumenta su afirmación de que los funcionarios públicos no les interesa, no reflexionan, desechan sobre la noción de lo público. Efectivamente, con suerte es casuístico. Extenderlo a todos es arbitrario. No te ataco a tí, Freddy, no te conozco, solo que te identificas como profe de ética, ataco tu discurso que culpa al «trabajador de la salud» de manera indiscriminada por las relaciones nefastas que hoy se establecen en contextos clínicos. Apelas a lo ecológico y a lo sistémico como causa, y sin embargo, rematas con la responsabilización individual. Creo que ignoras las complejas relaciones clínicas, el clientelismo de los mismos pacientes, el nivel de violencia y malestar con el que lidian los profesionales y no profesionales en salud, las trabas protocolares son efectivamente un problema, y evidentemente desconoces cuántas veces rompemos protocolos para ayudar a pacientes que lo requieren, criticas pero sin saber mucho de lo que hablas. Insisto, tu texto es malo y no aporta más que para profundizar el imaginario neoliberal que opera en los clientes de la salud que repiten como loros «lo público es malo, lo particular es mejor». Dices muchas cosas ciertas, pero equivocas la conclusión. Lidio con lo que desconoces, recibo y formo médicos en un curso de ética y filosofía de la medicina. Les enseño a cuestionar estos discursos.

Andrés Garrido

22 de abril

Para quienes tienen interés de leer a irreflexivos estudiantes de medicina les mando el blog de un grupo de estudiantes que reflexionan (de verdad eso sí) sobre salud, ética clínica política y biopolítica… de este grupo y de esta universidad hoy egresan profesionales orientados hacia la APS y el servicio público… ukembele.blogspot.cl

ahí te ves corto de letras y filosofía.

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