COVID-19: La primera pandemia en tiempo real y predicha el 2007

«La presencia de un gran reservorio de virus similares al SARS-CoV en los murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos del sur de China, es una bomba de relojería. La posibilidad del resurgimiento del SARS causado por otros nuevos virus de animales no debe ser pasada por alto, por lo tanto, es una necesidad estar preparados.»

Este es el párrafo de cierre del artículo científico titulado «Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection» de Vincent C. C. Cheng, Susanna K. P. Lau, Patrick C. Y. Woo y Kwok Yung Yuen, de la Universidad de Hong Kong, el que fue publicado en la revista Clinical Microbiology Reviews, en octubre del 2007.

Es decir, el año 2007 los científicos anticiparon lo que hoy está ocurriendo, del peligro latente que un nuevo virus del tipo SARS-CoV pudiese saltar de animales a humanos y provocar una pandemia. Tal como había ocurrido con la epidemia de SARS del 2003, considerada la primera gran pandemia del nuevo siglo. Es decir, si hubiéramos escuchado a la ciencia lo podríamos haber prevenido.

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El año 2007 los científicos anticiparon lo que hoy está ocurriendo, del peligro latente que un nuevo virus del tipo SARS-CoV pudiese saltar de animales a humanos y provocar una pandemia

El COVID-19 más una sociedad hiperconectada nos hace vivir la primera pandemia en tiempo real. A los pocos meses de haberse descubierto, la cantidad de información que tenemos del COVID-19 es única en la historia de la ciencia. Revelando las posibilidades que tenemos hoy para combatir estas amenazas.

Es un virus mediático y los medios más las redes sociales nos bombardean con información, sea esta verificada o no, se difunde descontroladamente, corriendo el riesgo de causar una pandemia paralela, la de alarma, desconcierto y miedo.

Claro que rapidez y masividad no va acompañada de veracidad ni precisión, algunos de los trabajos publicados, al no pasar por los habituales controles de calidad, como ser revisados por los pares, no pueden ser considerados definitivos y varios han tenido que ser retirados por contener errores. Uno de los primeros artículos en ser publicado y al mismo tiempo más rápido en salir de circulación, fue el que sugería que era una mezcla artificial entre un coronavirus y el VIH. Los autores pertenecen al equipo encabezado por Prashant Pradhan, del Instituto de Tecnología de la India. Estudios posteriores demostraron que el virus surgió de forma natural por recombinación entre un virus presente en murciélagos y otras especies animales. Es decir, la naturaleza no necesita ayuda para generar este ni cualquier otro virus y lo hace constantemente, claro que la gran mayoría no es capaz de sobrevivir en el nuevo huésped.

En un principio se culpó a las serpientes de haber pasado el virus a los humanos, luego fue el pangolín, un mamíferos con grandes escamas, que al sentirse amenazados se encogen y forman una bola. Lamentablemente para él pobre animal, su carne es considera una exquisitez y sus escamas son empleadas en la medicina tradicional. Nuevos estudios, que no son del todo definitivos, culpan a los murciélagos, por lo tanto, el origen del nuevo coronavirus continúa sin ser resuelto del todo.

En Brasil se informó que el coronavirus había mutado 3 veces. La palabra mutante, por influencia de algunas películas e historias de ciencia ficción, se relaciona con seres malignos y si el virus muta, se está haciendo más peligroso. Pero, debemos saber que los virus mutan constantemente, ellos viven mutando. Producto de ello vemos la evolución en cámara rápida. Cuando hablamos de virus no nos referimos a un solo individuo, sino a una población. A miles de millones de individuos que se están multiplicando a una velocidad vertiginosa. Un simple cultivo del virus puede contener fácilmente 10.000 millones de partículas víricas por mililitro en constante mutación, es una nube de mutantes.

Producto de esto último salió la noticia que el virus había mutado y ahora existían dos variantes, la “S” más antigua y la “L” más nueva, que los medios, por un error de traducción e interpretación, supusieron más virulenta. Los autores lo único que querían decir fue que esta era más transmisible y lo hacía de forma más rápida. Pero, hay otros investigadores que cuestionan la valides del estudio y están pidiendo que se saque de circulación.

El que un virus como el coronavirus mute, no es necesariamente malo, lo que el virus está haciendo en el corto plazo, es explorar los límites de su hospedador, en este caso nosotros, para en el largo plazo lograr adaptarse a él.

Al transcurrir el tiempo las cepas más agresivas van a ir siendo sustituidas por aquellas de menor letalidad y virulencia, sumado al aumento de nuestra inmunidad como organismo huésped. La razón es simple, el éxito de las especies, incluidos los virus, consiste en su sobrevivencia. Si un virus es muy dañino, sus hospedadores morirán o quedarán postrados en cama y esto, obviamente, disminuye las posibilidades de contagiar a otros y de propagarse. Situación que al virus «no le conviene»: si un virus mata muy rápido impide que el huésped contagie a más personas para perpetuarse. Es por eso que la selección natural actuará sobre el virus y este evolucionará hacia cepas virales no tan letales y pasado el tiempo, en este hipotético nuevo escenario la enfermedad será probablemente más leve, y nos encontraremos conviviendo con el COVID-19 de formas más benignas, transformándose en una «relación» similar a la que tenemos con otros virus, es decir, estaremos en equilibrio evolutivo.

Para terminar, nunca hemos tenido tanto conocimiento científico y capacidad técnica para enfrentarnos a una epidemia de este tipo. Pero la ciencia necesita reposo, tiempo, repetir experimentos, que los equipos de científicos se evalúen unos y otros. El quehacer científico no es compatible con la exigencia de información inmediata que hacen los medios. La ciencia está respondiendo a los retos que plantea el nuevo coronavirus con cientos de publicaciones y como nunca antes, se comparten transparentemente. Eso sí, los científicos y los medios deben aprender a comunicar y compartir la información en tiempos de crisis, para y por errores de interpretación o traducción, evitar generar en la población angustia y un pánico innecesarios.

Fuentes:

En 2007 la ciencia predijo esta pandemia. Nadie hizo caso

El coronavirus más mediático

El coronavirus evolucionará hacia una forma menos agresiva