Si hay algo que ha facilitado la labor del gobierno en los primeros meses de gestión es la ausencia absoluta de una oposición organizada. La Concertación no ha sido capaz de ordenarse internamente tras la derrota y mucho menos de realizar una renovación política que le permita seducir nuevamente al electorado. Las fuerzas políticas de izquierda – en tanto – siguen estando al margen del debate contingente.
El triunfo electoral de la derecha representó un fin de un ciclo político en Chile. Por primera vez desde el retorno a la democracia a las fuerzas políticas de centro y centro izquierda no les bastó haber sido oposición a la dictadura para seguir reproduciendo la votación del Sí y el No. Si bien en un plano subjetivo – el clivaje autoritarismo/democracia puede seguir vigente – a nivel electoral dejó de ser fundamental. Más allá de las razones de la derrota esto significó un cambio en la ordenación de los bloques políticos. Por primera vez la Concertación pasó a ser oposición con una fuerte necesidad de renovación tanto a nivel de liderazgos como de discursos.
Sin embargo, los líderes concertacionistas parecen no entender esta situación. Durante los últimos meses los partidos de la concertación se han concentrado en sus elecciones internas entendiendo la renovación como un cambio en las cúpulas de los partidos. La disputa político –marital Rossi –Tohá, las peleas entre el Laguismo y el Guirardismo en el PPD y la falta de transparencia en las elecciones del PS han marcado la agenda concertacionista. Entre tanto, la voz la han sacado quienes no debían hacerlo- los ex presidentes de la República- dando una señal errónea si lo que se busca es mostrar un cambio.
A medida que pasa el tiempo esta situación resulta más compleja, puesto que una sana democracia no sólo requiere de propuestas de alternancia al poder – que la Concertación no está ofreciendo – sino también de agentes fiscalizadores de la actividad gubernamental. Sobre todo en casos en que los conflictos de interés y las alzas de precios están a la orden del día.
Es de esperar que tras las elecciones en sus partidos la Concertación sea capaz de ejercer una oposición, que pueda diferenciarse política e ideológicamente de la derecha pragmática y abrirse de una vez por todas a nuevos liderazgos.
Comentarios
02 de julio
La ley de hierro de la oligarquía ha pesado más que el pragmatismo electoral, entre las élites de la Concertación y sus bases.
No sólo han fallado en generar un proceso de cambios desde adentro, sino que han sido incapaces de captar los intereses de los ciudadanos en general, haciendo que se encierren en sus lógicas internas, auto fagocitándose.
Por otro lado, creo que los primeros fiscalizadores del poder y la actividad gubernamental deben ser los ciudadanos, no los partidos.
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