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Transantiago: el chivo expiatorio de unos y otros

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Lo inusitado, lo sorprendente, es que ante un sistema que funciona con normalidad y calidad, se siga hablando de éste como un servicio de pésima calidad, una especie de lacra heredada de la Concertación.

Como lo he dicho en otros artículos, el triunfo de Piñera fue un triunfo mediático, que usando un alto gasto en publicidad y el dominio aplastante de los medios de comunicación más relevantes, como la prensa y la televisión, instaló un correlato basado en el supuesto deterioro moral y ético de la Concertación. Este correlato se centró en tres “jingles” políticos: “la puerta giratoria” (dejando entrever una supuesta benevolencia de la Concertación para con la delincuencia), “el Transantiago” (como ejemplo de inoperancia profesional y de paso enlodar la figura de Ricardo Lagos  para evitar su repostulación) y “la seguridad ciudadana”.

En estos tres pilares, estuvo centrada la campaña piñerista, campaña inspirada en el terror, en el chantaje emocional, casi un eco o paráfrasis de la doctrina de Seguridad Interior del Estado instaurada por la Dictadura Militar.

Respecto del Transantiago, tema de este artículo, ante un error técnico de apurar su puesta en marcha (sin haber hecho los ajustes necesarios o haberlo introducido lentamente como experimento de prueba en algunos recorridos), la Alianza hizo de un problema transitorio de los santiaguinos, un problema nacional.

Lo más pernicioso de esa campaña, es que instaló en el inconsciente colectivo una suerte de juicios mentales seudo-críticos, verdades que no son verdades, polucionando de este modo la capacidad crítica en los debates sociales, y dando salvoconducto al juicio visceral automático, que se instala casi como una verdad inmutable e irrebatible.

He estado en algunas ciudades del mundo. Entre éstas: Montevideo, Seúl, y Phoenix (Estados Unidos). En todas ellas, experimenté un transporte de primer nivel. El Transantiago nada tiene que envidiarles; está a la altura de sistemas de transporte público de clase mundial.

Una mera comparación técnica entre ambos sistemas es lo pertinente, para acabar de una vez por todas con esta manida y mezquina forma de referirse al Transantiago y de recurrir a él como argumento que catapulta cualquier discusión, donde en el fondo lo que se quiere es estigmatizar y demonizar a la Concertación.

El sistema de transporte antiguo, era un sistema de la más absoluta ineficiencia que no obedecía a ninguna racionalidad técnico-económica, ni urbanística. Era, económicamente, un cartel mafioso que coludía precios y que no tenía incentivos para ofrecer un servicio de calidad y modernizarse de acuerdo al avance del país. Eran micros sucias, estéticamente feas y destartaladas. Los choferes eran agresivos, clasistas, mal educados y mal aspectados. Desde el punto de vista técnico, la salvaje “libre competencia”, producía una sobre oferta, lo que traía como consecuencias polución, congestión, contaminación acústica, acortamiento de la vida útil de los suelos asfaltados y mayor importación de combustible con el subsecuente gasto de divisas.

En la vida diaria, esta ineficacia se traducía en carrera de micros, gente colgando de las puertas en horas punta, choferes déspotas con los estudiantes, micros polucionando y muchas veces detenidas por desperfectos mecánicos. Atropellos y muertes por exceso de velocidad, por parar en doble y triple calzada y por conducir con las puertas abiertas. Estos aspectos eran pan nuestro de cada día.

Era a todas luces, un sistema ineficaz, peregrino y discordante. Nadie se atrevía a encarar a los narcobuseros: Marinakis, Moya & Co. Estos poseían, un manto de inmunidad, cuasi parecido al que tenía el Patrón del Mal, Pablo Escobar, el personaje más felonesco del la historia del narcotráfico.

No obstante, la ciudadanía, e incluso ciudadanos educados en universidades con altos niveles de intelectualidad, se permitieron por años, no cuestionarse la conducta cartelera de los Señores de Las Magras Micros Amarillas; pero sí se permiten linchar públicamente a un ex Presidente, abogado, economista, educado en un liceo público, un hombre con espíritu republicano, con una alta moral y ética y elegido democráticamente para conducir el país por un periodo de 4 años; quien tuvo la visión país de modernizar el transporte público, y además la valentía de dar término a un cartel mafioso.

El Transantiago tiene máquinas de calidad, estéticamente mejores, con buena ventilación e iluminación interior. No son ruidosas y no polucionan de la forma incontrolada que la hacían las antiguas. Los paraderos son de calidad estética, paraderos que antes nunca existieron, y en que están debidamente señalados los recorridos. Hay un sistema de reclamos al usuario por internet y se puede “wathsappear” a cuántos minutos está de arribar el bus que usted espera. Cuentan con puertas especiales para discapacitados. Los choferes son más profesionales, menos estresados. La tasa de asaltos y muertes se redujo a cero con el sistema de pago con tarjeta. Los recorridos obedecen a una optimización de los tiempos y vías de circulación disponibles.

No obstante, lo inusitado, lo sorprendente, es que ante un sistema que funciona con normalidad y calidad, se siga hablando de éste como un servicio de pésima calidad, una especie de lacra heredada de la Concertación.

Suponer que había una intención perversa de la Concertación y del ex Presidente Lagos de hacer retroceder el país o deteriorar la calidad de vida de los santiaguinos, sometiéndolos a un sistema vejatorio (como sí lo era el antiguo), lisa y llanamente está motivado por la intención de triturar la figura de uno de los Presidentes más rutilantes que ha tenido nuestra historia republicana. El Transantiago, por ahora, sigue siendo el chivo expiatorio de unos y de otros, el argumento más falaz y demagógico en los debates y discusiones públicas.

————-

Foto: Luis Sandoval / Licencia CC

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Usuario de micro

23 de enero

Muy Bueno, en total acuerdo, lo único que realmente pasa la cuenta a Lagos es el apuro en la implementación, el resto es mucho mejor.

Diego Portales León

23 de enero

Cuanto se nota cuando estos tipos hablan de un sistema de transporte cuando solo han visto los buses desde su autito del año. Realmente considero que la opinión de este tipo no tiene ninguna validez, por lo menos en lo que al Transantiago respecta. Sin bien tiene bastante razon en lo que dice en relacion al sistema antiguo de las amarillas, creo tener argumentos de sobra para rebatir los de él. Las máquinas no son de calidad, no las de la primera generación de buses de piso bajo por lo menos, como los B9 y los primeros B7… Estan en un estado vergonzoso, su ventilacion es asquerosamente mala y el tema del ruido y la polucion, es un chiste que lo considere como «bueno». Insisto, se nota que opina desde el asiento de su auto, o peor aún, como poeta radicado en EEUU que ha tomado micro como turista un par de veces cuando visita Chile. De que los choferes son mas profesionales es otro chiste, nosotros que estamos metidos en el ambiente hemos notado la mala calidad de choferes que entraron al TS, entre ellos muchos chofercitos de taxis, furgones escolares, entre otros, a los que les queda grande un bus articulado. Basta con ver el estado de los buses, y como están topados por todos lados, siendo que no tienen mas de 3 o 4 años en promedio. Mejor que este tipo se dedique a lo suyo en vez de estar hablando leseras. Y se lo digo con fundamentos de sobra, estoy muy ligado al tema de transporte público, conozco como fuinciona por dentro, y si bien actualmente fuinciona MUCHO, pero mucho mejor que en las amarillas, es una falta de respeto para sus usuarios considerarlo «de calidad mundial».

23 de enero

Jope, es que la descripcion del Transantiago es increible:

«El Transantiago tiene máquinas de calidad, estéticamente mejores, con buena ventilación e iluminación interior. No son ruidosas y no polucionan de la forma incontrolada que la hacían las antiguas. Los paraderos son de calidad estética, paraderos que antes nunca existieron, y en que están debidamente señalados los recorridos. Hay un sistema de reclamos al usuario por internet y se puede “wathsappear” a cuántos minutos está de arribar el bus que usted espera. Cuentan con puertas especiales para discapacitados. Los choferes son más profesionales, menos estresados. La tasa de asaltos y muertes se redujo a cero con el sistema de pago con tarjeta. Los recorridos obedecen a una optimización de los tiempos y vías de circulación disponibles.»

¿A cual transantiago se referia el columnista? Porque los buses son recauchados, de quinta mano, que se estan quemando solos por lo mal que estan, que atentado ni que ochocuartos!! Los paraderos son de lo peor, porque es ridiculo, es una estupidez que para enterarse del recorrido uno tenga que wathsappear. ¿Por que diablos no ponen los recorridos de manera decente y clara en los paraderos, como corresponde? Los recorridos son un desastre, porque cambian sin el menor aviso, y si antes una persona tardaba media hora en llegar a su casa ahora puede tardar dos horas… y eso cuando no hay que hacer trasbordo, que es lo peor. Y los tiempos de espera de los buses, es que yo llego antes a mi casa caminando que en bus, literalmente. Ni que decir que el transantiago ha hecho un daño irreparable al metro. Jope, es insoportable el metro, a toda hora esta lleno, incluso a las 10 de la noche va lleno.

Si el sistema de transporte fuera como el de Madrid, que tiene unos buses muy comodos, que efectivamente tiene puertas especiales para discapacitados, choferes profesionales y los horarios marcados en los paraderos y que se cumplen, ademas que estan marcados todos los paraderos en que se detiene el bus tanto en el mismo paradero como en el bus mismo, para que cualquiera se entere, nos quejariamos sin fundamentos. Pero el Transantiago es un dolor de cabeza para los usuarios, porque las empresas que tienen la concesion son unas estafadoras.

Aunque hay que ser honestos: si Santiago fuera una ciudad planificada, y no se construyera de forma descontrolada, el Transantiago no seria la tortura que es. Compadezco de corazon a los que viven en Puente Alto y les toca ir a las Condes o a Maipu, porque pasan su vida metidos en esas maquinas.

23 de enero

POR FAVOR LOS CONTRATOS DEL TRANSANTIAGO A QUIENES FAVORECÍA AL USUARIO O AL EMPRESARIO LA PUERTA GIRATORIA ES FALSA O NO FUE EN UN GOBIERNO DE LA CONCERTACIÓN SE APROVECHARON LAS LEYES GARANTISTAS DONDE LAS VICTIMAS QUEDARON DESPROTEGIDAS NO DISTORSIONEMOS LAS VERDAD PERDIERON EL GOBIERNO CULPA EXCLUSIVA DE LA PROPIA CONCERTACIÓN DE SUS PROPIOS ERRORES NO CULPEMOS AL EMPEDRADO AHORA ESTÁN COLGADOS DE LAS FALDAS DE BACHELET CONOCEN LA PALABRAS DIGNIDAD VERGUENZA

Seba Arce

23 de enero

Hay que diferenciar el Transantiago entre 2007 y marzo de 2010, y el Transantiago desde marzo de 2010 a la fecha. El primero, con implementación express (pero no había otra opción… se imaginan ingreso escalonado y pelea con las micros amarillas?), falta de infraestructura y, por sobre todo, la cultura nacional tan penca de no asimilar los cambios y quejarse por todo (y la prensa que le da cabida a todos esos reclamos, muchos injustificados). El inicio fue traumático, de eso no cabe duda, pero sobre la marcha se subió el nivel del servicio, se fueron corrigiendo las fallas y para allá iba todo. Con el cambio de Gobierno, todo se fue a las pailas y se privilegiaron las medidas mediáticas antes que las prácticas. Cambio de contratos donde las empresas salieron ganando aún más (aumenta el pago por ICF en desmedro del ICR, o sea, a la empresa se le paga igual si saca X cantidad de máquinas en una franja horaria, no importando si estos buses salen con una regularidad normal. Me pueden pedir 10 buses en una franja de una hora, pero puedo sacar esos 10 buses en 10 minutos y dejar un corte de 50 minutos en ruta, total me pagan igual y las multas por ICR no son tan altas), medidas que rayan en el infantilismo como el uniformar colores de buses por empresas (ahora falta que pinten antenas celulares de acuerdo a la compañía propietaria, para diferenciar así qué empresa es la que me tiene más tapado en antenas mi entorno), pasarle el control de la evasión a los operadores (y, por ende, volver a la fórmula del «pago por pasajero transportado» a conductores, que hizo colapsar sistema amarillo), y darle como bombo en fiesta a alargar y alargar recorridos al voleo, con el argumento de «disminuir transbordos», pero afectando la frecuencia y regularidad de estos mismos, principal reclamo de los pasajeros y dolor de cabeza del sistema completo. Eso ha mermado en la sensación de satisfacción de los usuarios (que ya venía dañada por toda la campaña mediática contra el sistema entre 2007 y 2010, donde hasta el reclamo más absurdo era oído por los medios y convertido en asunto nacional).
Sobre el ítem Material Rodante, nunca habíamos visto una renovación de flota tan radical, pero que ha sido más lenta de lo previsto por esta flexibilidad de los recorridos (cada plan operativo crean más recorridos, más recorridos absurdos, y con el mismo número de buses, lo que obliga a empresas a reasignar flota o ingresar buses viejos para cumplir con plazas exigidas). Y la mala mantención es cosa de cada empresa.

Y para la persona que reclama por lo largo de los viajes, no es culpa del sistema, sino de la vialidad de Santiago, la falta de vías exclusivas efectivas (con corredores segregados), el exceso de autos, etc. Ya que un viaje de Maipú a Las Condes es tan tortuoso en metro, micro, auto, colectivo… salvo en helicóptero.

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