Saben que lo que puedan avanzar hoy no es suficiente, pero asumen como una conquista preciosa e indispensable los grados de cohesión que alcanzarán en este caminar que han emprendido bajo los estandartes de sus sindicatos y federaciones y de su Central Unitaria.
Estaríamos divididos en quintiles, habría una “clase media”, sectores “aspiracionales”, “emprendedores”… Pero lo cierto es que la división esencial –o, si se quiere, la “clasificación”- seguirá radicando en lo que ya en el siglo XV Jorge Manrique establecía entre “los que viven de sus manos y los ricos”.
Y “los que viven de sus manos”, de su inteligencia y su esfuerzo, siguen siendo los mayoritarios. Y “los ricos”, minoría han sido y minoría lo serán hasta que un nuevo aviso de la historia los consigne a los lugares donde sólo yace el olvido.
Pero también es bueno intentar algunas precisiones, porque en la categoría de “los ricos” no sería lícito ni riguroso encerrar a todos aquellos que han logrado, por su esfuerzo y muchas veces a través de generaciones, “armarse” de un mejor estar. Es decir, que puedan ser propietarios, y no de una mediagua. Que hayan prosperado en su oficio o actividades.
No, no son ellos “los ricos” a que aludía en su poema inmortal el gran poeta español.
Más bien se trataría de los llamados “grandes de este mundo”: reyezuelos y jeques, potentados industriales, exitosos acaparadores, “caballeros de industria”, especuladores, fabricantes de armas de destrucción masiva, envenenadores de subsuelos y superficies. Y el que se pueda predicar que a la hora de la muerte “allegados son iguales…”, no es más que un leve consuelo que en nada modifica las dramáticas cifras de postergados de la tierra.
Por estos días marchan en esta exigua porción del planeta que nos ha sido dado compartir, centenares y miles de “los que viven de sus manos”. Los acompañan generaciones más recientes, hijas e hijos suyos, sedientos también de justicia y que comparten la indignación ante sistemas, modelos e instituciones que los postergan en sus más que fundadas aspiraciones.
Los trabajadores demandan un “nuevo trato laboral”. Exigen reglas al menos pares de tratamiento de sus condiciones de trabajo. No aceptan las imposiciones que, manu militari, se les impusiera aplastando sus históricas conquistas, destruyendo sus organizaciones, intentando –vanamente, a pesar del poder de fuego desplegado- interrumpir la continuidad de su conciencia.
Y están en las calles de “su” patria.
“Reformas Laborales”, han llamado al conjunto armonioso de su programa. Saben que lo que puedan avanzar hoy no es suficiente, pero asumen como una conquista preciosa e indispensable los grados de cohesión que alcanzarán en este caminar que han emprendido bajo los estandartes de sus sindicatos y federaciones y de su Central Unitaria.
Marchan… Vienen desde la Santa María de Iquique, desde la vieja FOCH, la CTCH y la primera CUT. Reverdecen sus viejos y honrados estandartes. Recuerdan y veneran a sus pioneros, a los que dedicaron toda su vida a la causa de los “proletarios de todos los países”. Recuperan la dulce tradición de las solidaridades de clase.
Se hacen voceros de todas y todos cuantos sufren de las lacras de un sistema injusto y discriminador, porque están conscientes de que en su gestión liberadora su destino es hacerse cargo del conjunto de la sociedad. Su vocación es abrir las puertas de la libertad y la justicia. Son los tribunos de su tierra y de su tiempo. Desechan todo dogma, así como desprecian todo condicionamiento que se pretenda imponerles desde las trincheras adversarias.
Son la voz de los que portan en sus brazos abiertos el contenido profundo de la historia.
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Foto: Daniel Fuentes / Licencia CC
Comentarios
28 de agosto
Los trabajadores somos quienes producimos la riqueza. De hecho, lo que tiene de especial nuestra fuerza de trabajo es que precisamente constituye una mercancía que genera plusvalía en favor de la patronal, por lo menos bajo los parámetros del capitalismo. Es decir, con el esfuerzo de todos no solo pagamos nuestros sueldos sino que además financiamos el modo de vida parasitario de la élite. Entonces, cuando la economía se ve seriamente afectada porque los mineros cesaron sus actividades en señal de protesta, cuando los alumnos pueden perder el año escolar por un paro indefinido de sus maestros o cuando la salud colapsa por la huelga de los médicos o enfermos, son todas situaciones que nos muestran que no solo somos quienes producimos los bienes y servicios que hacen a un sistema económico sino que también somos los que ponemos en movimiento o paralizamos un país.
Por otro lado, los trabajadores constituimos la mayor parte de la población. Sin embargo, la clase social a la que uno pertenece no se define por el lugar que el individuo ocupa en la producción; más bien algunos de nosotros actualmente sabemos que si bien el lugar que ocupa el sujeto en la misma es central, como lo dijo el propio Marx, el hombre se hace parte de una clase a través de su propia práctica política, es decir, a partir del rol que juega en la lucha social. En otras palabras, lo que hace a un trabajador parte de la clase de los asalariados es esa conciencia que lo conduce a batallar por la libertad. Mi conclusión es que mientras no tomemos conciencia del rol histórico que nos corresponde en el ámbito político y social solo en potencia seremos la voz de la mayoría. Para serlo tendríamos que entender que todos los que vivimos de un sueldo, sea mínimo o de cierto privilegio, somos trabajadores y en tanto tal nos debemos la posibilidad de organizarnos políticamente, de ser solidarios y de tomar conciencia de que nuestras necesidades son las mismas para todos.
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30 de agosto
todo muy lindo poetico,ra cional y verdadero.Pero lo mas verdadero que hay hoy en chile es una masa de trabajadores ignorantes de sus derechos, cobardes que no somos capaces de defender siquiera las miserables migajas que nos tiran con desprecio desde la cota 10.0000. Lo digo con conocimiento de causa, trabajo en la construcion, y la gente no tiene la misma conciencia laboral y politica que tenian los trabajadores hace decadas, Estan mas preocupados del futbol de la farandula y de las imbecilidades que nos vomita la prensa y la tele. Si les hablay de derechos laborales , se hacen los desentendidos y no se atreven a reclamar cuando los cagan en los tratos y en los sueldos.¿Y que hace la cut, los sindicatos, las agrupaciones politicas que nos deberian defender por los medios de comunicacion? solo se escucha ladrar a la udi, a los empresarios , a los imbeciles de la udi, a los futbolistas , a las teleseries turcas, asi estamos mal, los trabajadores cada vez mas cagaos por este sistema infame.
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