Permítanme que no dedique esta columna al gobierno por su enorme torpeza política, creo que eso ha sido muy notorio y ya se ha escrito mucho sobre el tema. Me preocupan más las causas profundas de la rebeldía ciudadana.
Recordemos un poco la historia reciente de Chile y su vecindario, esto siempre ayuda: con el final de la guerra fría (1989), los países de Suramérica que estaban gobernados por dictaduras militares promovidas y apoyadas por EEUU, comenzaron a recuperar sus democracias anteriores a los golpes de Estado. La excepción a esta norma fue Chile, ya que su nueva clase política civil, configurada como un duopolio (dos grandes alianzas políticas), decidió continuar a partir de 1990 con la Constitución de 1980 que había impuesto la dictadura militar. Una década después, la mayoría de los países suramericanos comenzaron a desmantelar el modelo neoliberal que habían heredado de sus dictaduras, nuevamente con la excepción de Chile, cuya clase política duopólica decidió mantener el modelo neoliberal de manera practicante inalterada.
No fue hasta que comenzó el actual período de protestas y movilizaciones sociales (2006-2019), explícitamente anti-neoliberales, cuando la clase política duopólica comenzó a realizar pequeños ajustes al sistema, precedidos siempre de grandilocuentes declaraciones sobre profundos cambios políticos. Ajustes, por otro lado, que tenían y tienen el objetivo evidente de mantener el máximo tiempo posible el modelo neoliberal heredado.¿Quiénes son los responsables del increíble atraso redistributivo que define hoy a Chile?
Las estrategias dilatorias han sido el recurso más utilizado, y sorprendentemente eficaz, hasta el momento. Para cada crisis social, la clase política duopólica creó su correspondiente Comisión Asesora Presidencial con un grupo de “expertos” pertenecientes al mismo duopolio. Esta dinámica de contención política y social ha resultado exitosa, pues ha logrado atrasar por dos décadas lo que creo que es (casi) inevitable, la desinstalación del sistema neoliberal en Chile.
Si el país continúa, esperemos que así sea, el proceso de democratización que inició en 1990, el modelo neoliberal se volverá cada vez más insostenible. Cuando esto ocurra, se hará evidente para todos que Chile dilapidó un momento económico único, el súper-ciclo en el precio del cobre, que debería haber utilizado para construir un (mínimo) Estado de Bienestar. Aunque estas políticas redistributivas no habrían evitado la desaceleración económica actual, de origen internacional, si habrían reducido considerablemente el sufrimiento que padecen las familias chilenas.
Respecto a lo anterior, cabe preguntarse ¿quiénes son los responsables del increíble atraso redistributivo que define hoy a Chile?
Es cierto que el conglomerado político de derechas es el principal defensor público del modelo neoliberal, ya que para eso fueron creados. Sin embargo, han carecido de la capacidad y de la inteligencia política necesarias para ralentizar con eficacia el socavamiento de éste. Debido a la historia reciente de Chile, la asociación “derecha-autoritarismo-dictadura-militares-represión”, es automática y generalizada, incitando a la protesta social a buena parte de la población. Además, la reacción sorprendentemente torpe de la derecha gobernante, acudiendo a soluciones autoritarias y militares, convierte el prejuicio histórico en profecía auto-cumplida, reforzándolo y actualizándolo. Así las cosas, los dos gobiernos de derechas, hasta el momento, han servido más bien para acelerar la ya profunda deslegitimación del modelo y para levantar grandes movimientos sociales anti-neoliberales. Por lo anterior, es difícil considerarlos el actor político principal, aunque les gustaría, del mantenimiento del orden neoliberal.
El principal responsable de la persistencia del neoliberalismo en Chile es la alianza política que estaba llamada a desmantelarlo. A diferencia de la derecha, la ex Concertación, no ha defendido abiertamente el modelo neoliberal, con la excepción del Presidente Lagos. Al contrario, utilizan un discurso crítico con el neoliberalismo, especialmente en campaña electoral y en crisis como la actual, que les permite sintonizar con el malestar social y acaparar la mayoría de sus votos. Una vez en el gobierno, se han mostrado mucho más competentes que la derecha en la gestión del malestar social, dispersando, desarticulando y fagocitando a los movimientos sociales, logrando efectivamente desactivarlos (temporalmente) y presentando discursivamente ajustes superficiales como cambios estructurales del sistema (recuerden la famosa “retroexcavadora” que iba a remover los cimientos del neoliberalismo). Desde 1990, ningún otro actor histórico ha sido tan exitoso postergando la superación del neoliberalismo en Chile como la ex Concertación.
Sin embargo y por suerte, la energía liberada en el actual periodo de protestas y movilizaciones sociales (2016-¿?) no puede ser totalmente absorbida por la táctica política, y está empujando a todos los poderes en una sola dirección, la de un nuevo Chile.
Comentarios