Pero ¿Por qué la tercera y no la primera o la segunda? Porque el miedo generalizado a «perder el voto» o a «elegir lo menos malo» hicieron que la segunda vuelta sea con una ex presidenta que se ha contradicho en innumerables ocasiones. Que ha puesto en manos del mercado cuestiones que le corresponden al Estado.
Alejando la vista del domingo de elecciones, la historia pareciera integrar aquel día como un deja «Déjà vu». Fueron nueve opciones, pero la segunda vuelta irá con dos cartas archiconocidas.
Sfeir nos presentaba una carta atractiva, relacionada con integrar el cuidado al medio ambiente como un estilo de vida y desde ahí realizar políticas públicas que transformarían nuestra sociedad.
Israel desde su conservadurismo, desde su tribuna cerrada, oponiéndose a una Ley de aborto y al matrimonio igualitario, entre otras ideas, proponía un plan regionalista, donde Santiago dejaría de ser el único motor político-económico. En resumen; descentralizar el poder; una idea comentada en elecciones pasadas, pero albergada en el slogan: «Súmate al regionalismo».
Parisi, siguiendo la línea conservadora, ofreció la carta «Pajarito nuevo». Y en este paso expuso los límites a los que puede llegar un hermano, para salvar su imagen. Expuso además, que se pueden ganar votos teniendo un discurso político populista. Expuso tal vez, lo más básico que puede mostrar un/a candidato/a, donde una campaña llena de promesas no logra sustentarse con programas serios ni con un trabajo constante en el país. Su poca preparación y su carencia de claridad al definirse de un sector nos mostraron a un hombre que revelaba por todas sus caras la necesidad de poder personal para gobernar, con una franja que se acota a: «entregarle poder a la gente, llenar de frases armónicas su publicidad y pedir el voto».
Roxana Miranda logró mostrar una mirada política que aportó en los debates un discurso en primera persona. Miranda fue una suma en términos de distinguirse como candidata. Logró encarar a sus contendores. Realizó el ejercicio didáctico de mostrar con pequeños símbolos una realidad que vive la clase media, que vive la clase baja, pero desde la clase baja. Cruzó la barrera de lo políticamente correcto y se destacó por querer correr los límites y mostrar una realidad.
Marcel Claude, una figura que evolucionó; una persona que venía del «Under político», destacándose en el ambiente universitario, llenando salones de estudiantes y bombardeando YouTube de videos ilustrativos de su » no programa». Se posicionaba como un socialismo inteligente y apelaba a reflexionar problemáticas económicas y políticas a las que la sociedad se acostumbró. Sin embargo, su carácter, temperamento, sus deudas, sus contradicciones; como dar una entrevista a «Luchito Jara», donde declaraba que «no sirvo para trabajar en grupo» en MEGA (el canal ícono de derecha y del capitalismo), o ser el patrón de fundo en el programa de Juan Manuel Astorga no se proyectaron en los votos recibidos.
Finalmente, Marco Enríquez-Ominami, un candidato que formó una fundación para sustentar la creación de un partido político. Un candidato que corrió todas las barreras «valóricas» diciendo: «Sí al matrimonio igualitario, despenalizaremos el consumo de marihuana, legislaremos el aborto terapéutico», además de ofrecer desde una convicción una educación gratuita y universal, entre otros temas, que incluyó en su campaña a gente de televisión, a Marisela Santibáñez; una activista de los derechos en salud para niños y niñas y sus familias en tratamientos de enfermedades caras, como el cáncer. A dos activistas de derechos humanos como Jaime Parada y Rolando Jiménez, quienes desde su tribuna trabajan para crear políticas públicas que amparen también a un sector de la población que hoy la ley no los ve y no los quiere ver.
Y ese trabajo y, pese a un descenso en la votación, respecto a los votos obtenidos en la elección pasada, lo posicionó como la tercera fuerza política del país.
Pero ¿Por qué la tercera y no la primera o la segunda? Porque el miedo generalizado a «perder el voto» o a «elegir lo menos malo» hicieron que la segunda vuelta sea con una ex presidenta que se ha contradicho en innumerables ocasiones. Que ha puesto en manos del mercado cuestiones que le corresponden al Estado. Que ha socializado con la riqueza y se ha burlado de la clase media y no solo se ha burlado, también los ha endeudado y les ha mentido. Una ex presidenta que conforme realizó su trabajo en ONU mujeres, despareció de la arena política local y se autocensuró. Una posición cómoda y extraña de relacionarse. Bachelet en tanto ex presidenta y posible presidenta, tiene la responsabilidad de recoger y cumplir las demandas sociales con las que no ha querido comprometerse decididamente.
De Matthei, ni hablar.
Comentarios
20 de noviembre
Una presidenta que el día que lanzo su candidatura, utilizo un espacio en el que había programado un acto…no cualquiera nonono… se cancelo un acto que había coordinado y organizado para los niños de colegios del Bosque, para el cual los pequeños se habían preparado mucho….pero COMO IMAGINAR QUE ESO??!! ESO!! una manifestación infantil y escolar seria mas importante que el lanzamiento de una candidatura?? y DE ELLA?? PUES CLARO,… ESE ES EL REAL INTERES EN EL PUEBLO… EN LA COMUNIDAD…
JA!
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