Contra todo pronóstico, el ahora ex agente de Chile ante La Haya Felipe Bulnes, decidió dar un paso al costado para continuar liderando el equipo jurídico que defiende al gobierno chileno de la demanda marítima boliviana. Pero lo curioso de su decisión, y la cual esgrime en una carta, es que esto se debe a “la nula cohesión y unidad en torno al equipo de defensa”.
Esto se puede interpretar de dos maneras. La primera es que recién ahora la defensa de Chile comprendió (forzadamente) que la resolución dada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el día 24 de septiembre, sí había sido una derrota, y no como nos hicieron creer desde La Moneda. Es decir, que el mensaje oficial que lo ocurrido ese día debía interpretarse como un triunfo y que la posición chilena quedaba más sólida aún, fue una absoluta derrota para las aspiraciones chilenas, que buscaba terminar en ese momento el juicio contra Bolivia. Empero ahora nos encontramos con que las razones planteadas por el equipo jurídico boliviano fueron acogidas, se extiende el juicio y estamos como en el comienzo.Más que pensar negativamente sobre el desarrollo de las relaciones vecinales entre Chile y Bolivia, hay que ubicar esta disputa en una oportunidad de reconstruir nuevas relaciones diplomáticas con los Estados vecinos.
La segunda cuestión tiene que ver con las diversas críticas que ha tenido el Canciller Muñoz a la manera de abordar la demanda boliviana, ya sea en la forma como en el fondo. Esto se ha traducido en que no todos en Chile están de acuerdo en cómo se ha enfrentado este nuevo impasse diplomático con La Paz, y que hoy nos tiene enfrentados una vez más con el país vecino. El discurso histórico estructural que se ha erigido en Chile y que parte de la base del negacionismo, entendido este que Chile no tiene temas pendientes con Bolivia, a mi juicio se agotó.
La respuesta de la CIJ fue clara, ya que en definitiva reconoce temas pendientes entre ambos países, cuestión que algunos historiadores y juristas chilenos habían asumido como verdad absoluta e intangible. Debo mencionar eso sí, que en varias entrevistas televisivas y radiales, como también en distintas columnas de opinión, señalé enfáticamente que impugnar a la CIJ era un error político y que la tesis negacionista no serviría en este proceso, estimulando en pensar en nuevas formas de relacionarnos entre Bolivia y Chile, como también con el Perú. Más que pensar negativamente sobre el desarrollo de las relaciones vecinales entre Chile y Bolivia, hay que ubicar esta disputa en una oportunidad de reconstruir nuevas relaciones diplomáticas con los Estados vecinos.
Ahora bien, con la salida de Felipe Bulnes, llega a conducir los intereses de Chile un ex Canciller y Ministro del Interior concertacionista, quien dirigió la Organización de Estados Americanos (OEA) y que tiene aspiraciones presidenciales. Su personalidad es superior al cargo que hoy adopta y podría perfectamente opacar al actual Canciller, y por qué no, a la propia Presidenta. No se puede desconocer el peso político de Insulza, pero más allá de apelar a profundizar la idea de “unidad nacional”, lo que uno espera es que tienda puentes de entendimiento con Bolivia y minimizar los espacios de conflicto diplomático que se han visto en el último tiempo. La tarea no es para nada sencilla, pero si lograra algún éxito superior a su antecesor y si centra sus esfuerzos en reforzar lo político por sobre lo jurídico, muchos en la concertación verían con buenos ojos elevarlo a categoría de presidenciable para salvar a la Nueva Mayoría de perder el gobierno.
Sin ir más lejos, la derecha chilena ve con buenos ojos el arribo del ex Ministro al equipo de La Haya, no solo por su manejo sino también, por los esfuerzos hechos por su persona para traer de vuelta a Pinochet a Chile. Quizás este episodio en su historial político no sea motivo de alegría para algunas organizaciones y probablemente en el propio Tribunal sea vista con recelo, pero dependerá de su relación con los vecinos en cómo pase a la historia. El camino está cuesta arriba para el ex Canciller, sobre todo pensando en los logros diplomáticos del presidente Evo Morales, quien ha instalado magistralmente su demanda en el concierto internacional.
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