Mirando un poco la historia, tendríamos que preguntarnos qué fue lo que la oligarquía forjó con las distintas oleadas de inmigrantes y con su régimen de libertinaje de los mercados. La respuesta es contundente: no construyó nada porque no estuvo a la altura de las circunstancias para traer desarrollo en un contexto de inclusión y democracia. Después vinieron los líderes populares, esos conductores políticos que lucharon contra el capital, y en ese contexto se intentó fijar impuestos e incluso redistribuir vía reforma agraria la propiedad de las tierras. Finalmente, fueron depuestos por la fuerza. Es que desde siempre esa clase aduladora que postula la no intervención del régimen cuando se habla de la redistribución de la riqueza, inmediatamente después, cuando están en riesgo sus propios intereses, apela a la intervención de ese mismo régimen para proteger sus privilegios que derivan del modo capitalista de producir.
Esta clase patronal rural y urbana que maneja la oferta y la demanda, que auspicia la “libertad” del comercio al promocionar la explotación de los hombres que como mercancía estamos a su entero servicio, esta clase patronal, dura, burocrática, despiadada y reaccionaria, como formadora de precios que es, no le interesa frenar los procesos inflacionarios porque a través de éste transfiere el poder adquisitivo de los trabajadores a los dueños del capital. Y así aplauden cuando el sector público viene a su rescate por las crisis desatadas por ellos mismos. En otras palabras, cuando la economía no les favorece, cuando el tiempo apremia y de manera apresurada necesitan actuar se convierten en acérrimos partidarios de la intervención pública en la economía.Una nueva reglamentación laboral debería apuntar al tiempo de descanso de los asalariados pero también a la manera del trabajo en sí.
De lo que antecede se desprende que las estructuras políticas, las leyes y normativas de nuestros códigos son directo reflejo de la situación jurídica de la tierra y de los recursos naturales en general. De ahí que los dominantes estén imposibilitados para tomar plena conciencia de que esta situación real, la de la explotación y esclavitud de los trabajadores, la concentración de la propiedad de los medios de producción y la primacía de éstos respecto al derecho a la vida, son asuntos que no dan para más porque fueron demasiado lejos.
Estas situaciones se producen por la aplicación a ultranza de las ideas más primarias del capitalismo, por la ganancia desmedida de los patrones y por ciertas estructuras productivas básicas que hacen que un empresario esté siempre dispuesto a sacar provecho de una oferta de mano de obra miserable. Entonces, si queremos resolver la cuestión de la explotación del trabajo ajeno necesitamos un proyecto de crecimiento equilibrado. La solución viene de la mano de la “tecnología conveniente”, de la mecanización de las tareas que consideran como su objetivo primero el pleno empleo en condiciones dignas y bajo los parámetros de sustentabilidad del proceso de producción, de circulación y de distribución de las mercancías.
Una nueva reglamentación laboral debería apuntar al tiempo de descanso de los asalariados pero también a la manera del trabajo en sí, que es lo más sacrificado: es la forma en que se desarrolla ese trabajo manual (fuera de toda mecanización o planteo en términos de desarrollo más equilibrado) y es la continuidad de esas obligaciones en las condiciones actuales de extrema precarización las que debe cuestionar una auténtica reforma laboral para acabar con los aspectos más arcaicos de la explotación de los hombres por parte del capital.
Comentarios
30 de diciembre
Increible que una persona que se titula «licenciado en Ciencias Politicas » Tenga comentarios tan livianos y desprovistos de «medula».
Declamar, repetir conceptos y frases ajenas que suenan bien, no es presisamente lo que la CIENCIA es.
Lo siento pero sus comentarios respecto de la cosa Laboral no son suyos, son errados y fuera de tono.
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30 de diciembre
Aurelio: Poco científico es descalificar y no presentar ningún tipo de argumento para rebatir.