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Reflexiones sobre el rechazo del Senado a despenalizar el aborto

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El pasado miércoles 4 de abril, se perdió una importante batalla en el Senado (batalla en sentido figurado, pues éste es un asunto de ideas, no de fuerza), aunque en perspectiva, el país ha dado muestras de una apertura a nuevos temas bioéticos que da algo de esperanza.

Y da esperanza pues cada vez más la ciudadanía comienza a conocer y comprender las trágicas realidades que planteaban los proyectos de ley rechazados en el parlamento (riesgo de vida de la madre, diagnósticos de fetos incompatibles con la vida y violación) y a entender que el debate que se plantea no se resume entre quienes defienden la vida y quienes no, o entre buenos y malos, como infantilmente se planteaba en antaño.

Si bien, algunos sectores todavía insisten en plantear de esta forma el debate (principalmente los sectores más conservadores de la sociedad chilena que -dicho sea de paso- está sobrerepresentada en el poder legislativo a causa del sistema binominal, entre otras cosas) cada vez más existe el entendimiento que un debate entre “providas” vs. “promuerte” (¡cómo si existieran personas catalogables de esta forma!), sólo refleja lo atrasados que estamos en cuanto a estos importantes temas bioéticos. Por esta razón, indigna que se diga solamente “yo estoy en contra del aborto porque defiendo la vida”, como si con eso fuera suficiente para hacerse cargo de las trágicas circunstancias que planteaban los proyectos de ley rechazados en sede legislativa.

También-como era de esperar- en la discusión parlamentaria se echó mano a distintas falacias como que estos proyectos serían la puerta de entrada para la legalización del aborto a todo evento. Tampoco se hicieron esperar argumentos de tipo religiosos graficados en la frase del senador Gacía Ruminot “Dios nos da la vida y sólo Dios puede quitarla”,desconociendo de esta forma que Chile es un Estado no confesional. En definitiva, muchos de nuestros senadores no estuvieron a la altura de sus cargos, pues no se hicieron cargo de los dilemas éticos que planteaban las acotadas circunstancias dispuestas en los proyectos de ley. No fue posible encauzar el debate por lo que nuevamente quedaron preguntas sin respuestas: ¿Puede un Estado exigir a sus mujeres comportamientos heroicos que implican soportar torturas sicológicas gravísimas e imborrables? En tal sentido, y si aceptamos la afectación grave que le provoca a la mujer enfrentarse a las trágicas circunstancias planteadas, ¿se justifica la criminalización de la mujer por parte del Estado? Finalmente, en el caso de los diagnósticos de fetos incompatibles con la vida, ¿por qué no conceder la posibilidad de evitar tanto dolor humano que además resulta pueril para quien se dice defender?, ¿para qué?, ¿para defender los intereses de quién?

Siento mucha pena por todas las mujeres de mi país que seguirán enfrentándose a situaciones tan dramáticas y trágicas como la que yo y mi famila vivimos, sin una ley que resguarde sus derechos. Siento de corazón que los senadores no le tomaron el peso a sus decisiones. Sólo se les pedía que afrontaran derechamente la realidad. Nada más.

Ahora bien, más allá de la discusión de fondo, también es tiempo de la autocrítica. Una autocrítica que nos permita explicar en parte qué pudo hacerse mejor, de manera de avizorar nuevos desafíos a partir de los cimientos que ya se han conseguido.

En tal sentido, cabe preguntarse: ¿no será hora de alentar aún con más fuerza el debate en la opinión pública, en universidades, centros de opinión, etc.? ¿No será hora, también, de sumar -y no restar- en esta discusión a los hombres, dejando de lado el burdo argumento de que no corresponde que éstos se inmiscuyan en asuntos que son exclusivos de mujeres? ¿No será acaso el momento en que se plantee una estrategia para informar a la ciudadanía sobre este interesante, pero de suyo complejo debate? Finalmente, ¿no será el momento de institucionalizar un frente político amplio y transversal que se reúna en torno a una propuesta concreta y plausible, de manera de evitar ambigüedades, miedos, incertezas y tergiversaciones (como que estas iniciativas se relacionarían con un desprecio por las personas con discapacidad)?

En suma, quienes nos sentimos defraudados de la votación del Senado -principalmente porque no se produjo un debate a la altura de los desafíos de un Estado democrático- debemos acusar el golpe, pararnos rápidamente y seguir adelante, pues queda mucho camino por recorrer.

Pues a pesar de la amargura natural que sentimos quienes nos hemos jugado por esta causa, no debemos olvidar que la ciudadanía ha despertado, que está mayoritariamente a favor de la despenalización del aborto bajo las causales ya mencionadas y que, por tanto, nuestra clase política -más temprano que tarde- deberá tomar nota de aquello y actuar en consecuencia.

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09 de abril

Karen, solo dos argumentos:
Uno, dejar afuera de la discusión a los hombres es injusto y totalmente tendencioso. Al final, el ser humano, venga como venga, es producto de AMBOS padres. Desconocer eso, significa echar por tierra varios otros derechos sociales (ley de filiación, la familia como ente (porque solo lo serían aquellas donde hay aun papel firmado, donde la madre, «generosamente» le daría participación al padre en esta, etc).
Dos, legislar desde la perspectiva de la casuistica (como la que tu tuviste, con todo el dolor que provoca), no es correcto. Si fuera por ello, un legislador, ante una escalada de atropellos en la calle, podría generar una ley para prohibir los autos: efectivamente se acabarían los atropellos, pero pierdes otras cosas, y empiezan otros problemas laterales. En el caso del aborto, abres una puerta enorme a las justificaciones mas inverosímiles para abortar, y seguidamente vas dejando en el ambiente un precedente que muestra que la vida se puede acabar cuando lo querramos; lo que es, obviamente, la puerta de acceso al aborto general y la eutanasia; y, luego de eso, cuando de repente empiezan a morir personas con una leve enfermedad, se constata que realmente se está aplicando (la eutanasia) para matar gente rápidamente y así apropiarse de sus bienes; se tiene que legislar para evitar la eutanasia en forma libre, y otra ley para que los deudos no se puedan quedar con los bienes, etc,etc….Todo eso te muestra que una decisión puede arrastrar muchas otras después, por lo que no es una «simple» evaluación de un caso en particular.

Saludos

09 de abril

Arturo: La discusion de una Ley con respecto del aborto, no surge porque los Padres se ven indefensos ante las decsiones de la Madre. Tampoco se produce esta discusión porque los violadores, tras su delito vienen en exigir derechos de Padre. La discusión surge porque mujeres que no son ni seran delicuentes, pero que por cirscunstancias traumaticas de distinta índole se ven enfrentadas a un embarazo no deseado, a raiz de esto toman la decisión de realizar un aborto. Si tiene dinero, podrá hacerlo en una Clínica privada, disimuladamente, si no, deberá recurrir a «Clínicas» que pondrán en riesgo su propia vida y si es descubierta, además el Estado podrá acusarla de un delito metiéndola a la carcel.
Como lo indique en un comentario anterior, El Congreso está obligado a legislar, porque el Senado responde a los ciudadanos, que nos hemos dado esta Institucion, no a las creencias religiosas, que son solo eso creencias, ni siquiera al color de su pensamiento ideológico.

09 de abril

Mario, precisamente de tus palabras se lee lo que argumento: no es solo por los casos de violación que se pretende tener una ley de aborto «terapeutico»….la idea de fondo es «circunstancias traumáticas de distinta índole». O sea, cualquier caso en el que la circunstancia de embarazo no guste. No soy yo quien vota; pero es precisamente esa ambigüedad la que hace que legisladores que podrían tener un acercamiento positivo a casos de aborto realmente justificados (bajo la perspectiva de malformación severa o violación), no lo apoyen, porque entienden que es abrir la puerta al siguiente tipo de aborto, el puramente voluntario, sin razón de causa.

09 de abril

Por supuesto que los hombres no pueden quedar al margen de la discusion… pero no pueden pedirle a la mujer que sea la unica que asuma toda la responsabilidad.

Porque ¿acaso la mujer se embaraza masturbandose? No, lo hace porque un hombre tiene sexo con ella, y ese hombre normalmente no piensa en nada mas que en su placer. No tienen idea de como usar un condon, no les interesa (cuando tienen hijos) hacerse una vasectomia porque dios los libre, eso los haria menos hombres, para que paguen pensiones hay que obligarlos con carabineros…

Los hombres no pueden estar fuera de la discusion, pero mientras esta se centre en «la mujer criminal, la malvada mujer, la que presta el cuerpo, la que tiene obligacion de dar vida» y todas esas payasadas, y no en la inmensa responsabilidad de los hombres en este asunto, en que en muchos casos son ellos y sus actitudes las que obligan a las mujeres a abortar, que la paternidad no es solo poner el espermio, la verdad es que su opinion no vale mucho la pena. Menos cuando sabemos que si fueran los hombres los que se embaracen tendriamos ley de aborto en toda circunstancia sin ningun problema.

09 de abril

Ante la ambigùedad, a la que se refiere Arturo, es que interviene el Legislador, eso es el tenor que debería tener la discusion y no que la regilion u otro motivo les impiden Legislar. Si es así, deben renunciar al Senado.

09 de abril

En los casos de estupro o violación, nadie niega los efectos en la salud mental de esta situación en la madre o victima: efectos que se extienden al menor por el reproche moral que tendría su origen. Sin embargo, en este caso ya no hablamos de una interrupción del embarazo por razones medicas, situación donde se actúa de acuerdo a la lex artis y en cumplimiento de un deber, causales de justificación admitidas por el derecho penal (el que NUNCA ha penalizado el aborto terapéutico o indirecto, por lo que la «despenalización» es una farsa ).

En el caso del así llamado «aborto terapéutico» , constituyen acciones necesarias e inevitables para salvar la vida de la madre (sino se pierden dos vidas),eliminar por ejemplo un cáncer uterino o extraer la trompa en caso de embarazo tubario (donde es inevitable entonces la extracción del feto),Existe aquí razón necesaria y suficiente desde el punto de vista ético y penal.

En los casos de violación , para decirlo con todas sus letras, hablamos de disponer sobre otra persona (desde la concepción están todo los ingredientes para serlo, verdad científica incuestionable) por razones AJENAS a ella , o sea por razones que pueden ser muy dramáticas, pero estrictamente circunstanciales . Aquí lisa y llanamente existe un ser victima de sus circunstancias. Luego la argumentación aquí planteada debería reconocer que se privará de la vida a un ser por razones sobre las que NO tiene culpa alguna.

Semejante argumentación ,para no caer en manifiesta falacia, deberá reconocer ademas que la muerte del feto es ,a lo mas,una «alternativa»: en ningún caso una acción inevitable o única (como es en el caso, diametralmente distinto, del aborto indirecto).

Para los que se dicen «libertarios» sepan que la libertad termina donde se inician los derechos de otro.

09 de abril

¿sabes que el feto siente? siente las voces, siente las emociones de la madre, y todo eso lo cargara el resto de su vida… asi que dime ¿que crees tu que siente un feto de una mujer violada? El odio de esa mujer, el odio hacia ella, hacia el violador, hacia la situacion en la que se encuentra… odio, resentimiento, asco. Ese pobre feto no siente nada bonito, ni amor ni felicidad ni nada mas que dolor.

Tu le pides a una mujer que ha pasado por algo horrible, traumatico, que a la fuerza engrende lo que resulto de esa violacion, sin considerar por ejemplo que lo mas seguro es que ademas de embarazarla se haya contagiado de alguna venerea, sin pensar un segundo en que le estas pidiendo que destruya su vida para siempre. Porque si esa mujer al final da a luz a ese bebe la condenaras si lo abandona, y si no lo quiere la condenaras, y si lo maltrata la condenaras….

La libertad de esa mujer de decidir cuando y con quien engrendrar un hijo fue violada de manera brutal, ¿y le pides que piense en esa cosa que lleva dentro, esa cosa que tiene los genes deformes de un violador?

a veces creo que los hombres entenderian mejor ciertas cosas si los violaran con la misma frecuencia que a las mujeres. Entonces sabrian lo que realmente es, y no serian tan duros ni tan inflexibles hacia las que quieren abortar en esas circunstancias. Yo no puedo, aun sabiendo que en el fondo el aborto es un asesinato, obligar a una mujer que ha sufrido una violacion a que tenga ese bebe si no quiere, porque he visto lo que sufren muchos de esos niños sabiendo la verdad de su nacimiento, sintiendo el desprecio y el rechazo de su madre y su abandono, cargando con la frustracion de esa pobre mujer… eso no es vida, ni para ella ni para esos niños. Eso no es vida

10 de abril

Marcela, si el hijo de un violador merece morir…¿por que el violador no merece lo mismo?….
Con tus palabras pones, sobre el derecho a la vida, las condiciones de como viene al mundo o como vivirá su vida.
Lo que SI debiera pasar es que el Estado, en los casos plausibles de «aborto terapéutico», debiera dar todo el apoyo económico y psicológico a la madre.

10 de abril

Arturo: yo sí creo que el violador merece morir. Soy partidaria de la pena de muerte… el problema es que el sistema judicial no da las garantias suficientes para realmente determinar si el acusado de este crimen es o no culpable, menos ahora que sabemos que mas de 600 personas han sido acusadas injustamente de violar. Por eso creo que hay que aplicar una pena de cadena perpetua efectiva, o sea, que una vez condenado alguien cumpla la pena en prision, dando margen a que si fuera inocente se pueda reparar dicho error.

Pero nos quedamos con una mujer (o una niña) que debido a una violacion carga con un feto que no quiere. Primero esa pobre mujer (o esa niña) es vapuleada en su entorno, porque no se si sabe pero siempre la mujer es culpable de ser violada (por vestirse de una manera, por estar en el lugar en ese momento, por ser mujer e incitar a los hombres…) Tiene que soportar todos los trastornos de un embarazo que no queria, que le repugna, eso cuando no es abandonada po su familia. En este pais no es gratis el parto, asi que si no tiene trabajo la cosa se complica, y si lo tiene le toca soportar el bullying que sufren las mujeres embarazadas.

Ese feto siente todo eso: siente el maltrato que sufre la madre, siente la humillacion, siente todo lo negativo. Eso ya lo trauma. Y eso cuando esta sano, porque si el padre era un drogadicto o un borracho, o si le contagio una venerea a la mujer, o si la maltrato antes de violarla o si la violo repetidamente, es mas que seguro que tendra una malformacion.

Estamos hablando de 9 meses, en los que ud y yo nos lavamos las manos. No ayudamos a esa mujer, le exigimos que tenga ese feto porque «es inocente» obligandola a fuerza a algo que no quiere, la obligamos a que no haga nada para superar la violencia de la violacion porque mientras este embarazada el daño sigue intacto… Y luego cuando nace ese bebe le exigimos que lo crie, le exigimos que haga de ese bebe un ser humano util para la sociedad, que lo alimente, que se sacrifique por el. Y nosotros seguimos sin mover un dedo.

Yo no he hecho este mundo como es, solo sé que si una mujer decide abortar no podemos forzarla a que no lo haga, porque no vivimos en una sociedad en la que esa mujer vaya a recibir lo que necesite. Nuestra sociedad es muy cruel, y muy hipocrita en estos temas.

09 de abril

Lo que planteas es la conocida falacia de la pendiente resbaladiza e implica evadi todo debate realmente planteado. De esta forma, que se diga que se abrirá el aborto a todo evento sólo equivale a una campaña del terror. Una buena respuesta a este argumento falaz la dio Verónica Undurraga en una respuesta al abogado Patricio Zapata (este es el link http://elpost.cl/content/aborto-terap%C3%A9utico-y-estado-de-necesidad)

A mis contradictores los invito a responder franca y derechamente las preguntas que he dejado planteadas…y a quienes están por despenalizar el aborto bajo las causales que se han discutido, los invito a seguir adelante. Con fuerza y convicción…

10 de abril

Estimada Karen,

Primero que todo, quisiera pedirle disculpas por las torpes palabras que escribo a continuación. De todo corazón, espero no ofenderla a Ud. o a la memoria de su hijo.

A pesar que el sufrimiento no es ajeno en mi vida, no puedo arrogarme el siquiera comprender el dolor de perder un hijo bajo cualquier circunstancia. Va mi más sincero deseo que la vida de su Osvaldo, por más corta que fuera, haya sido una luz para todos quienes hayan tenido la fortuna de conocerlo. Estoy segura que él (como Ud. asegura también en su blog) ha sido un ángel en su vida, alguien que ha enseñado a más gente de la que Ud. probablemente crea, el valor inherente de la vida, aunque ésta sea efímera y con dificultades. Sólo puedo imaginar a grandes rasgos su profunda tristeza e impotencia por no haber podido hacer más por él ni tener herramientas suficientes para mejorar su salud. Enviudar (mi caso personal) sólo se acerca miserablemente a lo que puede haber sentido Ud. o que, quizás aún sienta.

En mi opinión, y con el mayor respeto que pueda tenerle a Ud. y a su familia, Osvaldo tuvo la oportunidad de nacer. Efectivamente, él vivió una vida de hospitales, exámenes y doctores. Obviamente, la vida que él tuvo no fue la que Ud. quería para él. Pero, como menciona en su blog, Osvaldo le trajo felicidad. Él le enseñó una forma de amor que ha de ser imposible conocer de otro modo. Yo no la conozco, puesto que no he tenido la fortuna de ser mamá. Bajo la premisa del aborto terapéutico, estaremos impidiendo que ángeles como su hijo y tantos otros puedan cumplir con esta misión tan hermosa como es el enseñar una de las formas de amor más puras que existen. La del amor de una madre por su hijo. Pero más allá de ello, la de un hijo por su madre. Me disculpará, por favor, la torpeza de la pregunta, pero ¿Ud. aboga por negarle a las madres de este mundo esa oportunidad tan grande de experimentar tal clase de amor? Yo no la conozco a Ud. ni tuve la fortuna de conocer a Osvaldo. Sin embargo, puedo asegurarle que el amor que él sintió por Ud. y el que Ud. aún siente por él han de superar con creces el sufrimiento que ha tenido a causa de su partida. También puedo asegurarle que Ud. es una mujer más afortunada que muchas por haber experimentado esa clase de amor. Le urjo a re-evaluar su postura. Por la vida de todos aquellos ángeles que vienen a este mundo con sólo una misión: enseñarnos lo que es el amor en una de sus expresiones más puras.

Con mucha emoción le envío mis más sinceros deseos de templanza para que pueda reconciliarse con la vida (créame que sé perfectamente lo que significa vivir con la mitad del corazón desgarrado). Piense en lo que Osvaldo quisiera para Ud. y el resto de las madres en su situación. Le deseo paz de espíritu y que pueda transmitir de algún modo ese amor que Osvaldo le enseñó.

Gracias.

10 de abril

Estimada Paula:

Muchas gracias por sus comentarios. Si hay algo que cuesta encontrar en estos delicados y dolorosos temas, son personas que respetuosamente dan a conocer sus puntos de vista, entendiendo que esta no es una discusión entre buenos y malos, entre “providas” y “promuertes”. Creo que esa falsa dicotomía paulatinamente irá desapareciendo, conforme nuestra sociedad vaya comprendiendo mejor de qué se trata este debate.

Le escribe la pareja de Karen y padre de Osvaldo. Y, en relación con sus palabras, puedo decirle que efectivamente mi familia y yo hemos crecido enormemente como personas. Evidentemente que la experiencia nos ha permitido ser mucho más concientes del dolor ajeno y del crecimiento que éste puede generar. A su vez, también estamos concientes que existen circunstancias extremas en las que el dolor puede paralizar vidas y causar daños a nivel sicológico y psiquiátrico muy difíciles de superar. En efecto, a partir del testimonio de Karen, hemos conocido un número importante de casos similares, que si bien no son públicos, son de una crudeza que impacta en lo más profundo.

En definitiva, la forma en que asimilemos el dolor es algo que depende de cada cual y, por tanto, puede generar efectos tanto positivos como negativos, razón por la cual hemos insistido en que debe ser cada persona, en libertad, la que juzgue si desea o no, pasar por una experiencia como la comentada. Cualquier intento por plantear que una alternativa sería menos dolorosa que otra, implica un paternalismo inaceptable en un Estado democrático de derecho.

Dicho aquello, me permito señalarle que como familia hemos reflexionado profundamente lo que usted plantea en sus comentarios, arribando a una conclusión que ha sido expresada en anteriores columnas de Karen: No corresponde visualizar a los personas como instrumentos o medios para que otros “aprendan” o “crezcan como personas” (que es el argumento que usted señala). Karen lo expresó en su oportunidad, con estas palabras: “es verdad. Todo esto me ha hecho más fuerte y más conciente de una realidad que antes miraba con distancia. Pero, ¿es válido que niños indefensos sean mirados como instrumentos de Dios o de quien sea, para que otros “aprendan”? He pensado esto desde hace mucho tiempo y creo que la respuesta es no. No creo que nuestros niños deban sufrir para que otros aprendan de su sufrimiento (es decir, verlos como instrumentos para un fin legítimo)”.

Si estamos de acuerdo con aquello, es necesario abordar el dilema ético que se plantea (acá hay dos vidas en juego) y visualizar que existen situaciones en las que nada se puede hacer, pues existen malformaciones gravísimas (p.e. Anencefalia, Holoprosencefalia, Síndrome de Potter,Trisomía 13, entre otras) en las que el ser en gestación nunca podrá generar sus propios intereses, su propio proyecto de vida…En otras palabras, nunca podrá vivir su propia vida (Karen también en otra oportunidad ha dicho que la vida es algo mucho más profundo que tan sólo respirar) por lo que el dolor experimentado por todos los involucrados siempre resultará pueril para quien se dice defender. Y -atención- acá el criterio considerado no es el de la compasión, sino que es es de la incapacidad del ser en gestación de actuar como un agente moral autónomo o, en palabras más simples, la incapacidad para vivir una vida propia. Luego, Karen se pregunta algo que todos -incluida usted- insisten en evadir: ¿por qué no conceder la posibilidad de evitar tanto dolor humano que además resulta pueril para quien se dice defender?, ¿para qué?, ¿para defender los intereses de quién?
Y es en este contexto, en el que creemos firmemente que la mujer debe tener el derecho a decidir si desea o no continuar con un embarazo que no podrá –lamentablemente– generar vida propiamente tal (entendida ésta en un sentido mucho más profundo que la sola existencia biológica), sino que por el contrario, sólo generará una situación de extremo dolor que, en este caso, no resulta pueril para la mujer (un verdadero martirio, que algunas mujeres –libremente- podrían optar por vivir, pues nunca un martirio puede ser impuesto por el Estado).

En definitiva y, en términos más técnicos, permitir la decisión de la mujer en estos casos, es una alternativa que pasa por todo test de proporcionalidad (considerando a ambas vidas) y, además, se basa en el principio de no exigibilidad de otra conducta.

Un saludo cordial,

Mauricio

11 de abril

Estimado Mauricio,

Muchas gracias por sus palabras. Creo firmemente en el respeto a la opinión ajena y agradezco aquél demostrado en las líneas que ha escrito.

Evidentemente, cuando se comienza a hablar de convicciones personales, la biografía de cada quien entra en juego y cada uno de nosotros pasa a ser un universo distinto. No sorprende entonces, que si bien Uds. consideran que las personas no son instrumentos, yo creo que sí lo son. Obviamente, no vamos a discutir quién tiene la razón, ya que lo más probable es que haya razón en ambas posturas y no queremos transformar esto en una discusión bizantina. No obstante, quisiera precisar dos cosas:

La primera es que, a razón del desarrollo en biomedicina, las mujeres embarazadas pueden tener diagnósticos prenatales de diversas condiciones genéticas y malformaciones congénitas o problemas del desarrollo de sus hijos o hijas. Por lo tanto, sin esa información, no habría discusión en términos de continuar o no un embarazo. El sufrimiento que produce la partida del hijo o hija es independiente del hecho de conocer el diagnóstico antenatal.

Esto me lleva al segundo punto y, creo que me repetiré con respecto a otro comentario que acabo de hacer en un artículo de mi propia autoría. Los problemas que se plantean aquí corresponden a la contraposición que se produce entre el «derecho a elegir» y el «derecho a la vida». La discusión de dicha contraposición es un tema que obedece a las convicciones personales de cada quien, es decir, qué derecho prima sobre el otro y cuál se puede vulnerar en pro de salvaguardar el otro. Tampoco quiero entrar en discusiones bizantinas al respecto. Lo que sí es incuestionable, es que las situaciones no son ideales y ninguna evita el dolor. Pienso que donde encontraremos un territorio común respecto a estos temas es que, más que legislar para abiertamente poner un derecho por sobre el otro, se debería legislar para proveer el apoyo sicológico y siquiátrico que las familias sometidas a estas situaciones requieren desesperadamente, independiente de sus posturas.

Entonces ¿cuál es el objetivo de seguir promoviendo discusiones que se tornan bizantinas (disculpe la majadería de repetir el término una y otra vez) o que degeneran en faltas de respeto? El elemento común de toda esta discusión es el dolor y cómo manejarlo para que no le paralice la vida a uno. Por lo tanto, suplico a todos quienes participan del debate, que pongan sobre la mesa esta necesidad de apoyo para todas las familias que pasan por situaciones extremas. De acuerdo a mis principios, el derecho a la vida no puede ser vulnerado para resguardar el derecho a elegir evitar mi propio sufrimiento. Pero el solicitar ayuda sicológica o siquiátrica para sobrellevar cuán terrible ha de ser la situación no vulnera ninguno de esos dos derechos. Ahí tendríamos concenso 100% para poder legislar al respecto.

Gracias por la tribuna y mis más sinceros deseos de paz y felicidad para Ud. y su familia.

11 de abril

Estimada Karen:

Agradezco su invitación para expresar opiniones referentes al aborto, situándolo en el contexto humano, como es el dolor de un hecho que la mayoría de nosotros vemos desde lejos, hasta que de súbito, como una encomienda inesperada, le toca vivir.

Más allá de querer anatemizar sobre el tema de aborto, como académico y científico, tuve la oportunidad de escucharla en un seminario realizado en la Facultad de Medicina de la U. de Chile (organizado por MILES si mal no recuerdo). Siempre cuando surgen estos temas me cuestiono que puedo hacer concretamente en ello. En lo personal, me conmovió su caso junto a Osvaldo; posteriormente conocí el caso de Fabián (anancefalia) y su mamá directamente. Ella, si se puede decir, opina desde una vereda opuesta a la suya.

Como experto, fui invitado al senado a exponer sobre el tema de salud materna y aborto; organice también una conferencia en la Facultad de Medicina respecto a los daños psicológicos del aborto, invitando a la Dra Priscilla Coleman (USA), que publicó hace poco un metanálisis sobre este tema. Seguido, me puse en contacto con el Dr Byron Callhoun, un experto perinatólogo que fundó en Estados Unidos los hospicios perinatales y de cuidados paliativos para madres y niños con diagnósticos de enfermedades congénitas letales en el embarazo y que vivirán desde horas a un par de años después de nacer. Sin querer caer en la frivolidad científica de los números, debo decir que existen soluciones que considero más humanas y compatibles con una cultura del amor mutuo, compatibles con la protección de la maternidad y la infancia.

En un país como USA, donde se producen más de un millón de abortos cada año, la aparición de los hospicios significó que de cada 10 niños con diagnósticos letales, 8 lleguen hoy nacer y vivir en un ambiente protegido desde que se realiza el diagnóstico intrauterino. Antes de que aparecieran los hospicios, sólo dos llegaban a nacer y 8 abortados. El Dr Calhoun gentilmente me envió todo el material al respecto de esta realidad que me era desconocida.

Finalmente, providencialmente tuve la oportunidad de colaborar con el Senador Patricio Walker en la generación de un proyecto de ley que crea los hospicios en Chile, destinados a brindar apoyo concreto a la madre, el niño y a la familia cuando se realiza un diagnóstico de enfermedad letal, de manera que no sólo no estén solas, sino que reciban el apoyo necesario para que la dura carga de la maternidad en estas condiciones pueda ser aliviada y transformada desde una experiencia de vida dolorosa, en una experiencia positiva, plena, llena de amor y también de alegría en el breve tiempo que podrán estar juntos madre, padre, hijo o hija.

Pienso también, el estado de Chile, debe brindar protección a todos los chilenos, y más aún, a quienes por enfermedad son más vulnerables. No es suficiente decir que se tiene un compromiso con la vida, sino que hay que hacer cosas concretas por aquellas vidas, en particular, aquellos que tienen los instrumentos, posición y deber de hacerlo. Los seres humanos nunca deben ser considerados sólo como medios, sino que también, siempre como fines en si mismos.

Su testimonio y experiencia con Osvaldo, fue el que llamó mi atención por primera vez sobre la absoluta desprotección por parte del estado Chileno. Sinceramente, experimenté estupor: ¡como es posible que no exista ningún programa adecuado para estos casos! La mamá de Fabián, me enseño que su angelito vino a no sólo a recibir amor sino que a darlo, una relación mutua. De alguna forma ella era y aún hoy es su voz. En ambos casos, el fuerte amor materno superó muchísimos obstáculos sin ninguna ayuda estatal especial, incluyendo una sociedad muchas veces hostil.

Discúlpeme si estoy siendo impertinente con esta historia, pero me pareció necesario salir del anonimato de lector y hacerle saber personalmente en este foro, que Osvaldo y Fabián, inspiraron un proyecto de ley ya presentado en el parlamento que está avanzando. Esta ley, una vez sea promovida (veremos si este gobierno es consecuente y finalmente la patrocina), posibilitará que cada año, cerca de 500 niños afectados de enfermedades congénitas incluyendo anancefalia, hidroanancefalia, haloncefalia, trisomias letales, agenesia renal, malformaciones cardiacas letales, etc. tengan la oportunidad de vivir el amor irremplazable de sus madres por aquel breve tiempo de existencia en un ambiente de protección concreto, incluyendo los subsidios económicos necesarios.

Sinceramente, no deseo cuestionar con este comentario su opción por apoyar el aborto eugenésico en casos de enfermedades congénitas severas y letales (discúlpeme que use este termino, pero así se llama), ni tampoco la opinión de su marido respecto a si es válido o no que se llegue a soluciones instrumentales a partir de las experiencias de vida. Sepan que les respeto profundamente y sus opiniones también. Pienso que cada persona tiene su lugar y misión en este mundo, aunque su existencia sea breve, pero esa es una opinión muy personal. También, fuertemente guiado por mi inevitable e ineludible lógica científica, sé que la premisa de ser y estar vivo es anterior y necesaria para decidir y ejercer cualquier otro derecho: por eso, simplemente soy incapaz de traicionar mi razón y colocar el derecho a decidir por sobre un principio axiomático tan primario como el derecho a la vida, tanto propia como la de cualquier otro ser humano, sea quien sea.

Independiente de su libre opción por apoyar que se permita abortar a estas criaturas bajo libre voluntad frente al diagnóstico, tan indefensas y frágiles y quizás por eso, seres humanos tan llenos de pureza, capaces de generar un amor tan grande como el vivido entre Ud. y Osvaldo, moviendo incluso a otras personas a querer hacer algo, sepa que espero sinceramente, esta información sea motivo de alegría para Ud. y su familia, en especial, si la ley de hospicio presentada por el pleno de senadores DC finalmente es aprobada.

Cordialmente,

Prof. Elard Koch

15 de abril

Estimado Dr. Koch

Gracias por sus comentarios.

Efectivamente estamos enterados que el senador Patricio Walker –que, dicho sea de paso, siempre ha evitado conversar con Karen– ha anunciado la presentación de un proyecto de ley de acompañamiento y apoyo a las mujeres que se les comunica un diagnóstico prenatal complejo. No obstante desconozco si la respectiva moción ya fue presentada, por lo que si tiene el dato del N° de boletín (en caso de existir), se lo agradecería.

Ahora bien, sobre este asunto, como familia también tenemos una opinión formada sobre la materia (la cual Karen también ha expresado en más de una oportunidad). El Estado falta a su deber de protección de la salud de la mujer, no prestando la atención que necesita en momentos duros y complejos que pondrán en serio riesgo su salud física y mental. En este contexto, consideramos que garantizar un adecuado apoyo sicológico y/o siquiátrico en estas instancias, no es una alternativa a la despenalización del aborto bajo determinadas circunstancias, sino que es un complemento, pues este apoyo otorgaría a las mujeres mayores y mejores insumos para adoptar su decisión en libertad. Ahora –atención nuevamente– este apoyo debe respetar las creencias de cada cual y no enfocarse en interpretaciones religiosas o espirituales que pueden no ser compatibles con las creencias de la mujer afectada (al Estado no la cabe más que asumir un rol de apoyo, respetando y asegurando el derecho fundamental a la libertad de creencias).

A su vez, un proyecto de ley que asegure una atención de salud adecuada para los niños nacidos con malformaciones severas (esa misma que a mi hijo el Estado le negó) también es un asunto que nos preocupa de sobremanera. En efecto, sobre el particular hemos trabajado con el Senador Francisco Chahuán a quien le enviamos hace largo tiempo, una propuesta con los aspectos que creemos deben ser abordados en una ley sobre la materia. A mayor abundamiento, con Karen somos fundadores de la Corporación de ayuda para niños con Holoprosencefalia y sus familias (www.holoprosencefalia.bligoo.cl) cuya personalidad jurídica se encuentra en trámite, principalmente motivados por el abandono en el que se encuentran tanto las mujeres, desde el momento en el toman conocimiento de la dolorosa noticia; como los niños, desde que nacen y por todo el tiempo que les toque vivir en términos biológicos.

Un proyecto así es una deuda que el Estado tiene con toda una sociedad. No obstante éste también sería complementario a una ley que despenalizara el aborto bajo la causal en comento y no una alternativa, pues otorgaría mayor libertad a la mujer para adoptar su decisión. La premisa es la siguiente: a mayor cobertura de salud para la madre, hijo y familia, mayor libertad se posee para tomar una decisión (pues el abandono estatal podría ser un factor a la hora de adoptar una decisión).

Ahora bien, usted ha señalado que “existen soluciones que considero más humanas y compatibles con una cultura del amor mutuo, compatibles con la protección de la maternidad y la infancia”. También ha expresado que hay que brindar apoyo adecuado a las mujeres para que su condición de salud mental “pueda ser aliviada y transformada desde una experiencia de vida dolorosa, en una experiencia positiva, plena, llena de amor y también de alegría en el breve tiempo que podrán estar juntos madre, padre, hijo o hija”.

Sobre estas palabras nuevamente debo repetir que este argumento tiene un trasfondo que es incompatible con un estado democrático de derecho ¿La razón? La forma en que cada cual asimile el dolor es algo que depende de cada cual y, por tanto, puede generar efectos tanto positivos como negativos, en distintas intensidades y formas. Cualquier intento por plantear que una alternativa sería menos dolorosa que otra, o que toda experiencia negativa favorecería necesariamente la existencia de quien la padece, implica un paternalismo inaceptable por parte de un Estado. Sinceramente, creo que este argumento es incompatible con una sociedad libre. Efectivamente se debe ofrecer ayuda a la mujer, para que su dolor sea asimilado de la mejor manera posible, pero de ahí a señalar que el dolor siempre afectará de manera positiva a todas las personas por igual, es algo que científicamente es indemostrable, pues cada persona es única y –no olvidar– libre. No hay estudio que pudiera señalar lo contrario, sin negar la existencia del derecho a la libertad.

Por tanto, la discusión acerca de la despenalización del aborto en la circunstancia en comento, es un asunto anterior al tratamiento sicológico/siquiátrico que puede recibir la mujer embarazada. Luego, cabe hacerse las preguntas que ha dejado Karen en su columna y que aún se encuentran sin respuesta: ¿Por qué no conceder la posibilidad de evitar tanto dolor humano que además resulta pueril para quien se dice defender? ¿Para qué? ¿Para defender los intereses de quién? Sobre el punto, usted plantea que un adecuado apoyo y soporte estatal, posibilitaría que muchos niños nacidos con graves malformaciones tuvieran “la oportunidad de vivir el amor irremplazable de sus madres, por aquel breve tiempo de existencia”. También ha señalado: “pienso que cada persona tiene su lugar y misión en este mundo, aunque su existencia sea breve”, además de “la mamá de Fabián, me enseñó que su angelito vino no sólo a recibir amor sino que a darlo, una relación mutua”.

Sobre la materia, creo que es fácilmente identificable la variable espiritual en sus palabras, lo que me lleva a reiterar nuevamente que argumentos de este tipo no pueden fundar leyes de un Estado laico. Puede que usted crea en aquello y eso lo respeto profundamente, pero compartirá conmigo que no puede obligarme a adscribir a sus creencias.

En efecto, como me ha tocado conocer tantos casos similares a los que discutimos, creo que una mujer –por decisión u obligada por un Estado que no le permite otra opción que continuar con su embarazo- por lo general acudirá a argumentos religiosos para intentar darle un sentido a la extrema situación (de hecho, hoy mismo leí el testimonio que le dejo en este link: http://eraenabril.foroactivo.com/t4483-holoprosencefalia) Como creo que he dejado en claro, respeto profunda y sinceramente esta forma de ver y asimilar un dolor tan grande como el que implica la situación en estudio, mas creo que no es aceptable que las mujeres deban verse obligadas a dar un sentido sobrenatural a su dolor y al de toda una familia. Nuevamente: las creencias no pueden imponerse en un Estado democrático.

A modo de ejemplo, le comento que Karen es creyente y yo soy agnóstico, y ambos amamos profundamente a nuestro hijo Osvaldo. Intentamos entregarle lo mejor de nosotros, para que diera su máximo potencial, cualquiera que éste fuera. Su recuerdo nos acompañará toda la vida y la experiencia de dolor y amor, nos derribó y fortaleció al mismo tiempo. Sin embargo, su malformación lo limitaba a tal punto que todo esfuerzo era estéril, salvo si miramos el lado espiritual de la experiencia. Y, en este contexto, siento que –y esta es una opinión que no intento imponer a nadie, ergo, que no pasa a llevar las creencias de nadie–, en términos terrenales, toda esta situación de dolor en nada favoreció a mi hijo, por lo que la despenalización del aborto bajo esta circunstancia (esto es permitir, no imponer), es una alternativa razonable, humana, justa, respetuosa de los derechos fundamentales desde una mirada integral y la única que se hace cargo democráticamente del dilema ético que plantea la propia situación.

Creo que en algunas oportunidades, se da a entender que los que nos declaramos a favor de la despenalización del aborto bajo ciertas circunstancias, en realidad creemos que el aborto es la única alternativa, lo cual es falaz pues lo que en definitiva creemos –con mucha convicción– es que debe ser la mujer, en conciencia, la que finalmente adopte una decisión. Esta alternativa no implica ninguna solución instrumental, pues –como usted lo ha dicho– las personas nunca deben ser consideradas como instrumentos, sino como fines en sí mismos. Mas, en los casos en que existen dilemas éticos que podrían afectar a dos o más personas, debe ponderarse adecuadamente el rol que le cabe a un Estado democrático, sin que sea necesario afirmar que una deba ser instrumento de otra.

Siempre he pensado que quienes se interesan por debatir estos asuntos, sin entrar en la descalificación personal, los hacen desde una preocupación sincera por un mundo más justo.

Un saludo cordial. Espero podamos mantenernos en contacto.

Mauricio

Pd: Tanto usted como yo sabemos el origen y los fines primigenios de la eugenesia (mejoramiento de la raza), razón por la cual siempre hemos entendido que este concepto no resulta apropiado para la discusión que estamos sosteniendo (pues ese nunca ha sido ni será mi móvil). Si se desea aplicar igualmente el concepto, quien lo utilice siempre debiera explicar a qué se refiere (alcance del concepto), para no inducir a errores ni tergiversaciones (p.e. niños con síndrome de down, Nick Vujicic, Stephen Hawking, entre otros) que no ayudan al debate.

17 de abril

Estimado Don Mauricio:

Gracias por su detallada respuesta. Comparto varias de sus apreciaciones (obviamente no todas) y como dije antes, no es ni ha sido mi intención más que compartir con Uds. lo anteriormente dicho. Respeto profundamente vuestra posición al respecto, además que vuestro acercamiento es realizado desde la experiencia y no desde la mera teoría.

Quizás podría agregar algunos comentarios en orden a clarificar o precisar mi acercamiento al tema después de leer detenidamente su profundo y bien reflexionado comentario.

En el concepto de amor, referido a la relación madre e hijo ciertamente se puede «sospechar» una impronta metafísica o espiritual, pero no en el tradicional sentido de una «religión» propiamente tal. Me parece que aquí, debo clarificar mi comentario ya que no he intentado imponer mis «creencias». Tampoco ha sido cuestionar sus «no-creencias» al respecto (disculpando la ironia si de creencias se trata).

Los argumentos de este tipo especial, poseen otras vertientes y son muy diferentes. Además sólo serán válidos o reconocidos para quienes comparten los valores de una determinada religión. El mismo concepto de dignidad humana, en la tradición judeo-cristiana se basa primero en que la criatura humana es un ser creado a imagen y semejanza de Dios (esto es capacidad y habilidad para tratar y comunicarse con Dios como otra persona) y el cristianismo agrega el hecho de la encarnación, muerte y resurreccion, vale decir, la humanidad del Cristo, Dios que se hace hombre y que se autoproclama el «hijo del hombre» al mismo tiempo que es el «hijo de Dios». En este sentido, los argumentos espirituales religiosos (católica por ejemplo) reconocen que al autor de la vida es el mismo Cristo quien de si mismo afirma «yo soy la vida». Así, los argumentos de esta esfera están más allá de los razonamientos seculares y por tanto, escapan al objetivo de mi comentario, que no posee, repito, ninguna impronta de este tipo que pueda ser colegida desde el uso de la palabra «amor». Quizás, el exceso de ramanticismo con el que usamos la palabra, pueda levantar «sospechas».

Pera vale la pena acotar alguna reflexión adicional al respecto. Si quisiera argumentar sobre este punto en clave espiritual, en realidad los argumentos serían de orden teológico y conllevan como premisa básica que los interlocutores establezcan el dialogo desde la perspectiva teocéntrica y más aún, si se trata del cristianismo, cristocéntrica. Pero supongo, me concederá el punto, que si los interlecutores no están de acuerdo primero en la veracidad del Cristo, entonces la discusión se hace inconmensurable, ya que el tema en cuestión será sobre la existencia, realidad y veracidad del Cristo, su encarnación, muerte, resurrección, en último término. Si no hay acuerdo en este punto, abordar el tema del aborto desde esta perspectiva no llegará a ningún puerto, pues en si misma se están enfrentando la negación y la afirmación del Cristo en último término y no el tema del aborto, que pasa a ser un tema secundario. Pero no es menos cierto, suponiedo y tratándose de ese Cristo encarnado, muerto y resucitado, que la lógica canónica me lleva a pensar que hay una suerte de contradicción existente en quienes dicen o creen profesar una fe cristiana (i.e. en especial la vertiente católica), es decir, creer y afirmar el Cristo como «yo soy la vida» y al mismo tiempo querer destruir la vida mediante el aborto. Algo no camina, no cuadra bien ahí.

Hecha esta precisión, mi acercamiento al tema es de índole científico biológico y también de la esfera psicológica, basado en el fenómeno del «bonding» o relaciones de apego como se les llama también, que es la base sobre la cual se crean los hospicios. Este comienza en forma muy temprana. El «amor» de madre-hijo en un sentido relacional, es aquí no sólo un sentimiento, sino que un fenómeno vital. Muchas veces hablamos de instinto materno, un sexto sentido, de la enorme fueza de una madre (y también del padre) para proteger a sus criaturas frente al peligro, intentar darles la mejor vida que puedan, etc. Con las debidas proporciones o excepciones de una negación conciente de la maternidad o la paternidad si se prefiere, este fenómeno ocurre antes que seamos totalmente concientes de ello.

El segundo sentido que doy a la palabra «amor» en mi comentario, sin pretender ni querer sugerir con esto que sea un experto en la materia, pero si como una persona que se ha venido formando una opinión en la materia de la maternidad y la embriología, dice relación con el reconocimiento del ser humano en sus etapas más tempranas como un legítimo otro.

Hasta el año 2010, mi actitud personal frente a los casos de malformaciones congénitas severas como la anacefalia fue bastante ambigua, principalmente porque no había abordado el tema en profundidad. En primer lugar, salvo anomalías genéticas, la mayor parte de las malformaciones congenitas ocurren per accidens entre la semana 2 y 8 del desarrollo, cuando el chiquitin mide entre 0.5 y 20 mm; vale decir no hay una intención de provocarlas pero ciertamente ocurre una injuria que le daña (habitualmente se trata de injurias químicas, por desbalances de algunas moleculas bioactivas que interfieren con el normal desarrollo). La severidad del daño determinará su capacidad de sobrevivir junto a las secuelas que pueden ser casi nulas o muy severas. Actualmente, estamos (digo estamos, porque son varios los científicos en un equipo chileno-americano y cuyor primer instituto en Chile fue fundado hace ,uy poco) investigando el tema arduamente, con la esparanza de lograr terapias embrionarias que permitan prevenir o tratar in utero algunos de esos problemas. En lo particular, soy de la opinión que la ciencia debe buscar y dar solución a estos problemas.

Es aquí por qué, consciente y racionalmente, he tomado posición por proteger la vida del ser humano independientemente de su capacidad para sobrevivir. Para mí (y con esto estoy diciendo que es una opinión personal que someto siempre a discusión intersubjetiva con mis pares) la severidad del daño no es argumento lógico para decidir quien vive y quien muere: esto es, si a un chiquitin le falta un dedo o parte del encefalo, vive 80 años o 5 horas después de nacer, o incluso no alcanza ha vivir hasta llegar al parto, es un ser humano, una vida humana que además, por razon de su condición, es muy fragil y vulnarable (me gusta usar una metáfora «el más pobre entre todos los pobres»), razón por la cual pienso hay que hacer esfuerzos por protegerlo y asegurar las mejores condiciones de vida que sean posibles dentro de límites que no impliquen caer en lo contrario. A eso me refiero con soluciones mas humanas en mi comentario. Dejar vivir, dentro de los límites en los cuales la vida de la madre no peligra, y más aún, otorgar las mejores condiciones posibles a ese dejar vivir es muy diferente a matar (la palabra es fuerte, pero el aborto, al terminar con la vida humana naciente es matar; esto para evitar caer en eufemismos como «interrupción voluntaria del embarazo» que le resta bastante a la gravedad que supone la acción misma del aborto como acto de matar al embrion humano)

Luego, si la severidad del daño no determina quien es y quien no es humano y que cualquier aborto por estas razones, sea que le falte un dedo, una mano, un brazo o parte del encefalo, no hace la diferencia, seguirá siendo un acto discriminatorio ante un ser humano más debil por razón de su condición, adquirida per accidens. En otras palabras, se trata también de un aborto eugenésico, ya que en último termino, se le está matando o condenando a muerte por su condición de malformación, independientemente de su severidad. El hecho que una malformación sea menos severa no lo hace menos eugenesico, ni tampoco el hecho que sea muy severa lo hace más eugenésico.

Finalmente, pienso que los hospicios si son una solución positiva que afirma la profunda humanidad de la maternidad, vale decir, la relación entre madre-hijo y también (pero claramente menos reconocido) la paternidad, vale decir la relación entre padre-hijo. Los hospicios parten de la afirmación de esta relación que es anterior incluso al nacimiento. Por el contrario, el aborto sólo es posible negando concientemente la existencia de dicha relación, no sin antes realizar un ejercicio de acrobacia.

Mis felicitaciones por el grupo de ayuda que han formado. A penas cuente con información respecto al Nº del proyecto y el estado del mismo se lo haré saber. Lo que sospecho, es que proyectos como el de hospicio, sin el patrocinio del gobierno de turno, tardan mucho en avanzar (algo parecido a lo que ocurrió con el posnatal). Sinceramente, espero no sea así. Hay muchas madres e hijos que lo necesitan cada año. Veamos como le hacemos los puntos con el quinto poder.

Un saludo cordial para Ud. y su señora Karen

PS: una parte importante de las personas primero tomamos posición al respecto al tema del aborto y luego comenzamos a reflexionar sobre los argumentos que favorecen nuestra posición y permiten refutar los contrarios. Más dificil es, en la más pura dialética aristotelica, reflexionar sin caer en contradicción o mas bien reconocer cuando caemos en ella. Pienso que cuando se conversan estos temas, si los interlocutores hacemos un voto de «bona fide» resolviendo las contradicciones que se nos presentan en nuestras premisas (y esto requiere una importante cota de humildad, que por cierto a la razón le es esquiva), ciertamente se puede avanzar. Comparto absolutamente su actitud sincera y abierta, de ahí mi respuesta, con un par de ironías pero en el buen sentido narrativo.

19 de abril

Estimado Dr. Koch:

Le agradezco la información respecto del eventual proyecto del Senador Patricio Walker, el cual se ha publicitado con mucha rimbombancia en la prensa, pero que, al parecer, no existe en concreto aún. Es de esperar entonces, que no nos quedemos sólo con las buenas intenciones. Y, si usted asume alguna labor en estas materias, le agradecería considerara nuestra experiencia.

Dicho aquello, agradezco que hayamos dado un paso más en nuestra discusión: ambos concordamos –según deduzco de la primera parte de su exposición– que los argumentos de tipo religiosos (o en clave espiritual) no pueden justificar el actuar de un Estado no confesional (aunque franquamente aún me quedan dudas respecto de sus argumentos).

Ahora bien, usted señala que su acercamiento al debate en torno a la despenalización del aborto bajo la causal en comento (esto es, la discusión acerca del rol que le cabe al Estado en este asunto), es de índole científico biológico, afirmando que entiende el “amor” no sólo como un sentimiento o como algo relativo a las creencias religiosas, sino que como un “fenómeno vital”, que se fundaría en el “instinto materno”, en el “sexto sentido”, en la “enorme fuerza” de mujeres y hombres para proteger a sus hijos frente al peligro; todo lo cual representaría un “fenómeno” que ocurriría incluso antes que seamos totalmente concientes de ello.

Sobre la materia, y expresando en principio que algunos de esos conceptos me parecen –al menos– aventurados (como el de la existencia de un “sexto sentido”), entiendo sus palabras de la siguiente forma: la mujer, por naturaleza, genes o simple realidad biológica, amará –casi por instinto– al futuro hijo que se gesta en su vientre. De esta forma, en base a este entendimiento acerca del concepto “amor” usted explicaría sus propios dichos expresados en el comentario anterior: 1) “existen soluciones que considero más humanas y compatibles con una cultura del amor mutuo (…)”; 2) Se debe brindar apoyo adecuado a las mujeres para que su condición de salud mental “pueda ser aliviada y transformada desde una experiencia de vida dolorosa, en una experiencia positiva, plena, llena de amor y también de alegría en el breve tiempo que podrán estar juntos madre, padre, hijo o hija”; 3) Un adecuado apoyo y soporte estatal, posibilitaría que muchos niños nacidos con graves malformaciones tuvieran “la oportunidad de vivir el amor irremplazable de sus madres, por aquel breve tiempo de existencia”; 4) “pienso que cada persona tiene su lugar y misión en este mundo, aunque su existencia sea breve” y; 5) “la mamá de Fabián, me enseñó que su angelito vino no sólo a recibir amor sino que a darlo, una relación mutua”.

El primer comentario que me surge al respecto, es que la explicación que ahora otorga para justificar su postura, se enfoca principalmente en la mujer (en ese instinto o sexto sentido) y no en el ser en gestación, abandonando de esta forma, su posición inicial, acerca de la eventual existencia de un “amor mutuo” como fenómeno y no explicando a qué se refiere usted cuando señala que “cada persona tendría su lugar y misión en este mundo” o de qué forma concreta, el ser en gestación le transmitiría amor a su madre.

Luego –ahora enfocándonos en la mujer–, creo que visualizar el amor hacia un hijo(a) como algo intrínseco a la naturaleza humana (que es lo que desprendo de sus palabras) es algo totalmente entendible (lo más común del mundo es amar a un hijo y entregar lo mejor de cada uno), asumiendo eso sí –esto es relevante– que nadie puede ser obligado a amar a un “otro”, incluso si se trata de su propio hijo(a). En este mismo orden de ideas y sólo a modo ejemplar, podríamos decir que la persona humana es por naturaleza un ser gregario, pero a nadie se le ocurriría pensar que el Estado podría obligarnos a establecer relaciones sociales con nuestros semejantes, si así no lo deseamos ¿Estaremos de acuerdo hasta aquí?

En tal sentido, creo que la justificación que usted plantea para no despenalizar el aborto bajo la causal analizada (la existencia biológica de un fenómeno vital de amor mutuo) mantiene a mi juicio una lectura espiritual o mística (ya no se cómo llamarla) y, más importante aún, no se hace cargo del real debate que estamos sosteniendo, el cual tiene que ver –no olvidar– con el rol que la cabe al Estado y no con la forma en que cada uno debe vivir y/o sentir (pues creo que ambos concordamos en que aquello es un asunto de cada cual).

A su vez, en su análisis olvida a la otra parte involucrada –también humana, también digna– en el dilema ético que estamos comentando (nota: un dilema ético, implica que no hay alternativas ideales, razón por la cual debemos buscar criterios que permitan resolver la disyuntiva). En efecto, y siguiendo la misma línea argumental que usted plantea, podríamos decir que la mujer (o el hombre) buscará probablemente su bienestar físico y mental, razón por la que una exposición a cualquier tipo de martirio (según la RAE, “Dolor o sufrimiento, físico o moral, de gran intensidad) o tortura (según RAE, “Dolor o aflicción grande, o cosa que lo produce”) iría, en general, contra su propia naturaleza; aunque –nuevamente, muy importante– nadie podría ser obligado a no someterse libremente a experiencias de este tipo, si así lo desea.

Expresado el punto, es menester aclarar que en ningún caso he negado la existencia de otra vida humana (la del ser en gestación) así como tampoco he señalado que la “severidad del daño” [malformación] determinaría quién es, o no es, un ser humano. Al respecto, creo que he sido claro en señalar –pero igualmente lo reitero– que el tema debatido implica un dilema ético que no corresponde ser abordado sólo desde una las partes, sino que desde ambas, pues no existen alternativas ideales. Nadie busca que las situaciones en estudio ocurran; pero ocurren. Luego, de lo que se trata es de hacerse cargo de las circunstancias, reflexionarlas y, luego, ofrecer criterios de solución.

Si somos capaces de llegar a este punto, debiéramos hacernos la siguiente pregunta: ¿resulta proporcional que el Estado proteja una vida biológica sin destino trascendente para sí misma (en términos terrenales) a costa de sacrificar en extremo la salud física y psíquica de una mujer? Asimismo ¿puede el Estado exigir este tipo de sacrificios, que pueden significar la vivencia forzada de un martirio? ¿Existirá algún ejemplo en el que el Estado obligue a una persona a sufrir un martirio en contra de su voluntad y del cual no es responsable? En efecto, aquellos actos heroicos (o santos) se conocen como actos supererogatorios, es decir, aquellos que no pueden resultar obligatorios, pues van más allá de lo que podemos exigirnos mutuamente.

Hecha esta precisión acerca del alcance del debate planteado, debo señalar que si por matar se entiende dar término directo a una vida biológica, efectivamente estoy a favor de aquello (algo que –dicho sea de paso– está permitido en nuestra legislación, bajo ciertas situaciones excepcionales, razón por la cual no cabe hablar de un derecho absoluto a la vida biológica), pero no cualquiera y no injustificadamente. Sin embargo, en nuestro lenguaje, el concepto más apropiado es el de abortar (y no el de matar) pues da cuenta –de mejor manera– de un proceso de formación que es interrumpido (aunque no sea de su agrado el concepto). En tal sentido, creo oportuno señalar –sólo a modo ejemplar– que en los casos de embarazos ectópicos, el procedimiento para interrumpir el embarazo es un aborto (aunque algunos no quieran llamarlo así) y es directo, pues el procedimiento médico consiste en disolver (por medio de medicamentos como el metrotrexato) y/o extraer (mediante cirugía) al embrión o feto, sin que siempre sea necesaria la extracción de la trompa de Falopio comprometida. En tal contexto, señalar que esta práctica no es un aborto directo, sí que es una acrobacia argumentativa tan aventurada como falaz.

Y, retomando la causal que convoca este debate, la práctica de un aborto no implica una acción injustificada, pues estamos hablando, por una parte, de vidas biológicas que lamentablemente –y esto lo digo con sincero pesar– no tendrán la capacidad de ejercer como agentes morales autónomos (nota: creo que ya he explicado a qué me refiero con esto y, por tanto, ruego desviar el debate a cualquier tipo de discapacidad o malformación), lo cual conlleva necesariamente que toda la experiencia resultaría pueril para quien se dice defender, ergo, no se identifica un daño subjetivo; mientras que, por otra parte, hablamos de la vida de una mujer cuya salud física y mental (también un derecho humano –aunque a veces se olvide– que el Estado debe proteger y promover) puede verse seriamente afectada, generándose un daño presente, probable y específico.

Luego, si quitar la vida del ser en gestación no implica un daño en términos estrictamente terrenales, mientras que obligar a una mujer a vivir un martirio o tortura puede generar un daño real y plausible en ésta, creo que despenalizar el aborto en tales circunstancias (esto permitir que sea la mujer quien decida) es una solución proporcional, respetuosa de nuestros derechos humanos en forma integral y la única que se ajusta a una sociedad libre y democrática.

Ha sido muy gentil en compartir sus ideas con nosotros y con toda la comunidad del Quinto Poder

atentos saludos.

Mauricio

Pd1: Nunca he logrado comprender qué tiene que ver la condición de debilidad del ser en gestación (“ser humano más débil” en relación con la mujer gestante), cuando discutimos la despenalización del aborto bajo la causal en comento, pues parto de la base que efectivamente el ser en gestación, por su condición de ser humano, merece –prima facie– ser protegido por el Estado, al igual que la mujer. Luego, si asumimos que ambas vidas merecen igual protección ¿por qué una vida sería más débil que otra en la trágica situación en comento, si ambas están envueltas en una circunstancia indeseada y de la cual ninguna es responsable? Luego, tanto la acción como la omisión, generan consecuencias y, por aquello, es necesario hacerse cargo del dilema ético que plantea la situación comentada.

Pd2: Entiendo que continúa haciendo uso de la palabra eugenesia, sin considerar su origen y fines primigenios (mejoramiento de la raza). Creo que aquello es un error, mas lo importante es dejar en claro que no estamos hablando de eso.

Pd3: Siguen sin contestarse las preguntas que dejara Karen: ¿Por qué no conceder la posibilidad de evitar tanto dolor humano que además resulta pueril para quien se dice defender? ¿Para qué? ¿Para defender los intereses de quién?; y agrego otra ¿alguna vez, alguien se animará a contestar estas preguntas tan complejas como profundas?

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