Doloroso. Así calificó Angela Merkel el acuerdo entre la CDU y el SPD que le permitirá un cuarto mandato, que obtiene tras un pobre 33% y tras un fallido acuerdo con liberales y verdes. Doloroso ya que significa un cese en la política de austeridad impulsada por su gobierno anterior y un retorno a mayor gasto público. Doloroso también para Schulz debido a las fuertes críticas recibidas por sus partidarios que notan ausencia de propuestas clave en redistribución y seguridad social. Crítica interna que es, en el fondo, una crítica a la ya insostenible forma de actuar de los partidos socialdemócratas que han evidenciado una incapacidad de generar un proyecto político que ofrezca respuesta a los desafíos del siglo XXI y a la etapa actual del capitalismo y su forma de determinar la hegemonía, aceptando un orden social que aparenta ser unívoco, y hasta natural, y al que se aspira como horizonte reformar parcialmente y administrar con un rostro humano.
Es imperativo que la Socialdemocracia se sacuda de influencias conformistas y hegemónicas y se proyecte como una alternativa democrática llena de contenido socialista. Se requiere una reconstrucción de pueblo a partir de la cesión de poder desde las instituciones para permitir la autodeterminación.
Resulta relevante el proceso alemán para entender la crisis de la Socialdemocracia en medio del surgimiento de nuevas alternativas de izquierda y perdiendo la posición de ser la principal fuerza progresista durante el siglo XX. La crisis de la Socialdemocracia es fundamentalmente de identidad, que ha determinado una imposibilidad de interpretar bien a la sociedad actual, surgida tras la caída del socialismo y configurada por la determinación hegemónica sin contrapeso del capitalismo. Todo en un contexto donde la hegemonía se disputa lejos de Europa y donde este actúa más bien como un gran burócrata con una Unión Europea cada vez más cuestionada.
Es fundamental entonces fijar un horizonte al cual aspirar, que otorgue significados sólidos y realizables a significantes vacíos como lo son hoy la izquierda y el progresismo. Debemos exigirnos aspirar a un progresismo realmente disponible a imaginar una realidad más allá de la mera administración “social” del modelo y disputar la transformación de la realidad como el antagonismo fundamental. Debemos focalizar los esfuerzos en construir una respuesta colectiva que, a partir de los valores fundantes de la Socialdemocracia, genere un relato pertinente a nuestro país y contemporáneo respecto de sus formas de relaciones sociales. Quiero proponer a continuación algunas definiciones que podrían contribuir a esta construcción:
Una democracia radical
La consagración de la Democracia como legitimador de los principios de libertad e igualdad en el imaginario de la modernidad debe ser considerado como un punto de inicio para cualquier proyecto político que quiera superar el estado actual de las cosas. Es obvio que el imaginario está determinado por los principios de libertad e igualdad, constituyéndose como poderosos significantes en ámbitos que superan los de origen y que han determinado la forma en la que se relaciona el pueblo con el Estado. Y eso no escapa a la Socialdemocracia, desde aceptada la responsabilidad del Estado por el bienestar de los ciudadanos generando un número creciente de relaciones entre los ciudadanos, mercado y Estado, dando forma a una cultura democrática que eleva deseos de libertad e igualdad y que manifiestan a su vez nuevos antagonismos y conflicto social.
¿Se trata entonces de extender los programas sociales, medidas y contramedidas que permitan satisfacer las demandas y controlar el conflicto social? Es poco probable que un proyecto político modifique la realidad siguiendo ese camino. Es más seguro que avanzando hacia una democracia radical, es decir, la consagración y garantía de que las instituciones existen para permitir la disputa por la hegemonía mediante la articulación de los antagonismos, se pueda lograr superar la época de la hegemonía neoliberal. Es comprender que la democracia reside en el seno de la disputa hegemónica y no en el voto ni en las instituciones formales. Se trata finalmente de superar proyectos anteriores y transitar a un proyecto demócrata que llenó de contenidos socialistas.
Una relectura del proceso social y el cambio epocal
Con Gramsci entendemos por hegemonía como la forma en que las clases dominantes ejercen el control sobre las clases dominadas, no solo en lo económico/político si no que también en la religión, la educación y los medios en esta construcción cultural que determina las relaciones de poder. No cabe duda que con la caída del socialismo, se ha configurado un escenario donde la hegemonía capitalista domina sin contrapeso. Más aún, la globalización ha establecido la estandarización de la hegemonía a lo largo y ancho del planeta, que operó hasta la crisis del subprime de 2008. Es a partir de este momento donde se observa que el sistema financiero neoliberal sufre síntomas de agotamiento como mecanismo de acumulación. Y con ello de la hegemonía determinada por los últimos 30 años. Se hace necesario poner atención a las señales ofrecidas para comprender el cambio epocal y tener un rol activo en la construcción de una nueva realidad.
La construcción del relato y el advenimiento del nuevo sujeto histórico
Es imperativo que la Socialdemocracia se sacuda de influencias conformistas y hegemónicas y se proyecte como una alternativa democrática llena de contenido socialista. Se requiere una reconstrucción de pueblo a partir de la cesión de poder desde las instituciones para permitir la autodeterminación. Este es un camino legítimo para la búsqueda de transformaciones sostenibles y sistemáticas por la vía democrática. Se debe ser culturalmente radical y crear una alternativa creíble al orden neoliberal, con reformas estructurales que superen el marco institucional establecido. Debemos entender que el pueblo no es algo dado que espera ser caracterizado, si no que el pueblo es fundamentalmente líquido y exige ser autodeterminado por sí mismo, construyendo su propio relato, su propia capacidad de dar nombre a la realidad y constituir de esa manera a un nuevo sujeto histórico.
Comentarios
24 de marzo
Si se observa con atención, la socialdemocracia no tiene ninguna chance, ninguna oportunidad de crecer al menos en el contexto nacional, siempre será ahogada, afixiada, o rápidamente colonizada por el neo-marxismo, este es muy fuerte y con enorme capacidad proselitista.
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