Realizando un análisis sobre concentración de medios de comunicación y su vinculación con los grupos económicos, fui a parar frente a una planilla Excel con el sugerente título de “Grupos Empresariales – Septiembre de 2014”. El documento, elaborado por la Superintendencia de Valores y Seguros, consigna la nómina de acuerdo a lo estipulado por el Título XV de la Ley de Mercado de Valores y que los define como el “conjunto de entidades que presentan vínculos de tal naturaleza en su propiedad, administración o responsabilidad crediticia, que hacen presumir que la actuación económica y financiera de sus integrantes está guiada por los intereses comunes del grupo o subordinada a éstos, o que existen riesgos financieros comunes en los créditos que se les otorgan o en la adquisición de valores que emiten”.
Según el informe son 117 los grupos empresariales (la ley no les llama grupos económicos) vigentes a la fecha. Muchos de ellos controlados por las ya conocidas familias Luksic, Matte, Angelini, Saieh, Claro, Yarur, Solari, Paulmann, Hurtado Vicuña, entre varias otras. A ellas se suman algunos holding extranjeros como Santander, Enel, AES Corporation.
Son estos los conglomerados que concentran la producción de gran parte de los bienes y servicios de los que se dispone en el país (con algunas escasas excepciones estatales como BancoEstado, Enap, los metrotrenes de Valparaíso y de Santiago, etc) y gracias a los cuales engrosan sus utilidades día a día. Y claro, gran parte de ellos opera en áreas fundamentales: salud, educación, previsión social, medios de comunicación, combustibles, alimentos, etc.Cuando uno escucha decir que en Chile ciertos servicios básicos son caros (electricidad, agua potable) uno sabe que parte de ese sobreprecio tiene relación con la riqueza que se concentra en determinados grupos empresariales y no necesaria y únicamente por falta de “proyectos”.
Veamos algunos ejemplos.
Según el último Ranking de Grupos Económicos elaborado por el Centro de Estudios en Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo a junio de 2014, durante el segundo trimestre de este año los ingresos del grupo Angelini fueron de unos $ 9.431.814.919.000 (poco más de U$ 17 mil millones), le siguió Paulmann con $ 5.075.195.561.000 (poco más de U$ 9 mil millones), luego Luksic con $ 4.191.119.938.000 (U$ 7.500 millones), Solari con $ 3.350.707.475.000 (U$ 6 mil millones) y Matte con $ 3.301.122.107.000 (también con U$ 6 mil millones).
Este panorama justifica en alguna medida el triste récord de ser el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico con el mayor coeficiente de Gini, es decir, el que cuenta con mayor desigualdad en los ingresos entre ricos y pobres. Ricos que se encuentran entre los principales integrantes de tales grupos económicos y pobres (junto a un caudal importante de clase media) que son quienes adquieren los productos y servicios que los primeros ponen a su disposición en el mercado. Entre ellos salud, educación, previsión social, medios de comunicación, combustibles, alimentos, etc., etc., etc.
Por eso cuando uno escucha decir que en Chile ciertos servicios básicos son caros (electricidad, agua potable) uno sabe que parte de ese sobreprecio tiene relación con la riqueza que se concentra en determinados grupos empresariales y no necesaria y únicamente por falta de “proyectos”, como a veces nos quieren hacer creer. Si optaran por obtener menos utilidades, ¿no podría ello redundar en costos menos elevados para quienes no tienen ingresos suficientes para vivir con un poco de dignidad?
Lo sabe uno también cuando se habla de las tarifas de las líneas aéreas, el costo de las carreras universitarias, las comisiones de las AFP y las Isapres, la banca y un sinnúmero de formas en que la elite escandalosamente rica de Chile desangra gota a gota a una ciudadanía que, lamentablemente, muchas veces no entiende el profundo significado de una sociedad que garantice derechos esenciales para sus integrantes.
Y eso que no entraremos acá a debatir sobre cómo esta riqueza se sustenta en la apropiación de los recursos naturales de todos y la intervención de múltiples territorios y comunidades.
Chile es un país rico. El problema es que dicha riqueza está concentrada. Y claro, esto no es ninguna novedad, pero un poco de memoria y refresco nunca está de más para comenzar a cambiar. Para comenzar a construir ese futuro distinto.
Porque no solo de Excel vive el hombre. También de los sueños de un mundo mejor que nacen del Word.
Comentarios
26 de noviembre
Estimado don Patricio:
Excelente artículo, lo cual se agradece.
Si bien es cierto que no comparto algunas apreciaciones relativas al futuro de la región patagónica, son artículos como este y otros del mismo orden los que nos acercan y están en la línea que de una u otra manera debemos comunicar e informar a nuestro ciudadanos quienes son y como se desenvuelven y operan los grupos monopólico en nuestra nación especialmente aquellos orientados a satisfacer las necesidades primarias de la población.
Es efectivo que la riqueza se ha concentrado y lo peor que la concentración de esta riqueza, ha sido unilateral, es decir, solo ha beneficiado a los de siempre en perjuicio del resto.
Se ha llegado a tal grado que hasta se benefician de los ahorros de los trabajadores mediante las AFP y las Isapres, solo por nombrar a las mas conocidas, ni siquiera aportan o por lo menos compartir en algo los beneficios en la excesivas ganancias que obtienen (lucro) con los recursos previsionales que utilizan para sus negocios a un interés casi regalado.
A modo de ejemplo y Siguiendo la línea, vemos como las ISAPRES con la colusión que tienen con las Clínicas, recuperan la inversión en menos de tres años, basta ver los resultados que están a disposición el la respectiva superintendencia si a eso no se le llama usura desmedida. Como será de fenomenal este negocio que si revisamos y auditamos realmente estos balances las utilidades ocultas son tan desmedidas como las que reflejan los estados financieros.
Saludos.
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26 de noviembre
Al parecer la gran mayoría se resiste a ver la realidad. Pero lo peor es quienes ven la realidad se resisten al hecho de que tienen el real poder de hacer algo. Resistencia que nace del «adoctrinamiento» que nace de una mala educación y fomentado por una desinformación sistematizada por parte de los medios.
No es novedad que gran parte de la población se declare «apolitica» según la ultima encuesta CEP, que ademas refleja un profundo desinterés sumado también a una profunda desconfianza en las instituciones. Todo esto amparado en argumentos como «no voy a cambiar nada con mi voto»
En el gobierno de Sebastian Piñera se reformo el sistema electoral implementando la inscripción automática y el voto voluntario. Sin embargo, nadie cayo en cuenta que esta medida traía consigo una disminución en las horas de educación cívica en los colegios, la cual ya era deficiente.
El resultado está a la vista. Mas de la mitad del padrón electoral no concurrió a las urnas.
Y después de una mala formación cívica en donde con suerte logran entender que existen tres poderes en un estado democrático, estamos lanzando sistemáticamente al mercado laboral a ejércitos de autómatas que se levantan a las 5:30 de la mañana para viajar en calidad de ganado en un transporte precario para llegar a trabajos igual de precarios, trabajar 8 horas diarias para volver a sus casas, en las mismas condiciones en las cuales llegaron, a las 10 de la noche solo para descansar y volver a empezar al día siguiente.
Todo el maldito sistema esta hecho para procurar gruesas utilidades a estos grupos económicos a través de fomentar la ignorancia y el desinterés por temas políticos y por la dependencia a lo que ofrecen.
Seguimos siendo una sociedad mediocre. Una sociedad de borregos, de marionetas que bailan al ritmo que imponen estos grupos económicos. Lo mas lamentable es que nuestra clase política, no escapa a eso de ser marioneta. La diferencia es que ellos se benefician mucho mas por dejarse manipular.
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