Llama poderosamente la atención que la propaganda política de las diferentes candidaturas, pero principalmente aquellas para el Congreso Nacional, donde salta a la vista notoria (y por estos días obvia) falta de adscripción a un partido político o, siendo militante, omitan la relación al partido por cuyo cupo se opta a un cargo de elección popular.
Por estos días lo idiota es mostrarse como una candidatura de algún partido político. En general. En el ambiente, en las conversaciones en la micro, metro, en el trabajo, la sensación de hastío y desconfianza con el sistema de partidos, empujaron a los equipos a ajustar su estrategia utilizando lo menos posible la marca o la asociación con un partido.
Entonces, ¿cómo se puede verificar que una candidatura es independiente? Y, en todo caso, ¿qué significa que una candidatura sea independiente?
Para poder responder a ambas preguntas, es preciso determinar primero que hace a una candidatura ser calificada de independiente. Cuando se habla de candidaturas independientes, se sobreentiende que dicho calificativo depende de la relación entre el proceso eleccionario y el sistema de partidos políticos. Es decir, que para catalogar de independiente a una candidatura, esta se hace en base a si dicha candidatura presenta un patrocinio apoyado por un partido político o, por el contrario, se presenta con el respaldo o patrocinio ciudadano a través de un número determinado de firmas debidamente formalizadas ante la autoridad señalada por la ley, para comprender que dicha postulación es inscrita por fuera del sistema de partidos políticos y, por tanto, se le denomina independiente.Las candidaturas a cargos políticos no pueden ser analizadas en esa suerte de pureza ideológica, sino precisamente se construyen desde puntos de vistas, perspectivas o conscientes colectivos y que forman el pensamiento político de un persona
Sin embargo, en determinados sectores, principalmente ubicados en la derecha del espectro político, en un esfuerzo o añoranza de escapar de lo político (lo que resulta algo contranatural, entendiendo que las personas somos animales políticos; según la tradición metafísica aristotélica, a la que adhiere; sino toda la humanidad, gran parte de esta), han impulsado que la pureza de la objetividad y la virtud del deseo individual deben ser la respuesta suficiente a los problemas. Esta búsqueda infructuosa por parte de este grupo de separar lo político de la vida en comunidad y de las decisiones que se toman en ella, promoviendo que solo desde una perspectiva privada o individualista se resuelven los problemas, tiene efectos nocivos, pues busca no promover el debate y respetar la diferencia, sino cancelarlas unificando todo pensamiento a un razonamiento economicista o utilitarista de las relaciones al interior de la comunidad política, trastocando incluso el concepto de democracia.
Las candidaturas a cargos políticos no pueden, en consecuencia, ser analizadas en esa suerte de pureza ideológica, sino precisamente se construyen desde puntos de vistas, perspectivas o conscientes colectivos y que forman el pensamiento político de un persona. Ejemplo de esto podemos observarlos en los casos de Jaime Mañalich y Fabiola Campillai.
No sorprende que personas como el exministro Mañalich, quien corre por un asiento al Senado en cupo de Evópoli, se presente como independiente. Para nadie es un misterio que el señor Mañalich adhiere a ideas de derecha, postula por un partido de derecha, abiertamente anticomunista, con apoyo financiero que ya quisieran otras candidaturas, sin embargo es independiente porque no está registrado oficialmente en ningún partido político. Por lo tanto, la base para construir su candidatura básicamente es: Ser independiente, exministro de salud del gobierno en curso, y ser médico.
Entonces, ¿es efectivamente independiente el exministro Mañalich? No se sabe, por el momento.
Otra perspectiva y experiencia es la construcción de la candidatura de Fabiola Campillai Rojas. Esta mujer, obrera en una planta procesadora de alimentos, pobladora de San Bernardo, víctima de la brutalidad policiaca acaecida en los hechos de las revueltas y levantamiento popular de octubre de 2019, que se postula al senado, también como independiente. El célebre periódico inglés The Guardian publicó en su sitio web el pasado 09 de noviembre un reportaje sobre Fabiola, su historia, su fuerza, su transformación y deseo de participar desde el Senado el proceso de cambio que atraviesa Chile. En ella se describe la situación de Fabiola con sus propias palabras: “Nunca recuperaré mis ojos […] Pero quiero convertir esta tragedia en fortaleza y seguir luchando. No solo desde las calles, como antes; sino desde el Congreso. Quiero estar allí para ayudar a cambiar todo”.
Sin duda alguna, por historia de vida, por su trabajo social como dirigente vecinal, y por su reciente transitar hacia una vida sin vista, sin olfato y sin gusto, la postura ética y estética de Fabiolan (antineoliberal) no necesariamente (y evidentemente no lo es) será la misma que Mañalich e, inclusive, encontrarse en las antípodas del proyecto el uno con la otra. Pero en caso alguno puede sostenerse que Jaime Mañalich o Fabiola Campillai, efectivamente no sean independientes. Todo lo contrario.
Entonces, ¿existe eso de las candidaturas independientes? Depende. Si hablas en el sentido de no formar parte del sistema de partidos, sí. En cambio, si lo sostienes desde una perspectiva de pureza ideológica o de objetividad política, no.
No hay posibilidad alguna de realización de la democracia en base a pensamientos objetivos, limpios de punto de vista subjetivo. Eso no es democracia, pues si consideramos que la democracia solo se realiza en lo diverso entre pares (el inter homines ese, de Arendt), o rescatando el diálogo polémico de la democracia agonística de Chanal Mouffe, en toda declaración política concurre, para ser tal, la posición, ubicación o perspectiva subjetiva desde donde la persona declara políticamente a la comunidad su intensión de representar esa perspectiva en la asamblea. Ahí y solo ahí, se verifica lo político y no en lo objetivo, o en lo pretendido “independiente” en el sentido que pretende Mañalich. Por tanto, ojo donde ponga su voto, porque la independencia, no es ideológica, sino del sistema de partidos políticos únicamente.
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