En la educación media descubrí mi pasión por la lectura. Para ese entonces recurría a la biblioteca escolar para buscar títulos atractivos. Así conocí a José Donoso y Joaquín Edwards Bello, que me siguen maravillando. Cuando aquella pequeña biblioteca abastecida a partir de donaciones se me hizo conocida, busqué otras alternativas. Así llegué a la Biblioviva del Plaza Vespucio –que sin ánimo de promocionar me pareció increíble porque además tenía grandes colecciones de diarios y periódicos- y al Bibliometro. Aunque tenía que tomar micro para llegar a cualquiera de las dos, guardo un grato recuerdo porque era una buena excusa para visitar el centro de la Florida, además, así conocí a Augusto Monterroso y Mauricio Redolés. También tuve un vecino de la edad de mis padres que gustaba de la lectura y que, viendo mi interés me facilitó algunas cosas como Alberto Fouguet –que me pareció impresionante aunque ahora que lo pienso debió ser por las hormonas de los 14 años- y Mario Vargas Llosa, que aún me continúa encantando.
¿Libros de mi propiedad? Pocos: uno que otro regalo de algún familiar en navidad o cumpleaños y algunos de la colección que Julio Cortázar que se vendía en no sé qué diario, pues ¿qué otra opción tenía cómo joven de clase media sin poder adquisitivo ni biblioteca heredada? Han pasado más de diez años y algo más he podido adquirir mediante ferias de las pulgas y aprovechando la visita de cualquier familiar o amistad a Argentina que viene figurándoseme como el paraíso de lectura y no sólo por el precio y la cantidad de librerías sino que sobre todo por la variedad de oferta temática ¡qué maravilla preguntar por cine, género o memoria y que existan estantes solamente dedicados a ello!
Estos recuerdos se me vinieron a la mente a propósito de mi búsqueda de libros de filosofía y género para aprovechar las vacaciones. En Santiago, la oferta del centro me dirigió a la calle Huérfanos, pero inmediatamente los precios –en las grandes librerías- o la variedad –en las pequeñas- me dejaron casi con las manos vacías. Creo que fuera de la oferta literaria, resulta difícil encontrar opciones más específicas, de hecho, como estudiante universitaria nunca leí algo que no fuera fotocopiado o prestado de la biblioteca. ¿Qué otras opciones quedan? Bueno, las ediciones baratas que de pronto aparecen en San Diego, aunque sin lugar a dudas está dedicado más a la literatura complementaria ¡Si incluso la oferta de libros pirateados no varían de Isabel Allende, Osho y Harry Potter!
Evidentemente este es un tema profundo que se relaciona con el tantas veces mencionado impuesto al libro, pero creo que también se vincula con el enfoque de las librerías que a mi parecer están demasiado dirigidas a los best sellers y las que no lo están, tienen precios no aptos para la clase media. Al menos de la que ocupa locomoción pública. Si le preguntamos a algún dueño de librería, seguramente argumentará que es un negociado de las editoriales, sin embargo ¿qué nos queda entonces? La invitación a la clase media lectora es a seguir ingeniándose para encontrar lo bueno y barato, recurrir al trueque o invertir en un lector de libros aunque –por lo menos yo- aún mantengo la nostalgia del papel.
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Foto: kirapollito / Licencia CC
Comentarios
22 de febrero
Interesante reflexión, Carolina, y creo que son muchas las personas las que comparten tu raciocinio. Sé que quizás las lecturas que querías para este verano (filosofía y género), no son precisamente las más populares, por lo que no son los ámbitos de mayor desarrollo de las colecciones de las bibliotecas públicas. Sin embargo, tras años trabajando en el sistema de bibliotecas públicas, doy fe que en varias de ellas (la Biblioteca de Santiago, por ejemplo) hay una oferta muy amplía sobre esos temas. ¿Por qué no acudiste a ellas, retomando esa relación que tenías mientras estudiabas? Me interesa mucho tu respuesta, ya que quizá hay acá un potencial (la capacidad de servicio de las bibliotecas) aún sin explotar.
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23 de febrero
Mucho gusto Enzo! suena atractivo tu trabajo y respecto a mis visitas a las bibliotecas, debo asumir que he perdido la costumbre, nada más visito la del MINEDUC porque soy profesora y la Biblioteca Nacional por la oferta de revistas antiguas y tesis. En cuento a la capacidad de servicio de las bibliotecas: creo que es un gran avance que existan los catalogos online pero en la Biblioteca y el Archivo Nacional falta un trato ameno hacia los nuevos/as visitantes… muchas veces me he fijado que son los/as mismos/as usuarios quienes terminan por asesorar en el uso o incluso respecto a las instalaciones. Lo que me recuerda una arista que no traté en el texto de arriba porque se extendería demasiado, me refiero a los/as vendedores/as de las librerías… estoy segura de que existen estudiantes de sobra que trabajarían en librerías y pódrían asesorar de buena manera…. en Argentina lo ví y me pareció maravilloso, de pronto un buen vendedor de libros no sólo vende sino que orienta, recomienda. Por poner un ejemplo: en una librería grande de Huérfanos pregunté por mujeres y feminismo y ¡¡me ofrecieron manuales de sexualidad y auto-ayuda!!!!
Me despido abogando por las temáticas poco populares y seguiré tu consejo de la Biblioteca de Santiago
Saludos!
23 de febrero
Lo bueno es que ahora en Internet hay muchos sitios donde se pueden encontrar libros en pdf, pirateados o con permiso, de todo tipo, desde autores clásicos hasta libros de auto ayuda, que acá en Chile no se venden por abc motivo.
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23 de febrero
¿y existirá algún sitio de intercambio? Si se vende o intercambia ropa y cosas por el estilo debe existir de libros. Saludos Jorge
24 de febrero
No lo sé, pero podría inventarse. En Estados Unidos, tengo entendido que incluso, se usa o usaba dejar un libro en una banca de alguna plaza, y la gente que se sentaba, lo leía. Y luego cuando se iban lo dejan para otro lector…
Lo otro sería promover la creación de grupos de lectura, donde se leen libros y se conversa sobre ellos…
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24 de febrero
Jorge Andrés, la práctica a la cual te refieres se denomina bookcrossing y en Chile hay una iniciativa: Libro Libre. Su sitio web es este http://www.librolibrechile.cl/sitio/
Sobre talleres de lectura, hay varias iniciativas. Una de ellas (que tiene costo, no es gratuita) es la Escuela de Lectores. Funcionó el 2011, pero no sé si el 2012 tendrán actividades planificadas. Su sitio web es este http://www.escueladelectores.cl/