Analizar el primer mes de gobierno hace unos años sería catalogado de prematuro y que de ninguna manera marcaría el desarrollo del mandato. En la actualidad, con los niveles de incertidumbre político y económicos, con una pandemia y guerra en desarrollo, y una desconfianza instalada sobre las instituciones, es necesario revisar las primeras cuatro semanas de gobierno con un ánimo crítico y constructivo, con la finalidad de ir reconstruyendo la gobernabilidad tensionada durante el último mandato.
La asunción del Gobierno nos dejó una foto de postal, un gabinete con mayoría de mujeres en cargos importantes, marcando una clara señal: un Gobierno de rasgo feminista. Esto último, fue una promesa de campaña, quedando de manifiesto con la incorporación al comité político de la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana. Además, el 11 de marzo fue emocionante para aquellos partidarios de Boric, donde en su discurso indicó la necesidad de construir una sociedad más justa, junto con repasar las demandas sociales de educación, pensión, salud, y de realizar un llamado al espectro político de generar un espíritu colaborativo.Este primer mes ha estado marcado por el excesivo entusiasmo de querer demostrarse distintos, diligentes y eficaces en la resolución de problemas que están instalados hace años en nuestro país, lo que les ha costado cometer los errores y enfrentarse a los desafíos planteados.
La denominada “luna de miel” tuvo un abrupto final con el primer gran problema: la visita de la ministra del interior Izkia Siches a la comunidad de Temucuicui, la cual fue amedrentada con disparos. Si bien desde el interior del Gobierno se le intentó bajar el perfil, su actuar fue débil, marcando un precedente respecto a las acciones que debe tomar el ejecutivo, o cualquier ciudadano, cuando se presencian situaciones de violencia. Acá la primera crítica: la violencia debe ser condenada (aunque suene cliché) y tomar acciones dentro del marco de la ley para evitarlas, exteriorizando una preocupación, dando señales a la opinión pública que actos de dicha connotación no pueden ocurrir. No es contradictorio estar en contra de las expresiones de violencia y dialogar, más cuando son mayoría quienes quieren una salida pacífica del conflicto entre el Estado y el pueblo Mapuche.
La ministra Siches protagonizó otros dos episodios incómodos para el Gobierno: el primero, referirse como Wallmapu al territorio mapuche, sin considerar que la aplicación de este concepto también hace referencia a parte de Argentina, por lo que se tuvo que salir al paso con disculpas para evitar algún inconveniente a nivel internacional. El segundo episodio es sobre la denuncia ante la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Cámara de Diputadas y Diputados sobre un avión con ciudadanos venezolanos expulsados que no pudo aterrizar y fue devuelto con los pasajeros. En ambos episodios la ministra pidió las disculpas correspondientes, el último error significó ausentarse de la vida pública por unos días, centrando las críticas en la figura del presidente y de si fue correcta la designación de la ministra Siches. Si bien no se puede dudar de que las disculpas son genuinas, nuevamente, un error atribuible a la inexperiencia respecto a abstenerse de la vida pública, abrió un flanco de ataque al Gobierno, ya que el silencio permitió criticar la falta de idoneidad de la ministra Siches para el cargo.
Otro problema para el Gobierno suscitó durante la tramitación del Quinto Retiro de los ahorros de las AFP, donde se evidenció la dificultad para alinear a los parlamentarios de su sector, para que no prosperara el retiro del 10% universal, en particular a los provenientes de Nuevo Pacto Social (PS, PPD, PR), con un sector de parlamentarios que se inclinaba a la posibilidad de aprobar el retiro en virtud de la crisis económica y alzas de precios. En este complejo escenario para su postura, el Ejecutivo presentó una propuesta alternativa de retiro para el pago de deudas asociadas a la salud, vivienda, entre otros, y, además, negoció y envío una reforma constitucional sobre la inexpropiabilidad de los fondos de pensiones exigido por la oposición para rechazar un nuevo retiro de fondos. Si bien ambos proyectos de retiro fueron rechazados, el Gobierno no tuvo capacidad para marcar una agenda conjunta en su sector, acercar posiciones más de “centro”, como la DC, y terminó aceptando la propuesta de derecha. En términos prácticos, se cumplió el objetivo de no inyectar más inflación a la economía, pero el Presidente Boric no pasó su primera prueba como jefe de la coalición, no pudo coordinar y proponer, solo acatar la opción menos mala, es de esperar que en lo que resta de gobierno no se coloqué en entredicho su liderazgo, más cuando quien te da soporte es una coalición circunstancial.
Por otra parte, se da la situación de ministros opinando a cuestiones diferentes a sus carteras, propias de un periodo de campaña (como la ministra de Bienes Nacionales opinando sobre la refundación de Carabineros). No es que no puedan opinar, la cuestión es si dicha opinión puede ocasionar una tensión entre ministros, que, por parte de quienes están en contra de este Gobierno, puedan tildar de desorden y falta de conducción del presidente.
Era claro que el primer mes de este Gobierno iba a estar en el centro de atención por el estilo demostrado antes de asumir (un presidente joven y cercano) y por cómo se instalaría un Gobierno de una coalición nueva (Frente Amplio + PC) que sumaba a los partidos clásicos (de la ex nueva mayoría), pero este primer mes ha estado marcado por el excesivo entusiasmo de querer demostrarse distintos, diligentes y eficaces en la resolución de problemas que están instalados hace años en nuestro país, lo que les ha costado cometer los errores y enfrentarse a los desafíos planteados. Para ejercer una política distinta y nueva no es necesario dar solución inmediata a las problemáticas, es trazar una ruta que permitan viabilizar dichas soluciones, sobre todo en un periodo corto, que será sometida a evaluación en cuatro años.
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