El diputado Jose Manuel Edwards (RN) no tuvo el menor empacho de discursar por los medios, hace algunos días atrás, que Jovino Novoa (UDI) -jerarca y líder ideológico de la derecha- era un prisionero político de la Nueva Mayoría. La frase quedó rondando en mi cabeza y, sin querer entrar en detalles específicos del caso de Jovino Novoa, me recordó que para mi generación -que vivimos la dictadura en todo su esplendor- hablar de presos políticos es algo muy serio y vuelve a introducirme en el oscuro mundo que vivimos en esos años y que es indudable que todos esperamos que nunca más vuelva a repetirse en Chile una situación como esa.
Reflexionando sobre la frase del diputado Edwards, perfectamente podríamos revertirla y sustentar que los verdaderos presos políticos somos los ciudadanos, engrillados a una clase política que tocó fondo, y que cada día que pasa nos sorprendemos con la forma de actuar de los congresistas de todas las ideologías y partidos políticos, muchos de los cuales -si no fuera por el fuero parlamentario- estarían respondiendo ante la justicia como el señor Novoa. Lo que apreciamos los ciudadanos es que, al parecer, nuestros parlamentarios no quieren hacer un país mejor para todos; y la idea que prevalece es hacer lo mejor para ellos mismos, dejando de lado el futuro del país, con gratitud hacia quienes los han elegido, y con una falta de sentido común inentendible en una casta que debería tener la capacidad entender la seriedad del momento histórico.El carácter reservado lo hace altamente pernicioso por las implicaciones legislativas, y crea la posibilidad de que nuestros parlamentarios puedan ser manipulados.
El tema de los aportes reservados no es un tema menor. El otro día un amigo, algo enojado cuando conversamos sobre el tema, defendió vehementemente los aportes reservados con ojos enturbiados y casi encolerizado, aseverando que todo es perfectamente legal; pero, la verdad, no es tan así y muchos no ven el fondo de la temática y lo que ello ha significado para el país. Cuando analizamos el objetivo de la ley que permitió los aportes reservados, vemos que tuvo como fundamento permitir que las empresas aseguraran representación en el congreso, estructura que le dio a las empresas la oportunidad de tener bancadas de representación propia y aún más representativas que los mismos partidos políticos, haciéndose factible hablar de bancadas de SQM, PENTA, CENCO, CORPESCA, y desvirtuando totalmente los objetivos constitucionales de legislar.
Lo que hace estructuralmente poco adecuado al aporte reservado es su carácter reservado, ya que no transparenta la información al público como ocurre en países miembros de la OCDE. Si fuesen aportes transparentes y por ley, y el parlamentario no pudiese votar en leyes que se relacionen con la empresa que realizó el aporte, no sería un problema tan grave como lo es en la actualidad. El carácter reservado lo hace altamente pernicioso por las implicaciones legislativas, y crea la posibilidad de que nuestros parlamentarios puedan ser manipulados. Además, estos aportes no son solo posibles en temporada de campañas como muchos piensan, pueden hacerse en cualquier período de tiempo, y no son tan reservados como nos quieren hacer creer. Las empresas lógicamente a través de sus lobistas se encargan de hacérselos saber de mil maneras a los parlamentarios.
El presidente del senado, Patricio Walker (DC-Aysén), ha salido a la palestra con la propuesta de constituir una comisión de ética y probidad en el congreso para ver estos temas; pero todos sabemos que es complicado pedir que ellos mismos se fiscalicen, es ilógico y fuera de contexto, sobre todo si ya existe una comisión con ese objetivo que poco y nada ha hecho para que no ocurran irregularidades. Si el presidente del senado, de verdad, quiere solucionar el tema y no quedar solo en el discurso, correspondería crear una superintendencia de ética y probidad independiente, con autoridad y plenas capacidades de gestión, fiscalización y punición para aquellos parlamentarios que incurran en delito. Con ello, no tengo dudas de que terminaría un gran porcentaje de estos delitos.
La renovación parlamentaria ha dejado de ser en la actualidad una intención y se ha transformado en una necesidad de supervivencia para el país, para que definitivamente el congreso pueda cumplir con su rol legislativo como corresponde en representación de la ciudadanía que los eligió. Lamentablemente hemos llegado a un punto de no retorno histórico que no debemos desaprovechar bajo ningún punto de vista.
Cuando el vínculo soberano fundamental de la confianza entre la ciudadanía y el mundo político se quiebra y no se repara a tiempo, es indudable que el caos y la anarquía pueden estar a la vuelta de la esquina.
Comentarios
27 de julio
A grandes rasgos comparto tu punto de vista, es verdad, somos de alguna forma prisioneros de un grupo desconocido de políticos (quizás entre ellos haya gente bien intencionada) cuya forma de llegada al poder es cuestionable, y de alguna manera oscura. Dicho eso, las mayorías relativas que se forman intentan cambiar el país cada vez que pueden y a su pinta, buscan con afán destruir lo anterior y empezar de nuevo, veo en todo esto una alta cuota de irresponsabilidad, es como caminar sobre arenas sueltas, nunca avanzamos, siempre hay intenciones de reformar y reformar no en pos de una sociedad de más oportunidades y más justa, sino que cumplir con la agenda de grupúsculos de presión, y orientar la marcha de la sociedad hacia sus utopías, modas, y directrices, normalmente diseñadas para controlarlo todo, como si el ímpetu humano se pudiera encerrar en una jaula como un canario, según el cristianismo ni el propio Dios lo pudo hacer.
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