Presidente Piñera: abuso y desprecio de la dignidad del cargo

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El ciudadano Piñera nos tiene acostumbrados a las prácticas de bajo contenido republicano, impropias del cargo que sustenta.

Como dijo el columnista Carlos Peña, cuyos aciertos no son desconocidos para nadie, “uno de los problemas del Presidente Piñera -descontada su personalidad alérgica al carisma- es su facilidad para banalizar, hasta casi desproveerlos de todo significado, las palabras y los conceptos”, refiriéndose al perdón que solicitó por un error de gestión pública ya ampliamente comentado.

A  esto podríamos agregar que no sólo banaliza las palabras y los conceptos, sino también las “acciones”, como puede colegirse de sus últimas salidas de madre, como vulgarmente se califica aquellos actos gratuitos o mal pensados que son capaces de arruinar la integridad de quienes las realizan. De muestra, dos de las últimas acciones del Presidente que tienen carácter de lamentables torpezas: una accidental y gratuita , y la otra permisiva y oportunista, como veremos a continuación.

Respecto de la primera,  nadie puede hacerse cargo, puesto que se trata de una torpeza nacida de la inveterada afición del Presidente por convertirse en florero mediático en la circunstancia, situación u oportunidad que tenga por delante. Sea ante las cámaras, sea ante un público incrédulo y asombrado, sea ante la mirada atenta de quienes sacan buen partido de tales  demostraciones. Nos referimos a la estrepitosa caída que sufrió entre los escombros de una demolición en la comuna de Puente Alto y que le costó convertirse en trending topic de las redes digitales. Probablemente el primer caso de tropezón  de un Presidente de Chile en ejercicio. La reflexión inmediata es que el ciudadano Piñera nos tiene acostumbrados a las prácticas de bajo contenido republicano, impropias del cargo que sustenta. Para conformar este criterio con la realidad, diremos que entendemos como prácticas republicanas aquellas que se corresponden adecuada y estrictamente con la institucionalidad política de la Nación, salvaguardando el respeto de sus significados de representación y velando por que no se vulneren la seriedad de sus instituciones ni la dignidad de sus cargos fundamentales. En consecuencia, en estos actos del mandatario, hay un desapego evidente por las obligaciones que rodean la investidura del cargo de primer mandatario de la Nación. Por supuesto que esta reflexión nunca será un arrebato de tontos graves cuando el pueblo, en su sabiduría, quiere que lo tomen en serio.

En cuanto al segundo hecho o acción que nos ocupa, sólo diremos que se diferencia del anterior en que ya no es un hecho fortuito, sino pensado  con una finalidad política concreta. Para ir al meollo del asunto, se trata del spot titulado “11 nuevas patologías Auge” de 35 segundos de duración aproximadamente, que se está exhibiendo en los horarios de más alta sintonía de la televisión chilena desde fines de agosto último, y que debe culminar el próximo día 15 de septiembre. En este spot, realizado probablemente por la misma agencia que se hizo cargo del logo institucional del nuevo gobierno de Chile actualmente vigente, y que en su momento fuera hecho trizas por la opinión experta, que derrumbó su pretendida búsqueda de unidad y cercanía, como adujeron sus creadores, se hace un abuso de poder que resulta inadmisible  para cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de la fuerza mediática de la manipulación subliminal de los contenidos audiovisuales. En un tema que fue emblemático del gobierno de Michelle Bachelet como es el AUGE, y con ocasión de la positiva incorporación de nuevas patologías como corresponde al ejercicio de continuidad de cualquier gobierno, mañosamente se incorpora la presencia del señor Presidente, cuya imagen expuesta durante escasos segundos, pero suficientes para golpear la conciencia de los televidentes más allá del umbral de percepción, lo presenta como un santo protector de quienes necesitan el apoyo del Estado. Sin duda, una forma de banalizar el cargo de Presidente de Chile porque lo usa con fines mezquinos. Y todo esto, en un período de la vida política que nos muestra una derecha gobernante en plena crisis, lo que da pábulo para que el ciudadano Piñera se ponga en carrera para la presidencial del 2017. Un intento claro de manipulación de la conciencia ciudadana.

Queda claro que el Presidente se puede caer en una demolición, pero nunca trastabillar en una tembladera de carácter político.