Sin duda el tercer lugar obtenido por Parisi es un fenómeno digno de análisis, y no de ese análisis liviano y simplón, que lo ve casi como un anécdota. Estamos hablando de que un candidato que hizo campaña virtual relegó al cuarto y quinto lugar, respectivamente, al candidato ampliamente financiado por grandes grupos económicos, y a la candidata de la coalición más exitosa en la historia de Chile y que gobernó por 24 años este país.
Me sorprende un poco lo atónitos que quedaron muchos en redes sociales y en especial los medios de comunicación tradicionales ante los resultados del fin de semana. Si bien estaba prohibido entregar resultados de encuestas las semanas previas a las elecciones, quienes nos interesamos en la vida política del país, estábamos enterados de que gran parte de las encuestas, incluidas las metodológicamente más serias decían (1) que Kast estaba obteniendo alrededor de 3 puntos porcentuales más que Boric y (2) que Franco Parisi salía tercero o cuarto. Ninguna sorpresa se dio el domingo.
Ahora bien, lo interesante es intentar entender por qué tanta gente se movilizó para votar por un candidato que tantos veían como insignificante y casi como ridículo. A mi entender el fenómeno no se explica tanto por el candidato, ni tampoco por lo especial de su campaña, aunque ahí hay harto para analizar; su éxito se explica más bien (a mi entender) porque tocó 2 teclas correctas, explotó el eje establishment vs ciudadanía común, y ante la creciente polarización, él fue una síntesis entre los candidatos más extremos.Hemos presenciado varias olas de populismo, tanto de derechas como de izquierdas y los tiempos que corren, son también tiempos populistas, aquello forma parte del ethos de esta época y por lo mismo ha sido un fenómeno tan estudiado últimamente
Es decir, aplicó un populismo de manual, su discurso se basa fuertemente en la distinción entre “los políticos de siempre” y la gente, el ciudadano común. Una leve reformulación del clásico eje pueblo vs elite. Claramente esto no vale de mucho sin una trayectoria consecuente. Recuerdo que durante las semanas posteriores al estallido social, circuló en redes sociales un video compilatorio de las propuestas de campañas pasadas de Parisi, yo no las recordaba ya que en ese tiempo era solo un niño sin mayor interés en la política, pero al verlas en 2019, me sorprendió lo mucho que coincidía con el espíritu y las demandas del estallido, pero dicho varios años antes.
El estallido nunca fue de un color político en particular, tal como el voto por el Apruebo en el plebiscito constituyente, fue poyado por muchas sensibilidades distintas dentro de la población nacional, desde los más insurreccionales hasta el ciudadano más común y despolitizado, todos motivados por un factor compartido: el hastío en general por como se vive en este país, por cómo cuesta todo y en especial por la completa desconexión de la clase dirigente con la realidad de los chilenos.
El problema es que el tiempo pasó y en vez de buscar soluciones, la política se atrincheró en buenos y malos, condena o no condena, retiro o no al retiro, fascista o demócrata, libertad o comunismo, en fin, polarización. Es en ese escenario donde hay especial cabida para un líder populista de centro.
Populismo entendido como aquella ideología delgada que en su discurso distingue entre dos grupos opuestos en la sociedad, clásicamente pueblo vs élite, un grupo (el pueblo) es depositario de grandes virtudes y soporta sufrimientos que son provocados por actos u omisiones de una élite corrupta y viciada por el poder. Se dice qué es una ideología delgada, pues en general no tiene postulados o discursos más sustantivos que esos, no hay algo así como un programa de gobierno derechamente populista, aunque sí los inspira. Entonces el populismo necesitaría adherirse a una ideología más robusta para constituir una opción política viable.
Hemos presenciado varias olas de populismo, tanto de derechas como de izquierdas y los tiempos que corren, son también tiempos populistas, aquello forma parte del ethos de esta época y por lo mismo ha sido un fenómeno tan estudiado últimamente. Por lo anterior no es sorpresivo ver que los candidatos que tenían mayores opciones y que finalmente pasaron a segunda vuelta sean líderes que en su discurso articulan una retórica populista. Lo interesante es que la tercera mayoría también está ahí por haber invocado la misma lógica, y es que Parisi vino a ocupar un espacio que estaba vacío, huérfano, expectante, el centro.
Soy escéptico a la idea de que los centristas, amarillos, somos una especie inmune al populismo, creo que el centro político, no es una vacuna ante el populismo, es decir, no creo que sean incompatibles, es necesario entender eso para comprender la plausibilidad de la tesis de este texto. El centro no es necesariamente sinónimo de seriedad política y rigurosidad técnica como muchos les gusta creer, sino que tal como las otras posiciones del espectro, el centro es una forma bastante sustantiva de ver la política, parte de ciertos preceptos morales e ideas de una sociedad justas, y se traduce en el deseo de que ciertas cosas sean logradas, ciertas políticas publicas sean aplicadas. En especifico creo que tal como se puede caracterizar muy toscamente a la derecha y la izquierda, una como promercado y contra un estado robusto, la otra como contraria al mercado y bastante optimista sobre lo que desde el estado se puede lograr, el centro político puede caracterizarse como un término medio, una síntesis entre esas dos posturas. Es un atributo de este sector político (bastante desarticulado en Chile) contar con personas de gran capacidad técnica y teórica, pero esa seriedad y rigurosidad no forman parte necesaria de lo que es esta zona del espectro.
Esta distinción es necesaria, pues mientras se asocie la tibieza y mesura a las sensibilidades de centro, no es imaginable que el calor de ese discurso anti-elite política ilustrada tecnocrática pueda hacer sentido al votante más moderado.
El tema es el siguiente, el resultado es una sorpresa para todos los centristas de Twitter y para los atrincherados a la izquierda y la derecha también, pero la explicación es bastante simple. En chile, por mil y una razones culturales, históricas y sistémicas el votante promedio es moderado, el común de la gente quiere cambios, quiere ver gente nueva y que las cosas se hagan distinto, pero los quieren en calma, la amplia clase media quiere mejor democracia y mejor calidad de vida, sin la percepción de abuso, pero no se quiere hipotecar lo avanzado. Ese creo yo es el ethos del votante de centro en Chile, no todos se leyeron “teoría de la justicia”, ni son expertos en economía, ni cachan mucho de política, como el centrista twittero, pero esa pulsión por justicia, instituciones competentes, libertad, mercado, derechos, todo en su justa medida, está muy presente en la sociedad chilena, y es, a mi parecer el ethos final del estallido. La explosión de ese malestar acumulado nunca significó marxismo, así mismo la respuesta a esta época de cambios no es el extremismo de derecha. Creo sinceramente que la gran mayoría de chilenos adscribe a ese amplio espectro que es el centro.
El neoliberalismo caló hondo como ha explicado en tantas formas. Chile despertó, no hay duda, pero no ha cambiado. La gente ha adquirido mayor conciencia política, se entiende que ahí se juega algo importante para nuestras vidas, se involucran más en la política y eso es a mi parecer algo positivo. Sin embargo este despertar no ha significado un cambio, la gente valora positivamente los grados de libertad y desarrollo alcanzados en estos últimos 30 años, el modelo significó grandes avances en calidad de vida y desarrollo humano, y todo eso la gente tiene miedo de perderlo por culpa de ensayos muy radicales. Al mismo tiempo, es un anhelo común que las cosas cambien, para bien. Se anhela que la promesa de justicia en todos ámbitos sea alcanzada, que los políticos de los partidos tradicionales, enquistados en el poder salgan de ahí, que los grandes grupos económicos no puedan abusar del consumidor común ni que puedan coludirse con la clase política. Todo eso se traduce en una importante votación por los sectores más moderados, o al menos los que estaban entremedio de Kast y Boric.
Parisi probablemente no era el mejor candidato de centro, quizás Yasna o Sichel tenían programas mejores, de hecho el de Yasna era el que más serias propuestas tenía en materia de cambio climático, y el de Sichel el que mejores propuestas tenía para mejorar la situación de los pequeños y medianos emprendedores, pero nada de eso importaba porque una era la candidata de la DC, y la ex concertación, partidos que se perciben como enquistado en el poder, y el otro era el candidato del gobierno actual, del cual es amable (casi eufemístico) decir que no goza de gran aprobación ciudadana.
El mérito de Parisi consiste entonces en haber sido capaz de convocar una votación importante -la tercera mayoría nacional- articulando un discurso convincente para muchos en el cual apelaba, entre otras cosas a abandonar el eje izquierda/derecha, por desgaste, y buscando en vez de ello una síntesis virtuosa, algo así como el centro, a la vez que conectaba con el ánimo de estos tiempos, tiempos populistas.
Comentarios
02 de diciembre
Señor Toledo, en mí parecer su opinión a quedado corta. El señor Parisi, tiene todos los elementos de lo que hasta el día de hoy se conoce como «un agente de acción política»{ término de la CIA norteamericana, para referirse a un agente suyo o de la comunidad de inteligencia de USA, que es contratado y/o utilizado para influir o modificar las acciones o decisiones políticas de los países }. Chile por desgracia es un claro ejemplo de esto. El actuar del señor Parisi, es casi igual a lo que hizo USA , UK. y Francia en la primavera árabe, con la diferencia que en varios de esos países provocaron una guerra civil. A eso se suma que es residente permanente de USA , que tiene públicos problemas de dinero { pensiones no pagadas } y el uso intensivo de Internet para hacer campaña. Por el bien de nuestro país espero que el próximo gobierno reconozca esta realidad y se legisle para impedirla o complicarla.
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