Está que arde la segunda vuelta para elegir al Gobernador Regional de la Metropolitana. En las últimas semanas, la prensa ha gastado mucha tinta pronosticando escenarios políticos y los candidatos no solamente han dejado los pies en la calle besando vecinos, sino que se han enfrentado en innumerables debates en la televisión, radio e internet.
Dejando de lado el reprochable centralismo de la televisión chilena (pareciera ser esta la única elección de gobernadores, cuando en realidad se realizarán 13 segundas vueltas en todo el país), me animé para ver los debates de TVN (30 de mayo), CNN (31 de mayo) y Mega (05 de junio).
Y qué quieren que les diga. Como buen militante del Partido Amarillo, debo reconocer que ambos tienen fortalezas y debilidades. A Orrego lo acompaña su experiencia. Y a Oliva, la novedad. Pero ahí donde Orrego demuestra dominio y conocimiento de la región que desea gobernar, Oliva responde con un discurso que sintoniza al callo con el sentimiento popular del estallido social.A Orrego lo acompaña su experiencia. Y a Oliva, la novedad. Pero ahí donde Orrego demuestra dominio y conocimiento de la región que desea gobernar, Oliva responde con un discurso que sintoniza al callo con el sentimiento popular del estallido social.
Es esta retórica contra los privilegios, el rechazo a las cocinas de la transición y a los mismos de siempre el principal activo de Karina Oliva (Comunes). A través de ella, el discurso de los «30 pesos 30 años» toma cauce institucional… y si a eso le sumamos sus anteojos hipster, sus poleras estampadas con la Princesa Leia y sus blazers de colores, tenemos a un personaje sumamente atractivo para los electores que están en la búsqueda de frescura y novedad. Por supuesto, su origen puentealtino es un poderoso contribuyente para su narrativa.
Caso diferente es el de Claudio Orrego (DC), político con lenguaje de político y estética de político. Con un abultado curriculum en la administración pública (fue alcalde por dos periodos, ministro de Estado e Intendente Metropolitano), es un gallo con las suficientes credenciales como para entregarle la Gobernación con confianza (reconozcámoslo: el tipo HACE la pega). Sin embargo, ni su abultada experiencia ni su reconocida capacidad de trabajo alcanzan a mitigar el principal problema de su candidatura: su discurso. Su insistencia en la «búsqueda de acuerdos» con «todos los sectores políticos», a pesar de ser lo correcto y lo adecuado, suena demasiado noventero en un Chile dosmilero, enrabiado y polarizado.
Dicho eso, Oliva también tiene sus baches, siendo el más importante su tendencia a caerse en el área chica. Puede que su discurso sintonice con el Chile del Apruebo, pero cuando la conversación entra en los detalles (plazos, presupuestos), la candidata cae en imprecisiones flagrantes (un problema del que padecen todos los frenteamplistas por lo demás). Basta decir que en el debate de CNN ignoraba los presupuestos de un proyecto habitacional mencionado en su propio programa, y confundió el funcionamiento de la tarjeta Bip! con la tecnología de Transbank. Y cuando acusó a Orrego de «hacer proyectos sólo a los ricos», el candidato aprovechó la oportunidad para lucir sus iniciativas de integración social durante su paso por la Intendencia.
Porque Orrego -debería saberlo amiga- es el Rey del Metro Cuadrado: habla con precisión sobre problemas urbanos concretos. Cuando Rodrigo Sepúlveda (Mega) leyó en vivo un tuit de un vecino de San José de Maipo, Orrego dedicó varios segundos a detallar la problemática de esa localidad cordillerana. Y cuando Mónica Rincón (CNN) lo acusó de prometer medidas sobre las que el Gobernador carece de atribuciones (como la instalación de comisarías en la ciudad), salió jugando con que eso es parte de la «muñeca política» de un Gobernador. Es bien sabido que Orrego es una persona intensa: presiona, empuja, gestiona, negocia y articula. Y para la RM -una bolsa de gatos con 52 alcaldes de todo el espectro político-, pucha que se necesita muñeca ahí.
A pesar de todo, el camino de Orrego a la Gobernación parece más ripiado que el de la candidata de Comunes. Al parecer, el DC ya tocó techo y sólo puede ir a buscar los votos de la derecha y de quienes no fueron a votar. Oliva, en cambio, tendría bastantes votos ganados hacia la izquierda (aunque el reciente apoyo de El Abuelo le hizo más mal que bien).
Así las cosas, esta elección parece más una batalla que una elección. Si gana Oliva, la oleada de triunfalismo podría fortalecer la candidatura presidencial de Daniel Jadue (PC), inclinando la balanza más y más hacia la izquierda dura. Un triunfo de Orrego, en tanto, beneficiaría las opciones de Yasna Provoste (DC) y de paso, insuflaría un poquito de oxígeno a una moribunda Democracia Cristiana.
En este escenario, los electores de derecha están bastante huérfanos frente a un candidato malo y a una candidata peor. Puede que votar por Orrego sirva para contener el avance de la izquierda radical, pero también podría robustecer a la centro-izquierda de cara a la Presidencial, en una Región Metropolitana que absorbe al 40% de la población nacional.
Los últimos cien metros de la carrera están calientes, ¿o no?
Comentarios
09 de junio
Actualmente ser un político con lenguaje de político y estética de político, con un abultado curriculum en la administración pública, deja harto que desear…punto en contra para Orrego
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13 de junio
Veremos si el efecto «Naya fácil» significará algo…
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