La penúltima campaña del terror de la derecha, ahora contra una nueva Constitución, es otra operación más para mantener una acumulación sin precedente de poder y riqueza en una élite, tan insostenible que ha provocado el estallido social.
Han tenido todo el poder desde el 11 de septiembre de 1973. La derrota del dictador y la Transición a la Democracia no se lo quitó porque su Constitución ha resistido ―para eso está construida― a cualquier intento por cambiar su statu quo.
El ideólogo de la Constitución del dictador, Jaime Guzmán, lo explicitó magníficamente: “si (…) llegan a gobernar los adversarios se [verán] constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque el margen de alternativa que la cancha de hecho impone a quienes juegan en ella, [es] lo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario” (1997:17-18) ⁽¹⁾.Con miedo a la plena representación democrática de toda la ciudadanía en una Constitución, no se construye nunca un buen país
Sin embargo, las campañas del terror de la derecha han sido sintomáticas en la historia de Chile. La de ahora contra el Proceso Constituyente anuncia una vez más el “derrumbe socioeconómico” y el fin del “orden público”.
Entre las campañas del terror referenciales se destaca la de 1970, con excesos como que los niños iban a ser enviados a la Unión Soviética para un “lavado de cerebro” si ganaba Salvador Allende. En el plebiscito de 1988 por el Si o el No a la dictadura, planteaba el dilema entre Pinochet o el caos que provocaría el regreso a la democracia. Ahora se repite el mismo argumento: el mantenimiento de la Constitución pinochetista o el caos.
Lo único que verifica esta nueva campaña para sembrar el miedo, es una subestimación del electorado que lo considera manipulable, y confirma un déficit de propuestas constructivas tan crónico como endémico.
La violencia social ―argumento central de la campaña del terror para inducir el miedo― no es la causa del problema, sino el efecto que produce la vigente institucionalidad excluyente y autoritaria de la dictadura que continúan apoyando. Si ésta se mantiene, se mantendrá la violencia social.
La trayectoria política de la derecha chilena frente a encrucijadas históricas, ha sido la solución violenta para mantener su monopolio de poder y riqueza, con una cumbre: el golpe de Estado de 1973 y 17 años de terrorismo de Estado.
Todo indica que esta nueva campaña del terror apunta a usar el efecto de la crisis ―la violencia social― para abortar el Proceso Constituyente y, así, continuar manteniendo sus exorbitantes privilegios.
Pero la sorpresa ahora que impediría la solución violenta, es que parte de la derecha apoya una nueva Constitución. Sin duda, un cambio histórico para el futuro de Chile.
Esta (¿nueva?) derecha ―furiosamente atacada con fuego amigo― parece entender la imposibilidad de mantener la constitucionalidad pinochetista porque ha producido un inmovilismo político permanente imposibilitando hacer cualquier reforma estructural.
La democracia maniatada de Pinochet, impide el despegue de Chile hacia el desarrollo socioeconómico, con justicia social, para ingresar al concierto de Estados democráticos desarrollados. La única forma posible de tener paz, cohesión social y orden público, tres elementos interdependientes y esenciales para el desarrollo económico, es avanzar en la consolidación de un Chile solidario que institucionalice derechos sociales garantizados con una repartición equitativa de la riqueza, del ingreso y del poder. Para iniciar esta nueva etapa histórica, la jubilación de la constitucionalidad pinochetista es tan inevitable como imprescindible.
La plena democratización de Chile permitirá cualificarlo y dotarlo para enfrentar los problemas supranacionales del siglo XXI, como son la amenaza del cambio climático, que está irremisiblemente unido al modelo económico neoliberal que sobreexplota y destruye los recursos naturales y que, además, ha creado una lacerante desigualdad socioeconómica que debe corregirse si no se quiere un estallidos social permanente.
Superar el cambio climático y la desigualdad social sólo se pueden abordar en forma global, pero teniendo en casa tanto la conciencia e institucionalidad como las infraestructuras para realizar los cambios impostergables.
Las transformaciones en Chile a partir del 18/10 , son una constitucionalidad plenamente democrática que garantice una economía sostenida, pero con respeto al medio ambiente, y la creación de los mecanismos institucionales para la distribución equitativa de la riqueza y del ingreso.
Aunque ninguna Carta Magna es cien por ciento incluyente, la nueva lo será muchísimo más que la autoritaria de Pinochet, que sólo representa a una élite.
Esta élite, sin duda, tendrá representación plena en la nueva Constitución, sólo que deberá compartir el poder con las grandes mayorías, que es la condición esencial de toda Constitución que pretende ser democrática y representativa.
No perderán el poder sino que lo compartirán. No serán excluidos sino incluidos. No será el “caos” ni el “fin del mundo”, sino un nuevo ordenamiento constitucional que otorgará mayor calidad a la convivencia democrática.
Por lo demás, este proceso histórico no está supeditado a izquierdas o derechas, ni menos a abuso electoralista partidario: es transversal. Es un proyecto de país.
Démosle esta oportunidad histórica a la democratización plena de Chile.
Pero con miedo a la plena representación democrática de toda la ciudadanía en una Constitución, no se construye nunca un buen país.
La Constitución de la dictadura así nos lo ha enseñado.
Comentarios
27 de febrero
Este gobierno premeditadamente usa la violencia social como pretexto para no atender a las demandas del estallido social.
+1
27 de febrero
No espero realmente que el columnista me conteste, pero de todas maneras pregunto: De verdad considera que votar Rechazo es una mala opción? Yo votaré Rechazo, pero estoy claro que voy a perder.
Sin embargo, me parece importante que quede claro que un porcentaje de la población SI apoya la actual Constitución, bajo la cual Chile ha crecido más que nunca en su historia. Si el APRUEBO arrasa con un 90%, por ejemplo, no habrá ningún control, y la asamblea se sentirá empoderada para hacer cualquier idiotez basada en ese porcentaje.
No es lo que quiero, y por eso mi voto, aunque perdedor, espero llame a la prudencia.
+1
28 de febrero
¿ porque piensa que va a perder?, pienso que no se sabe…
01 de marzo
Gracias Juan Pedro por tu comentario!
Me parece muy estratégicamente inteligente tu voto. Sin embargo, como planteo en este artículo, no veo un dilema político en este proceso si no se aborda desde la trinchera partidista. Creo que es un proyecto histórico transversal políticamente.
No tengo, además ese miedo de que se pierda el sentido de las proporciones, de toda índole. En eso podríamos estar en desacuerdo: creo en la capacidad de la ciudadanía para llevar a cabo este proceso en la forma adecuada. Si fue capaz de conducir un cambio tan complejo como fue la transición de una dictadura a una democracia en una forma tan civilizada, y de administrar, a pesar de la institucionalidad autoritaria que se heredó de la dictadura, un desarrollo económico importante, no veo por qué no podría hacerlo bien con el diseño de una nueva Constitución.
Por último, el cambio de Constitución es tan inevitable como necesario porque Chile debe democratizarse plenamente para tener credibilidad y legitimidad, local y global. Además, una nueva Constitución plenamente democrática, permitirá institucionalizar una repartición más equitativa de la riqueza, es decir minimizar al máximo la desigualdad social que es la causa del estallido social. Con la Constitución de Pinochet no es posible hace estos cambios estructurales.
Gracias de nuevo por tu opinión y un saludo.
27 de febrero
Creo que se están pidiendo cambios legítimos. No pero es imposibles que lo haga este gobierno. Estarían acabando con lo que han construido.
Hay que cambiar de gobierno.
+1
27 de febrero
Estas campañas han fracasado todas. Pero la derecha pinochetista hará todo por mantener el sistema. Como pagar al lumpen para violentar todo y que no se pueda votar o por miedo no se vote. Una baja participación favorece a la opción rechazo.
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27 de febrero
Es una oportunidad una nueva constitución. El apruebo es transversal. Como plantea el articulista, no es una propuesta de izquierda o de derecha, sino que aunque la centroizquierda y la izquierda siempre lo han propuesto. Lo nuevo es que parte de la dere más social y liberal también apoyan el fin de la constitución de la dictadura.
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28 de febrero
Todas estas campañas han fracasado. Felicitaciones a esa derecha que vota aprobar. Están por el futuro y no por el pasado horrendo que es al que pertenece la Constitución de la dictadura.
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04 de marzo
Esperemos que la «solución violenta» no se produzca. Ni de la extrema derecha ni de la extrema izquierda. Ya sabemos como es la de extrema derecha y n queremos saber como seria del otro extremo. Chile no quiere una Venezuela ni un EEUU. Quiere el modelo europeo.
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