El término del segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018), no solo es un hito para la política chilena, es también el último gobierno de un ciclo de administraciones de izquierda que inauguró el mismo Chile y Argentina a finales de la década de 1980.
A partir de hoy domingo 11 de marzo, solo sobrevivirán dos gobiernos de izquierda pero mantenidos más que por las mayorías ciudadanas, por ingenierías políticas que vía modificaciones constitucionales sobreviven con un costo institucional y democráticos considerables.
En este contexto surgen las preguntas si ¿este traspaso masivo de administraciones de izquierda a derechas constituye un fracaso de las primeras?, o ¿una señal indesmentible del fracaso de los procesos de izquierdas del siglo XXI?. La lectura apresurada, tan propia de los intereses partidistas revestidos de objetividad académica, podría suponer que si, pero, el verdadero éxito o fracaso de estos gobiernos se verá paradojalmente durante los mandatos de las derechas. En el caso de Chile, ¿el Piñera 2.0, mostrará la misma arrogancia y fe ciega en el modelo capitalista que tuvo en su primer gobierno?, ¿será un gobierno que agudice el sentido privatizador, competitivo y egoísta tan presente en su discurso del primer gobierno?
Al observar el comportamiento de esta derecha “de unidad” y la repetitiva mención a que “se aprendió de la experiencia pasada”, que “hubo declaraciones que en este segundo periodo no tienen lugar”, cuestión que al final del día es solo declaraciones de forma, si se revisa el fondo, también se aprecia una actitud continuadora más que reformista, de mejoras más que de modificaciones o desmantelamientos. Novedoso ha sido escuchar en el periodo post elecciones que gran parte de la critica, que se mantiene de manera persistente en el manejo macroeconómico por parte de los tecnócratas, se reconocen avances en materias de educación, de ampliación de derechos sociales, políticos y culturales, y de desarrollo sustentable, donde incluso las futuras autoridades medioambientales han declarado sin ambigüedad los éxitos en esta materia y que serán continuados por la nueva administración.¿Este traspaso masivo de administraciones de izquierda a derechas constituye un fracaso de las primeras?
Pero quizás el mayor desafío será aceptar que Chile, y posiblemente la región cambió, y por ende el mayor reconocimiento estará en comprender que los nuevos discursos e intereses de la ciudadanía se han complejizado, diversificado y ampliado, y la inteligencia de Piñera y sus asesores al parecer han comenzado a advertir pese a sus propias posiciones personales e ideológicas, que ese será el mayor legado de los gobiernos de izquierda contemporáneos.
Comentarios
11 de marzo
Hola, tienes razón en señalar que los éxitos o fracasos se verán hacia adelante, sin embargo se ve que en ambos sectores, izquierdas y derechas ha aumentado el populismo, ambos sectores deben ofrecer y dar más y más para ser electos, al fin es una carrera por quien es más populistas, los mismo quizás ocurre con los grupos de presión, se ve que estos tienen roles cada vez más incidentes, las agendas se llenan de las reivindicaciones de esos sectores mientras los problemas reales siguen tal cual, y no creo que esto cambie, porque los grupos de presión son desestabilizadores. Saludos.
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