Los regalos sorpresa, los cazabobos de la era digital

Después de mucho tiempo, hemos visto en redes sociales (el arma de doble filo de esta era) las diferentes expresiones de molestia y apoyo al honorable diputado Magallánico tras el error no forzado de “el polerazo”, polémica la cual ya todos sabemos. El asunto es que cuando los cazabobos funcionan, se convierten en oportunismo político, y en un circo romano de la peor clase.

Podemos concordar en que Gabriel Boric no solo se equivocó en recibir la polera, sino que también se equivocó en la forma de recibirla, pero ello no es motivo para que una bancada entera en pleno hemiciclo de la cámara, monte un espectáculo en el cual han pretendido dar una lección moral e histórica, cuando ellos han reivindicado su sentimiento pinochetista del más puro fascismo. Creo que tampoco ha sido propio de los medios el auge que le han dado al nuevo error no forzado del diputado Boric, este comportamiento es una clara muestra de cómo la derecha ocupa los medios de comunicación como su recurso principal.

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Cuando la política se polariza en los extremos, el criterio social no tiene cavidad en la discusión pública, pues al ciudadano a pie le interesa mucho mas escuchar sobre pensiones y crecimiento económico y social, que de un pobre vídeo rebuscado.

Pero, ¿por qué destrozar la imagen de un diputado cuando se puede estar debatiendo sobre la reducción en el costo del consumo energético en las regiones extremas o la penalización de la violencia de género? Con esto solo queda en evidencia que en la derecha tanto desde el gobierno como de sus parlamentarios están entrando en una evidente sequía legislativa, después de todo le han dado más importancia a un mísero vídeo de hace 2 años que a empezar la discusión sobre la reestructuración y la reforma a Carabineros, después de todo acá hay varios temas por discutir, pues la forma es la que hace a los políticos.

Por cierto, ¿alguien recuerda a Manuel José Ossandón?, si aun existe, pues José Antonio Kast fue su  regalo sorpresa de esta era digital, no salir en los medios ni marcar en las encuestas también considérenlo como un cazabobos.

El asunto no es que condenen el hecho puntual, es la forma y el nivel en el que lo hacen, ¿recuerdan el episodio de la muñeca inflable que le regalaron a Guiller en plena campaña presidencial? Pues fue otro regalo sorpresa y en plena cena de Icare, un cazabobos perfecto diría cualquiera. Un error producto de un cazabobos lo puede cometer cualquiera y pedir disculpas también, pero el punto es que la derecha en todo su plano han relativizado la dictadura, y le ha bajado el perfil a los violadores de DD.HH. En pleno caso Catrillanca, desde el gobierno pidieron disculpas solo por cordialidad, por el hecho de ser gobierno, pero no se notó ninguna arruga de arrepentimiento en los personeros de gobierno en sus disculpas públicas.

Los regalos sorpresas de forma pública para los políticos en muchas ocasiones son un cazabobos, a Guiller en plena campaña le regalaron una muñeca inflable, a José Antonio Kast de sorpresa le regalaron una polera en la que aparece un helicóptero de Pinochet arrojando DD.DD al mar, y ahora el vídeo rebuscado de Boric recibiendo esta polémica polera.

Todo esto nos ha dejado –creo– una lección importante sobre la condena y la opinión en espacios democráticos, pues su construcción va muy de la mano con la construcción de un criterio social, ¿quién condena al Diputado Urrutia por sus dichos sobre los detenidos desaparecidos y torturados en dictadura? ¿Quién condena la violación de los DD.HH en Venezuela?  Creo que sin un criterio social, no se puede tener un espacio democrático legítimo.

El tema es que cuando la política se polariza en los extremos, el criterio social no tiene cavidad en la discusión pública, pues al ciudadano a pie le interesa mucho más escuchar sobre pensiones y crecimiento económico y social, que de un pobre video rebuscado.