Hace unos días presenciamos un hecho que para la juventud es un bofetón en la cara. Comparto su indignación, aunque, lamentablemente, no sus años. Me refiero al rechazo por parte de la Cámara de Diputados, de la votación del informe sobre el lucro en la educación.
Es por este tipo de hechos que la política está tan desprestigiada. La ciudadanía no alcanza a comprender lo que pasó.
Intentemos una explicación: 92 honorables en la sala. 11 pareados. 46 a favor, 45 en contra. Terminan imponiéndose los que son menos. Estará muy legal, pero es absurdo. Todo el país sabe que se lucra en la educación superior y que ello está prohibido. Todo el país mira pal lado. Seguiremos lucrando, infringiendo la ley.
92 + 22 suman 114. ¿Qué pasó con los seis restantes? Escuché las absurdas explicaciones de un honorable que, al parecer, se inhabilitó. Cuando se le pregunta la causa, balbucea razones de orden ético que no resisten el menor análisis. Dice que como estudió en una de las
“universidades” investigadas, se crea un conflicto de intereses. Desde luego que nadie entiende la ética del señor Sabaj. De los demás, no se ha escuchado explicación alguna.
Aquí estamos ante un problema de ética, de responsabilidad, de integridad, de consecuencia. Y muy especialmente, de política. Curiosamente, parece ser éste el más susceptible de ser atacado.
Estamos en una república democrática. Es verdad que nuestra democracia es bastante extraña, por decirlo de alguna manera. Algunos parlamentarios son designados, tenemos un sistema de elecciones en que pueden ganar los que tienen menos votos, el binominal eterniza a los honorables en sus cargos, las leyes tienen unos quórum que las hacen inamovibles. Todo ello es cierto y produce indignación.
¿Cuál es entonces la solución?
Es, precisamente, aplicar la democracia. La ciudadanía tiene que deshacerse de los parlamentarios que exhiban conductas reñidas con la rectitud y la honestidad. Hay que sacar del parlamento a los malos elementos. A los que se parean ante votaciones críticas para ocultar un conflicto de intereses. Los que sufren misteriosos ataques de fiebre en ciertos días, los que viajan cuando debieran estar en la sala, los que se inhabilitan con pretextos truchos y argumentos mula. El árbitro en este partido es la ciudadanía y ha llegado la hora de sacar tarjetas rojas. Fuera del parlamento todos quienes no merecen estar ahí. Entendamos, no se trata de perseguir ideas. Se trata de que esas ideas, por las cuales votaste en un momento por un determinado candidato, sean efectivamente representadas en la sala.
Por otra parte, la ciudadanía debe condicionar su apoyo a un compromiso firme y decidido a las ideas y principios que dicen defender los candidatos mientras son tales. Yo quiero proponer que cada ciudadano exija a su parlamentario un compromiso concreto y explícito con ciertos principios.
Voy a poner un ejemplo: Yo voto en Maipú y le pregunto por escrito a Pepe Auth (o a quien sea el candidato) si está comprometido con los siguientes temas :
– Reforma educacional que dentro de plazos establecidos logre educación de calidad y gratuita para todos los ciudadanos.
– Reforma tributaria que aumente los ingresos del Estado para que sea posible la reforma educacional y una sustantiva mejoría del sistema nacional de salud.
– Reforma política que permita poner fin al absurdo de la elección binominal, los quórum calificados, la imposibilidad de modificar la Constitución de la dictadura, apenas mejorada en algunos puntos por la Concertación en veinte años.
– Creación de una AFP estatal.
Una vez recibida una respuesta escrita de mi candidato, procederé a votar por él o ella. Mantendré en mis archivos una copia de ese compromiso y lo publicaré urbe et orbi si dicho compromiso no se cumple.
En el caso de las elecciones presidenciales, la idea es hacer lo mismo, pero como esa elección es más informada en debates, campañas y publicidad, será todo más abierto, me imagino, que en el caso de los parlamentarios.
Esa es la responsabilidad de la ciudadanía: Participar, preguntar, opinar, exigir compromisos concretos y controlar luego su cumplimiento.
Invito a ello. Si todos estamos en esa movida, la democracia funcionará y será fiel expresión
de las mayorías.
Comentarios
24 de julio
Yo entiendo perfectamente la «ética» de Sabag… Él y su familia, en la Región del Bío-Bío, han robado todas las aguas que han podido para regar sus más de treinta fundos… ¿De qué forma crees que podría actuar él en el Congreso, su padre en el Senado y su hermano en la alcaldía de Cabrero?… ¿Usamos la supuesta democracia para denunciar sus hechos y de esa forma todo quedará solucionado?… Es inútil, porque tienen influencias en los agentes que regulan el control de los casos anómalos con la tenencia de aguas, así, si extrapolamos, ¿qué situación crees que se daría en el resto de su vida y accionar político?…
La propuesta que tienes es interesante, sin embargo, comprometerse a tales hechos sería de lo más sencillo, sin embargo, conseguir que sean una realidad, es de lo más difícil, por todas las causas políticas imaginables y que casi todos conocemos…
Yo pienso que echar a un perro a la calle es difícil, sino acaso imposible, por lo tanto, cuánto más difícil será echar a un político de su cuna de lobos?…
También creo que en la medida que los ciudadanos sigamos cayendo en el juego político de aceptar que lo que tenemos es una democracia, seguiremos sufriendo las consecuencias de semejante acto irrazonable e infantil, ya que si llegamos a comprender que lo que tenemos es una dictadura de la mafia política y económica, sólo entonces comprenderemos que necesitamos un proceso completo y literal de libertad de semejante clase de personas y lazos de esclavitud…
¿AFP Estatal, dices?
Prefiero una de los trabajadores que financie un banco de dinero también de los trabajadores, ya que el Estado nos tiene hasta el cuello con una administración en la que los ciudadanos no tenemos influencia sobre sus políticas, además de tener ya al Banco del estado que, como bien sabemos, es apenas un ente más que aplica usura a los intereses que pagan muchas personas y que pudiendo haber regulado las tasas de intereses del mercado, no lo ha hecho y nunca las bajará lo suficiente como para que alcancemos las fronteras de una democracia financiera en donde grandes y pequeños, empresas, empresitas y personas naturales paguen intereses similares, sin caer en las garras de los intereses que cobran las empresas del retail, por no tener la capacidad de conseguir los dineros que requieren en la banca y a intereses razonables para comprar lo que deseen al contado…
Por último, la tenencia de recursos en el pueblo, tales como los que detonaría la AFP y el banco de los trabajadores, promoverían el desarrollo de la pertenencia económica en la población, mejorando el mal llamado problema de la distribución de la riqueza nacional, ya que el problema real es la mala distribución de la pertenencia, pero, como comprenderas, al igual que en el caso de la supuesta y promovida falsa democracia, aún hay quienes se creen ambos cuentos para seguir en la búsqueda de una quimera de soluciones parches políticos, en medio de un aplastante binominal, y subsidios estatales interminables, respectivamente, en medio de la repartición de grandes sumas estatales para financiar el desarrollo de la Región Metropolitana y determinados proyectos nacionales…
http://www.camaraciudadana.cl
0
26 de julio
Gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo en muchas cosas que dices, el problema es cómo se sale de esta cadena.
Creo también que no todos los políticos son corruptos, los hay (pocos) que son honestos y bien intencionados. Es entonces labor de la ciudadanía pasar el conjunto por un cedazo. Colar a los buenos y sacar del congreso a los otros. Difícil, pero necesario.
Un abrazo