Nuevamente los analistas políticos, los expertos electorales y las encuestas erraron sus pronósticos respecto a las primarias. Lo que se daba por hecho se esfumo, como consecuencia que los votantes están expresando una volatilidad que hace difícil sondear con cierta precisión los resultados de futuras elecciones. Lo que sí se puede concluir es que los electores están optando por nuevos rostros y jubilando a los viejos cracks que aún se mantenían en la cancha en los equipos de la primera división, por tanto, demandan reemplazarlos por jugadores más jóvenes. Lo demuestra el triunfo de Gabriel Boric en Apruebo Dignidad y, con algunos lastres de la transición, el de Sebastián Sichel en Chile Vamos (ex PDC, ex Ciudadanos, ex subdirector de Sernatur en el gobierno de Bachelet y otros pitutos en los gobiernos de la ex Concertación).
Las metodologías y la ética profesional de las empresas encuestadoras se han desfondado porque nuevamente han pretendido construir una realidad como a los financistas de esos “estudios de opinión” les gustaría que fuera. Estos instrumentos de medición, basada en una muestra acotada y con preguntas diseñadas para conocer “popularidad” o grados de “conocimiento” de una persona no pueden ser el elemento o parámetro ordenador para definir un candidato presidencial de una coalición política. Las encuestas están desvirtuando la esencia de la política, cuya función es desarrollar líneas programáticas para cambiar un estado de cosas que se considera injusto y ofertar dar pasos concretos en la formación de una sociedad más igualitaria, integradora, solidaria y democrática.Las primarias ciudadanas son un signo de vitalidad y legitimidad de un proceso de toma de decisiones, porque el resultado va a reflejar la voluntad de segmentos diversos y representativos de la sociedad,
En tanto, las primarias ciudadanas son un signo de vitalidad y legitimidad de un proceso de toma de decisiones, porque el resultado va a reflejar la voluntad de segmentos diversos y representativos de la sociedad, como también generan condiciones para tener ciudadanos que asumen un rol más activo en toda la armazón de la vida colectiva, lo que redunda en la ampliación de la participación y deliberación en los asuntos públicos. Además se estaría extendiendo la ciudadanía más allá de la dimensión de consumidores o de entes pasivos en la “actividad política”, como lo postulan algunos devotos de la ideología neoliberal. En lugar de tener una participación “pasiva” en los eventos electorales estaríamos ante la presencia de una participación propositiva y deliberante, dejando de lado las prácticas elitistas de la toma decisiones que conciernen al bien común.
Para los partidos de derecha, los resultados de las primarias del 18 de julio, es un aviso que los rostros de la derecha más ortodoxa no reúnen los requisitos para entusiasmar y persuadir a una población más abierta a los cambios y han tenido que buscar fuera de sus elites un candidato para seguir manteniendo las estructuras de poder que tienen, apelando a un discurso y un candidato salido de la novela “el Gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Grafica lo anterior lo que dijo Evelyn Matthei: «Sichel es el candidato de aquellos empresarios que no quieren perder privilegios, de los institutos de estudios que no quieren perder influencias y de los políticos que no quieren perder poder». Su candidatura tuvo la mayor cantidad de aportantes del mundo empresarial y ha recibido muchas loas del presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Juan Sutil y del empresario Nicolás Ibáñez, financista del think tank de ultra derecha Fundación Para El Progreso.
También Andrés Velasco comentó sobre quien fuera coordinador de su candidatura presidencial el año 2013: «Sichel ha estado en varios partidos, no sé si en el futuro estará en otros partidos más. Yo creo que en la vida la consistencia los electores la premian, y yo no veo mucha consistencia en esa trayectoria».
El zigzagueante camino recorrido por Sichel lo retrata como un veleta; todo en él es conveniencia e impostura. Nada le nace de la naturalidad, mucho menos de la sinceridad. La derecha tratará de poner en pantalla un supuesto nuevo rostro, que no viene de Chicago y que no estuvo por el Rechazo en el plebiscito de octubre de 2020, ni está asociado a los partidos tradicionales de derecha, como que tampoco carga con la pesada herencia de la dictadura, para vender el mismo producto, lo cual le hizo sentido a una parte muy significativa del electorado de derecha más liberal que votó por él en las primarias de Chile Vamos.
El gran ganador del domingo fue Gabriel Boric y el Frente Amplio (FA), al construir una épica mucho más convocante y dialogante que su competidor, ocupando espacios con formas y un diseño más horizontales, participativas y contenidos transformadores graduales, lo que lo convierte de una manera concluyente como el líder indiscutible del Frente Amplio y del pacto Apruebo Dignidad, con elocuentes 365.155 votos de diferencia sobre su contendor.
Esta coalición no solo derrotó al alcalde comunista Daniel Jadue que, según las encuestas, aparecía imbatible, y lo hizo de la mano de un proyecto generacional y de transformaciones sustantivas en la estructura del poder, el modelo de desarrollo, el cambio climático, la sostenibilidad de un Estado garante de derechos sociales, con enfoque de género, el fortalecimiento sindical, el fin de las AFP, un ordenamiento territorial para mitigar las zonas de segregación y de «sacrificio» y una reforma tributaria.
Finalmente, la Unidad Constituyente, como consecuencia del gran yerro de no haber inscrito primarias legales el pasado 19 de mayo, deja en una compleja posición a Paula Narváez (PS-PPD-PL y Nuevo Trato) y a la posible carta de la Democracia Cristiana, Yasna Provoste, produciendo un vacío político que los puede poner en un rol irrelevante en el diseño futuro del país. El lio de resolver el mecanismo que les permita contar con una candidatura única para la primera vuelta deben dirimirla antes del 23 de agosto, fecha para inscribir las postulaciones presidenciales. En la eventualidad que Unidad Constituyente no zanje su candidatura sin abrirse a una participación ciudadana, propositiva y deliberante corre el serio riesgo de una fuga de votos del mundo de la centroizquierda hacia la opción de Boric.
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