Ad portas de uno de los plebiscitos mas importantes en la historia de Chile. Es innegable no poder mencionar que la convivencia política de nuestro país está totalmente enemistada. Es por esto, que encontrar las causas de la enemistad política se hace un desafío para los futuros cargos a elección popular. Desde la mirada amplia, las causas podrían ser muchas, pero analizando el tema a detalle, la falta de tolerancia es casi la respuesta a todos los problemas.
La tolerancia es algo crucial en la vida política y mucho más en la democracia, es por esto que perderla nos convierte en seres totalmente cerrados, la izquierda no estudia a la derecha, la derecha no estudia a la izquierda y la vida política se convierte en un ir y venir de acusaciones baratas e insultos. En consecuencia, con lo anterior, es importante mencionar el gran poder que han tomado las redes sociales en el último tiempo, la educación política a favor del plebiscito constituyente, la alerta morada por los femicidios y la alerta naranja por los niños del Sename son el mayor ejemplo de aquello. El pueblo ya no quiere silenciarse y está ocupando su capacidad de tomar una decisión, la verdadera soberanía, para pedir sus derechos.El pueblo ya no quiere silenciarse y está ocupando su capacidad de tomar una decisión, la verdadera soberanía, para pedir sus derechos.
Son estas características en donde la tolerancia vuelve a la palestra, ya que poder debatir temas controversiales de manera pasiva y con respeto fuera de un ámbito pedagógico resulta casi imposible. Nadie respeta a nadie y como si fuera una realidad cómica, la canción “todos juntos” de Los Jaivas nos resopla nuevamente con el “para que es el sol que nos alumbra si no nos queremos ni mirar”. No somos seres prístinos, somos mucho más que aquello, aunque la capacidad de llegar a acuerdo lleve mucho tiempo vagando en la vida política chilena. Ejemplo de aquello es lo que Clotario Blest dijo una vez: “Yo era muy joven en esos años y trabajaba en las parroquias, en la Unión de Centros, en la Casa del Pueblo; también estudiaba. Recuerdo que había muchas manifestaciones en contra del régimen de Ibáñez. Cayó por la fuerza del pueblo, no por un golpe militar. Se usó una táctica de no violencia curiosa y tremenda. A cualquier parte que entraran militares, la gente se iba. Entraban al teatro y la gente se salía; se subían a un tranvía, se bajaba la gente. De manera que fue una guerra silenciosa que los mató” (Mónica Echeverría. Antihistoria de un luchador. Clotario Blest (1823-1990); LOM, 1993; pp.124-5).
Muchos dicen que la historia se repite, pero el ver a la soberanía alzarse emociona, sin embargo, el volver a pensar una vida política como la antigua en donde una guerra silenciosa acabó con el régimen de Ibáñez, nos replantea que el pelear con el vacío te genera mucho mas conflicto que el pelear con alguien. Por lo tanto, el silencio en tiempos de intolerancia sería la mejor opción para poder llegar a acuerdos en favor de un chile irreconciliable que tiene tanto a la izquierda como la derecha en posicion de dos hermanos peleados a falta de una madre que haga las pases.
Comentarios
30 de agosto
La historia nos demuestra una y otra vez que en realidad el pueblo como un corpus consciente, preclaro y lleno de virtudes es un invento. En realidad quienes dirigen a las masas anónimas, a muchedumbres sin identidad ni proyectos y que conforman el grueso de las sociedades, y las encausan para bien o para mal, son grupos de gente arriesgada, pequeños grupos concertados, cúpulas. Lo que ocurre en nuestro país y en general en America Latina es que esos grupos son de bajo nivel intelectual, y además hoy están muy influenciado por ideas que dominan en las ciencias sociales y que proponen e imponen en forma concertada y globalista, formas de ver la realidad.
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