Recuperar la capacidad de llanto en la política es recuperar la emoción, el sentido de que sí importa por lo que se lucha y que duele –porque duele- cuando aquellos acuerdos tácitos de razón, de emoción, de sentimiento, en los que creímos que se daba el juego, se rompen y quebrantan. Porque no son sólo los políticos quienes hacen política, somos todos -votemos o no votemos- los que participamos, los que nos vemos influidos por esa forma de ver la vida, porque somos un pueblo, porque estamos conectados
Hace algunos años, parece que fue el ex precandidato presidencial y actual candidato senatorial, Andrés Allamand, quien acuño la frase ”la política es sin llorar”.
Dicha frase –con todas sus connotaciones- se ha repetido cada vez que asistimos a episodios donde la lógica del ciudadano, el sentido común, la confianza y la lealtad, se ven trastocadas por la “realidad” de la política: todo puede hacerse, todo es legítimo en aras de un “bien superior” –definido por los “que no lloran”- como bajar y subir candidaturas, cambiar circunscripciones, anular al que ayer se había adulado porque, como dicen los gringos, business is business y no es nada personal pero igual te hago la cama y tan amigos como antes, dicen, se dicen, nos dicen.
Entonces, ya no nos extraña que aquellos que eran amigos, aquellos que nos dijeron que compartían ideales, aquellos que se palmeaban los hombros y se juraban amor eterno, de la noche a la mañana, desentierren los episodios más oscuros –sean ciertos o trascendidos- de la vida del que ayer era compañero o compañera de “ideales”. Así, nos vamos acostumbrando a que la política “es así”, y eso nos pasa la cuenta como sociedad, no por nada, la política y los políticos son los peor evaluados por la ciudadanía
Podría enumerar casos y casos, largamente, recordando episodios que ilustran esta situación. Cualquiera de nosotros podría llenar páginas y páginas de estos hechos con solo revisar la prensa de los últimos años, de los últimos meses y, para que decir, de las ultimas semanas.
Recuperar la capacidad de llanto en la política es recuperar la emoción, el sentido de que sí importa por lo que se lucha y que duele –porque duele- cuando aquellos acuerdos tácitos de razón, de emoción, de sentimiento, en los que creímos que se daba el juego, se rompen y quebrantan. Porque no son sólo los políticos quienes hacen política, somos todos -votemos o no votemos- los que participamos, los que nos vemos influidos por esa forma de ver la vida, porque somos un pueblo, porque estamos conectados.
Mi tesis, es que la política debe ser “con llorar”, es decir, que sí importan las formas –para qué decir de los fondos- en que se estructura el quehacer cotidiano que nos construye como sociedad
—
Imagen
Comentarios
30 de julio
si lloran ahora, será para manipular y para comedias ya bastantes nos dan a diario las tv, con mucho llanto, intrigas, mentiras, engaños, hipocresias, arrastrados, matones, figuritas y figurones, dobles estándares, violadores y perversos, definitivo si ahora lloran no sirven…al tacho con ellos
0
30 de julio
Hola Cecilia, me refería a llorar -la emoción- no a lloriquear -el fingir- que es a lo que, me parece, haces mención. Estoy de acuerdo en que de lloriqueos tenemos demasiado pero, precisamente el lloriqueo es parte -paradojalmente- de una política donde la emoción es sólo parte de un show donde sólo importa el ganar… Abundando en el tema, hace pocas semanas vimos al presidente de la república que ante el caso de la violación de una niñita de 11 años, levantando un dedo índice patriarcal nos decía -en sus palabras- que era la voluntad de dios y que era inconcebible pensar en un aborto por esa causa. De nuevo, la falta de sensibilidad, la no-emoción y la defensa a ultranza de una posición valórica impuesta a sangre y fuego, primaron sobre la emoción y la empatía.
Ese es todo mi punto, recuperar un sociedad donde la compasión, la emoción y la empatía sean un componente fundamental de la convivencia…
+1