La sociedad global atraviesa por momentos complejos, al mismo tiempo que avanza la tecnología, la Inteligencia Artificial, el Big Data o Internet de las Cosas, lo artificial cobra fuerza y los seres humanos parecen quedar solos y perplejos ante su propia conducta. Una sociedad que compite en todas las esferas y dimensiones, y la democracia parece no estar dando el ancho. La democracia, como conjunto de personas que debaten racionalmente por el interés común no parece dar respuesta suficiente a una demanda que no tiene carácter de ciudadano sino de cliente.
Debemos incorporar a lo anterior, los abusos de quienes enarbolando un mantra neoliberal, hablan de eficiencia, eficacia y servicio al cliente. En nuestro país no sabemos más que de abusos, cobros indebidos, intereses y amenazas de los supuestos avisos prejudiciales.¿Qué pasa entonces cuando falla lo público y lo privado? La respuesta es que el caldo de cultivo para los populismos, las soluciones efectistas y la irresponsabilidad pública.
La pregunta que yo me hago es la siguiente ¿Qué pasa entonces cuando falla lo público y lo privado? La respuesta es que el caldo de cultivo para los populismos, las soluciones efectistas y la irresponsabilidad pública. En lo particular, vivo en una Región donde cualquiera se pone detrás de un micrófono, paga un espacio y dice lo que quiere sin tapujo ninguno, no hay ética, ni moral y para que hablar de la responsabilidad. Es más fácil salir a regalar y decirles a todos lo que quieren escuchar en vez de actuar con seriedad.
Como dice un amigo mío, la seriedad no vende, no trae votos, no trae cámaras no genera “Me Gusta” en las redes sociales. La responsabilidad pese a pasar por su peor momento creo que es la única capaz de hacer contrapeso al populismo.
Ayer leía la noticia sobre el estudio que daba como resultado que los niños de octavo básico en América Latina prefieren en más de un 60% un gobierno dictatorial siempre que este garantice orden y seguridad. Un golpe duro a las bases más profundas de la democracia que nos debe llamar a la acción rápida sobre lo que estamos proyectando quienes estamos en puestos de responsabilidad pública.
Creo firmemente en una ética de la responsabilidad, aunque sea difícil y no tenga efecto inmediato. Hay que buscar menos el aplauso fácil, y mejorar nuestra capacidad de resolver problemas concretos y hacernos cargo de los temas que ya atraviesan nuestra sociedad y no tienen respuesta o correlato en la forma de hacer política. Tarea difícil, pero no imposible.
Comentarios
18 de abril
Ese 60 % debe estar reflejado en la casa. Entiendo que a los niños les agrada respetar y precisamente debe ser por esa sensación de seguridad que envuelve al respeto. Pero, además hay que ganarse el respeto, piensan ellos, entiendo yo.
La idea que veo detrás de esto, si lo pienso como un velo, es que a los ciudadanos les pasa lo mismo. Quizá por eso prefirieron a Piñera. Por un factor de seguridad. Como consecuencia, si los ciudadanos prefieren lo mismo, significa que las puertas a todas las posibles voces de la democracia, deben estar cerradas.
Más que esto, claro, deben tener una directriz que ordene las metodologías y razón de las determinaciones o decisiones políticas de orden de Estado. ¿Qué tan cerca pudiéramos estar de esto?. Más bien podemos apreciar lo que lejos que estamos y este atraso se mantiene porque desde el pueblo no emana una voz que indique una nueva política o una nueva economía justificada en lo razonable, de manera que los populistas del populismo, o los terroristas del populismo, no sufran con esos fantasmas y puedan decidir por si mismos si lo que leen, es razonable y a la vez factible.
Si esto ya existiera, los padres no habrían perdido tanto control sobre sus hijos, fenómeno actual desencadenado por la globalización de los derechos del niño. No sé si a la par vi los derechos de los padres como el primer baluarte de la familia.
Coincido que el sistema tiene hoyos, pero, valga decir que hay muchas formas de tapar un hoyo…
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18 de abril
Don Gonzalo, el dato es interesante, ese 60 % representa probablemente el cansancio en la casa a una lectura de lo que hoy se entiende por democracia, la descalificación gratuita, el fomento del odio y el rencor, la falta de empatía, el exceso de liderazgos corruptos y la fiesta de cuanto grupo de presión hay, se puede agregar a ese ambiente como Ud. lo dice, unos mantras (agotadores), entre ellos, el neoliberalismo, un invento que ya agota la mente, ¿y. como resultado?, la falta de seguridad, la pobreza endémica y tantos otros abusos y males. Pienso que gran parte de lo que ocurre es culpa de la ingeniería social y sus intentos de manejar la democracia. Un saludo.
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18 de abril
Agradezco sus comentarios. Hay una conversación que falta para ir construyendo alternativas responsables de cómo establecemos un nuevo contrato social que de garantías a las personas y donde la corrupción no mine la democracia como la entendemos. Pero además, hoy parece que la democracia no resuelve adecuadamente los problemas públicos o privados, un Estado excesivamente anquilosado y burocrático, donde la clase media no tiene cabida y se siente agobiada por impuestos y cuotas del mercado financiero. Todo ello parece encontrar salida en soluciones efectistas y facilistas propias de populistas.
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19 de abril
¿Podría dar ejemplos o mencionar algunos de esos populistas?
Es decir, veo cómo populistas a cada aspirante a La Moneda, pero, ¿a quién se refiere usted?
26 de abril
Entonces, desde la perspectiva de hacer «declaraciones desde la responsabilidad» ¿cuáles serían esos ejemplos, pues, Gonzalo?…
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27 de abril
Sabes, creo que no tiene que ver con un nombre en particular, sino con entender el desempeño de la política y la vida pública como ejercicio transparente, democrático y honesto. Con lo último me refiero hacerse responsables de los dichos, no ofrecer lo que no se puede cumplir, decir incluso aquello que podría no ser aplaudido, pero que tiene un fundamento riguroso. Las opiniones son debatibles porsupuesto, pero pienso que hoy acampa en el discurso público personas que buscan más bien la fama, en vez de la contribución o colaboración. Como existe desconfianza hacia lo público, las personas dicen sobre ello lo que quieren. Esto no sólo toca quienes se desempeñan directamente sobre la política, también las personas con acceso a los medios y también personas que tienen una tribuna légitima. En resumen, hay que decir la verdad y tener espíritu de construcción social.