Este domingo 25 de octubre, se marcará un hito para este país, donde sus ciudadanos por primera vez en la historia y en democracia (con sus problemáticas fundamentales y limitada) podrán tener la oportunidad de determinar qué carta magna quieren que rijan los destinos de esta nación.
Proceso que literalmente le ha costado sangre, sudor y lágrimas, el cual tiene su génesis en los hechos acaecidos hace ya más de un año, donde los adolescentes chilenos empujaron al resto de los adultos de este país, a manifestarse por un sistema que si bien es cierto ha generado inmensos beneficios, estos solo han sido distribuidos en unos pocos, excluyendo a las grandes multitudes de las ventajas del mismo y/o en el mejor de los casos recibiendo las migajas de estos, lo que nuestros amigos economistas conocen coloquialmente como la “política del chorreo”.La dignidad no solo es un eslogan que representa un cántico de protesta social, sino que representa un anhelo de la inmensa mayoría de chilenos y chilenas, que al menos queremos tener la oportunidad de poder a través de la democracia, poder tener una mejor calidad de vida
Un proceso, que, si bien se basa en el acuerdo establecido entre los actores que constituyen la “elite política”, es producto de un fenómeno de movilización popular masivo, que ni siquiera las violaciones a los derechos humanos ejercidas por las fuerzas del orden, ni el discurso del enemigo interno efectuado por la máxima autoridad del país, pudieron parar y/o acallar y que solo la pandemia más letal en los últimos cien años pudo en su minuto y parcialmente aminorar la intensidad de este.
Es cierto también que este futuro plebiscito puede generar desconfianzas respecto a la forma de cómo se encausará a futuro las modificaciones constitucionales, las cuales dicho sea de paso deben ir acompañadas de una modificación sustancial en materias sociales que posibiliten las consolidación del mismo. Sin embargo, es la herramienta que actualmente dentro de la institucionalidad formal, para poder lograr estos cambios.
Por lo mismo el votar este domingo representa una necesidad imperiosa de poder pronunciarnos democráticamente sobre el futuro que como pueblo queremos escribir para las futuras generaciones.
Parafraseando a don Patricio Bañados en la campaña del Plebiscito que significó el fin del poder político unilateral de la dictadura (aunque no económico), es posible señalar que al igual que en dicha oportunidad usted puede elegir, entre dos opciones bastante claras.
Puede votar Rechazo y la continuidad del actual sistema de organización política, social y económica impuesta desde el régimen militar hasta nuestros días.
Como también puede votar Apruebo y Convención Constitucional, que significa la posibilidad única en nuestra historia republicana de no solo poder escribir una carta magna en democracia, sino que esta sea redactada desde nuevas caras y actores políticos tradicionales y no tradicionales, con la garantía de contar con paridad de género, los cuales pueden otorgarle una mayor legitimidad a un procesos en el cual se busca al menos la oportunidad de poder implementar los cambios estructurales necesarios para que este sea un país más digno para vivir.
Porque la dignidad no solo es un eslogan que representa un cántico de protesta social, sino que representa un anhelo de la inmensa mayoría de chilenos y chilenas, que al menos queremos tener la oportunidad de poder a través de la democracia, sin rencor y sin odio, poder tener una mejor calidad de vida para nuestros hermanos, parejas, madres, abuelos y amigos.
Por último, quisiera despedir esta columna haciendo una referencia a Pedro Lemebel, quien hace muchos años escribió una Crónica llamada “Carta a la dulce juventud”, como si avizorara que esa juventud fue la que en gran medida hizo posible el inicio de esta transformación fundamental, y cuyas palabras reflejan la esperanza depositada de millones de chilenos el porvenir futuro y en las cuales nos decía que “No le ofrezco el cielo, porque sé que los ángeles le aburren. Tampoco un carrete interminable, porque el bolsillo roto de la izquierda no da para tanto. Tal vez, en esta carta, podamos imaginar un sitio digno donde respirar libertad, justicia y oportunidades (…) ¿Qué me dice? Nos embarcamos en el sueño”
Comentarios
23 de octubre
Igual que una canción del año 88..la alegría ya viene.
Desde el Domingo todo va a ser increíble, todos no sabrán que hacer con la plata que les caerá de los bolsillos, TODOS harán una nueva Constitución…
Los políticos saben vender, sin duda.
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