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La opción Velasco: ¿Peor que Bachelet?

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Queda claro que la Concertación hoy en día apuesta a solo dos cosas: los errores que cometa el gobierno y la salvación milagrosa producto de la llegada de Godot, el cual, a la inversa del que esperaban Vladimir y Estragon en  la obra de Beckett, es concreto. Tiene nombre y apellido: la ex presidenta Michelle  Bachelet.

Cuesta creer que uno de los conglomerados políticos más exitosos de nuestra historia transite entre una falta de ideas y carácter propios de un movimiento amateur.  Inclusive no deja de ser paradójico que quien figura como su carta milagrosa se encuentre desaparecida de la contingencia nacional. La excepción en éste panorama la marca el ex Ministro de Hacienda Andrés Velasco.

Lo sorprendente es que los mayores ataques los ha recibido de sus propios socios. Velasco fue un ministro que dejó con una alta popularidad su cartera, es respetado transversalmente, muestra una independencia de fuerzas políticas desgastadas que electoralmente puede ser valiosa. ¿Cómo no ver que si se ataca a Velasco al final también se va a dañar la imagen de Bachelet? La lógica indica sólo dos opciones: Velasco obró apoyado por Bachelet o simplemente la  Presidenta carecía de la autoridad y el poder, y sus ministros se mandaban solos. Lo segundo parece poco factible, por tanto Velasco es un reflejo de las políticas deseadas e impulsadas por  Bachelet.

Además de lo destructivo para las opciones generales de la Concertación y el daño que indirectamente se le produce al Godot de la Concertación, pareciera ser que quienes buscan “bajar a Velasco” no se percatan del candidato competitivo que es.  Como nadie, Velasco es una persona que puede captar al sector más liberal-centrista de la Alianza, especialmente si esta última lleva un candidato UDI o un Golborne “udizado”. La misma ex mandataria no posee ese potencial de Velasco. Sin hacer mención de lo ingenuo que es creer que automáticamente la “buena imagen de Bachelet” se transformará en votos para su segundo período. “Buena imagen de alguien” y “querer que vuelva a gobernar”, son dos cosas muy distintas. Por tanto, no parece sensato apostar  a una sola carta y destruir la emergencia de Velasco.

Velasco posee otra fortaleza: una imagen de seriedad. El estilo poco convencional del presidente Piñera parece haber aburrido rápidamente a la ciudadanía y puede ocurrir que signifique un desgaste general de quienes practican una personalidad pública basada en la “simpatía,  humor e improvisación”. La sobriedad y solvencia de Velasco, por el ambiente actual, puede ser un patrimonio político mayor que la “chispita y gracia” de personajes como ME-O.

Velasco es un hombre en sintonía con las corrientes socialdemócratas que son exitosas hoy en día como las representadas por Stoltenberg, Steinbrück, Thorning-Schmidt y Gillard. Justamente,  necesita mostrar su aspecto más político, de quien conoce y entiende las tendencias de la centro-izquierda que triunfan en el mundo desarrollado. La sola imagen de economista exitoso y buen gestor de Hacienda no basta. Que en época de turbulencias económicas, el mostrar una gestión exitosa como la de él es una fortaleza,  no significa que sea suficiente.

Si Velasco no cae en la tentación de tratar de ser quien no es en cuanto personalidad pero a la vez logra mostrar su faceta de ciudadano preocupado por la política, en sintonía más allá de la economía con el progresismo, preocupado de la cultura, la Concertación va haber ganado un candidato que se lo pondrá muy duro a la Alianza. Para eso, algo que a esta altura no parece nada fácil, la Concertación debe defender su historia, no destruir  a sus figuras y entender que el apostar  a una sola carta puede ser suicida. Además puede ser que Godot nunca llegue. Contar con un Velasco fortalecido puede ser clave para la centro-izquierda.

———–

Foto: Sentidos Comunes

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Comentarios

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26 de octubre

al parecer la concerta aun no aprende de sus errores, y despues de 2 años sigue actuando como novato en este mundo de la politica. Claramente no pueden imponer un candidato, y como bien dices la popularidad no se traduce necesariamente en votos, y un ejemplo claro de ello fue lo ocurrido con frei, que del 80% de aprobacion de bachelet, solo un 40 y algo se traspado al candidato en ese entonces oficialista.
personalmente me gusta bachelet, es mujer y de izquierda igual que yo, pero creo q la formula de repetirse el plato ya tuvo una mala experiencia reciente.
ademas su papel en el extranjero lo esta llevando muy bien, y echarle a perder eso solo porque la concerta no quiere esforzarse en impulsar a una nuevo candiadto, es simplemente vergonzoso.
Velasco esta bien, tiene puentos a favor que piñera tiene en contra, empezando por la seriedad, ademas la ciudadania lo recuerda bien y tiene algo que otro no tienen: es una cara nueva en esto de las candidaturas.! pues si hay algo que molesta al electorado es ver un nombre en la papeleta de votacion mas de una vez.
con Velasco es poco el trabajo que tienen q hacer, pero el trabajo mas dificil esta dentro de la concertacion, que tienen q ser capaces de hacer filas detras de un solo candidato, y si es necesario hacer primarias y respetar el resultado obtenido… sino, entonces se volveria a confirmar que la concerta no aprende de sus errores y para eso, mejor que se disuelva.!
Saludos.!!

26 de octubre

Estimado Gonzalo:

La concertación debe entender primero que uno de sus errores fue descansar en el liderazgo y aprobación de la ex Presidenta Bachelet, hasta el punto de dormirse sin destacar o promover nuevos liderazgos que pudiesen captar esta situación que a todas luces fue favorable. La potencial candidatura de Andrés Velasco nace de su excelente capacidad técnica y la transversal aprobación que tiene como persona. Desechar la posibilidad de sumarse a su proyecto sería otro paso atrás para la concertación.

Saludos y muy buena entrada.

28 de octubre

Ahhhh, la ingeniería electoral. Si en vez de discutir candidatos discutieran un programa de gobierno…

gabmarin

28 de octubre

Ese es el punto, Iván. Pero parece que no es tan obvio. O quizás lo obvio es que entre muchos candidatos, las diferencias programáticas son apenas matices, y por eso no se discute, y somos nosotras y nosotros, las ciudadanas y ciudadanos, que obtusamente pedimos ideas y nos salen con un póker de nombres. Cambia el color, cambia el palo, pero son todos el mismo número.

28 de octubre

Estimado Iván y Gabriela:

Antes de establecer un juicio complejo respecto de las motivaciones que tiene una persona para elegir y finalmente votar, podemos partir respondiendo una pregunta ¿Votamos por las ideas y programas que anuncian los candidatos, o votamos por la ideología que representa y me acomoda?. Entiendo que el debate deba centrase en los programas de gobierno, sin embargo, al parecer buscamos nuestras tendencias políticas en el candidato a elegir, porque después de todo, por muy buen programa que se presente, ¿votarían por alguien que no representa sus ideas y conceptos sobre la vida, o su tendencia política?.

Saludos

31 de octubre

Pablo, no estoy haciendo ningún juicio complejo de nada. Simplemente encuentro patético el jueguito de discutir por candidatos sin antes, siquiera, hablar de autocrítica. La concertación se enfrasca en las mismas prácticas con las que nos hemos cansado. Si quieren discutir candidatos en términos de cuáles des dan más votos, bien por ellos, que hacen ver a la democracia como un procedimiento. A mi no me interesa eso.

01 de noviembre

Estimado Gonzalo: No se trata de si Velasco es un buen candidato o no. Tampoco se trata de si al criticarlo se perjudica a Bachelet o no. Esas son discusiones de forma, y no de fondo. El fondo es que Velasco no ofrece alternativa alguna frente a una forma de Estado prescindente y que entrega los servicios sociales como alternativas de negocio al sector privado. Tampoco es una alternativa frente a un modelo de crecimiento que se sostiene en parte en el Plan Laboral de José Piñera qué cercenó la capacidad de los trabajadores de luchar organizádamente por sus ingresos. Velasco no es alternativa, simplemente porque apoya esos elementos centrales del modelo.

Él se opuso tenazmente a la reforma a la ley que asfixia la negociación colectiva en Chile desde hace tres décadas y que tiene incidencia directa en la mala distribución del ingreso. Él no abrió ninguna alternativa real de mejoramiento de la educación pública tras el conflicto estudiantil. Él aprobó que CODELCO hiciera uso de la peor de las leguleyadas (cuestionando las facultades de la DT en la Corte Suprema) para evitar aplicar una Ley de Subcontratación que había surgido precísamente de los compromisos de Lagos y Bachelet con los subcontratistas y suministrados de la cuprera estatal.

En el Gobierno, Velasco fue una traba para que la Concertación abordase en serio la discusión sobre las políticas sociales que correspondían a nuestra democracia. Y lo hizo desde un círculo dorado de semidioses que se juntaban en Boston y Valle Nevado a «pensar Chile» como decían siuticamente. Lo hizo escondiéndose detrás de propuestas de centroizquierda y tras las indecisiones de la Presidenta.

Lo hizo porque pensaba que los partidos, los sindicatos, las juntas de vecinos, los centros de alumnos y las federaciones de estudiantes no eran expresión colectiva de causas justas, sino que «grupos de presión», comparables a la CPC o a El Mercurio. Lo hizo porque pensaba que toda injusticia se reparaba con «libertad de elegir» y «acountabillity» (propongo releer la vulgata de Navia y Engel «Qué gane el más mejor», donde se eleva la portabilidad numérica a la quintaesencia de la nueva justicia social en el continente). Velasco actúa como si lo comunitario fuese una perversión de la pureza de las aspiraciones individuales.

El punto no es que algunos creamos que Velasco no puede ganar. El punto es que no queremos que gane, porque representa lo peor de un sector que se enquistó en la Concertación y terminó por paralizarla desde dentro. Y no te equivoques. Somos concertacionistas, socialistas, Decés, pepedés, independientes o lo que sea, tenemos grandes orgullos y enormes críticas por lo realizado, pero no… no somos ni nunca hemos sido «socios» de Velasco.

Saludos

01 de noviembre

Estimado Felipe:

Tal como en varias entradas suyas pretéritas, dedica gran parte de su comentario a «develar» decisiones que en un gobierno concertacionista tomo el ministro de hacienda designado, el Sr. Andrés Velasco. Al parecer por sus comentarios, el Sr. Velasco tenía bastante poder e influencia en las decisiones e iniciativas que tomaba el ejecutivo, y diciendo esto le pregunto (pero para que esta vez debata) ¿En qué estaban los políticos en ese gobierno?. Pregunto para que explique cómo un gobierno que sale con una aprobación ciudadana en su gestión bastante buena, es criticado por personas que hoy representan un sector político que se está desintegrando y cuenta con un apoyo ciudadano del 22%. Si el Sr. Velasco claramente no es su opción, ni la de un grupo importante de la concertación, entonces expliqueme donde está la alternativa que ustedes nos presentan, y por supuesto, no hable solo de la Sra. Bachelet, sino del equipo de gobierno con el que se van a enfrentar en las próximas elecciones. Parece que al igual que en las eleciones pasadas, cuando MEO se les metía entremedio, en vez de potenciar una alternativa común, invirtieron tiempo en deslegitimarla; y al final sortearon un candidato en las últimas instancias con las consecuencias que ya sabemos. Promueva las primarias, centre el debate en los proyectos y deje que la gente decida; y por supuesto levanten luego algunos liderazgos antes que sea demasiado tarde.

Saludos

01 de noviembre

Estimado Felipe:

A propósito de sus entradas, lea los comentarios que le dejan, porque en su entrada «El caballo de troya de Expansiva» (http://bit.ly/sL8l7m) se deja ver que no a toda la gente le puede molestar la «tecnocracia», y por otro lado se debe buscar mejorar sus políticas sin dejarla de lado.

Dejo para su lectura a otro miembro de Expansiva, el Sr. Alfredo Joignant en una entrevista de Revista Capital en donde hace un aporte a su idea y comenta cual es su visión en ese momento (año 2007)

http://bit.ly/vM011j

Saludos,

01 de noviembre

Estimado Felipe,

Efectivamente, son dos cosas distintas. Una es si Velasco es un candidato ganador frente a la Alianza y lo otro, si uno valora, independientemente de su competitividad electoral, como deseable su candidatura. Como lo señalo en mi entrada, sobre lo primero no tengo dudas: puede ser un candidato temible para la Alianza. Lo segundo implica una valoración tanto de los 20 años de la Concertación como de qué tipo de izquierda se considera deseable.

Creo que los últimos 20 años y en especial las dos gestiones encabezadas por presidentes socialistas, con todos sus defectos y las necesarias correcciones que se necesitan, fueron muy exitosos para el país. ¿Qué lo hizo exitoso? El haber combinado liberalismo con esfuerzos de inclusión social tanto material como semántica. En esa combinación fue clave la seriedad fiscal. ¿Cómo valorar lo obrado por la Concertación si no se traspasa ese reconocimiento a sus ministros de hacienda? Eran gobiernos que articularon sus gabinetes entorno al poder de Hacienda.

Sobre el “modelo de izquierda” si bien es un debate “nacional” me parece un ejercicio útil comparar qué casos se consideran como “imitables”. La plataforma de Gillard en Australia y la de Thorning-Schmidt en Dinamarca, para mi lo son. Ambos proyectos van en línea con las corrientes dominantes en la socialdemocracia sueca,alemana, neozelandesa, etc. Creo que Velasco, busca ir en esa línea. Ahora, debe mostrar mayor contenido político. Sin duda.

La capacidad de la socialdemocracia de adaptación sistémica a los requerimientos emergentes de la Sociedad y no el populismo de Laclau (por sólo mencionar un modelo alternativo) han sido garantía de estabilidad democrática, desarrollo económico con inclusión social y seriedad fiscal (algo clave hoy en día). Los mismo Verdes transitan en esa dirección. No veo otro modelo de izquierda factible, al menos hoy.
Saludos Felipe y a a todos, Gonzalo

P.S. Otra cosa distinta, es que la democracia liberal debe volverse hacia el pasado y recuperar aspectos centrales del republicanismo para su diseño institucional. Eso es una conversación distinta, por cierto.

01 de noviembre

Estimado Pablo. Vamos por parte. Primero que nada muchas gracias por el link a la enrevista a Joignant. Es bien interesante y se establecen varias miradas que convergen con las que he planteado respecto a la relación de Velasco y Expansiva (por llamarlo de alguna forma) con la estructura más tradicional de la Concertación. En ese intríngulis, Joignant pone el énfasis en als debilidades de los partidos que permiten la sobrerrepresentación del liberalismo concertacionista, y en eso concuerdo plenamente. Quienes no comulgamos con Expansiva tenemos mucha responsabilidad en su crecimiento, en determinado momento.

Respecto a la candidatura de Velasco, creo que criticarla no tiene que ver necesariamente con que represente un peligro para algo, como fue MEO para Frei (yo voté e hice campaña por Frei, si sirve de algo decirlo). Creo que lo importante es que sirve para volver a abrir un debate que en el gobierno de Bachelet se clausuró, que es el del rol de Estado como articulador de la política pública, por un lado, y de la necesidad de abrir mayores espacios a la redistribución de la riqueza allí donde se produce, que es el mundo del trabajo.

Yo no hablo desde la «vereda Bachelet», porque no sé que piensa ella en la materia. Finalmente, mantuvo a gente como Velasco en el gobierno, pero también a gente como Andrade o Vidal. Tampoco hablo desde esa vereda porque creo que la tarea de la centroizquierda es reconstituir un proyecto político, más que volverse locos en torno a las candidaturas. Mi punto es que en ese proyecto político, el liberalismo no puede tener la posición hegemónica porque no es lo que Chile reclama.

Si me pides candidatos, no los tengo. No sé bajo qué mirada se instalaría una nueva candidatura de Bachelet. Sí, creo que los partidos de centro y de izquierda (concertacionista y fuera de ella) tienen un rol que jugar en articular una nueva mayoría. A pesar de todo, sigo creyendo que los partidos no pueden ser dejados de lado. Muchos en el gobierno de la Concertación defendíamos posturas en favor de cambios más radicales en materia social, laboral y de políticas públicas. Algunas veces nos iba bien, otras no. Es la esencia de tener una coalición donde conjugas distintas visiones.

En ese sentido, me parece muy atractivo el modelo de la Argentina K (aunque a Pato Navia, otro chico E le parezca una herejía, como señala en la Tercera en http://blog.latercera.com/blog/pnavia/entry/la_tentaci%C3%B3n_kirchnerista ) , porque si te fijas, lograron, con todas las carencias propias de la política trasandina, reconstituir un liderazgo desde la institucionalidad democrática en un país donde la consigna era «Que se vayan todos». Y ese liderazgo lo reconstituyeron haciendose cargo de desarrollar reformas al modelo neoliberal extremo que hemos adoptado. No eliminaron las AFJP, pero reestablecieron al lado el pilar solidario y permiten a la gente optar, aumentaron los impuestos al agro, que es el equivalente argentino de la gran minería del cobre, se enfrentaro al duopolio Clarín, Nación, suspendieron el pago de la deuda y establecieron sus propias condiciones en la negociación con el FMI. Finalmente, sin hacer una revolución ni nada, lo que hicieron fue ocupar el Estado y tratar de fortalecer su rol social.

No quiero hacer un panegírico de esa experiencia porque no es la idea, sólo trato de señalar que hay muchos otros espacios donde mirar, más allá de los dogmas del neoliberalismo norteamericano o de la tercera vía de Blair y que probablemente sean mucho más atingentes a nuestra propia realidad.

Debemos superar la captura del debate político por la tecnocracia y atrevernos a opinar. Creo que eso es lo que las personas piden a gritos. Cuando los estudiantes dan argumentos, se les responde con frases hechas: «la gratuidad es imposible», «la gratuidad es subsidiar a los ricos», cuando los colectiveros piden rebaja el IECombustibles se les responde con frases hechas «eso es subsidiar a los ricos que son los que tienen auto»; cuando se pide reforma al Código del Trabajo se descalifica a los sindicatos por anticuados y corporativos y se promueve la flexibilidad labral como dogma para mejorar los niveles de empleo. En todos esos temas, Velasco y su entorno no diferencian un ápice su discurso del gobierno de Piñera.

Es ese debate el que trato de dar. Y sí, tienes razón, no tenemos una alternativa sólida que presentar, pero a mi juicio no porque nos falte candidato o candidata, sino que porque carecemos de definiciones de fondo respecto a como gobernar. Pero la idea de discutir estos temas es irlas construyendo.

Saludos

01 de noviembre

Estimado Felipe:

Gracias por su respuesta, y justamente podemos coincidir en que la «tecnocracia» se posiciona poderosamente en el rol que le corresponde a la política; sin embargo, esto no solo depende de la inclusión caprichosa de asesores o ministros, sino que responde a algo que usted en sus entradas menciona, la corrupción y la poca eficacia en el uso de los recursos públicos; también responde a una sociedad que está comercializada, en donde todas las decisiones pasan por aspectos económicos. Usted puede ver como los patrimonios inclusive, se miden bajo este mismo parámtero.

Se debe fortalecer la política y esta tiene la obligación de trabajar en conjunto con la técnica en forma equilibrada, para obtener crecimiento económico y beneficios sociales.

Respecto a los liderazgos ausentes, personalmente no escucho ningún nombre aparte de la Sr. Bachelet, y veo muchos políticos como el Sr. Vidal, que están tan seguros de su candidatura que no proyectan otra alternativa. Esto es peligroso por dos razones; una porque la dependencia exclusiva de la candidatura de la Sr. Bachelet sigue profundizando la enfermedad de levantar liderazgos, y la otra es que en caso de acpetar esta candidatura se enfrentarían nuevamente con los mismos «tecnocratas» que se critican, debilitando la fuerza política de la concertación.

Saludos

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