La pregunta política interesante en los nuevos escenarios del siglo XXI es: ¿qué capacidades de organización y qué fuerzas alternativas pueden poner en marcha en esa zona las comunidades que la habitan?
¿Cómo están en La Greda? A propósito de los llamados “episodios críticos” de contaminación en la bahía de Quintero, hemos conocido a menudo las cifras que señalan, por ejemplo, la cantidad de veces que la norma aceptada para gases tóxicos y material particulado ha sido sobrepasada.
Sin embargo, en esta reflexión no nos interesan los números. Nos preguntamos por la comunidad de La Greda, y por las comunidades de toda esta zona –de Quintero a Puchuncaví, incluyendo Maitencillo y hasta Cachagua. ¿Cómo está la gente? ¿Cómo está su ánimo, su capacidad de reacción, su capacidad de organización frente a las situaciones que hacen su diario vivir?
Hablamos con Ricardo Correa de Chinchimén, agrupación ambientalista que reúne gente de todo el borde costero y de los campos vecinos. El panorama que recogemos es un cuadro típico de la transformación de unas comunidades campesinas y de pescadores artesanales, por efecto de la modernización que traen grandes industrias que se instalan en su territorio.
Según Ricardo, “nadie era realmente pobre ni se moría de hambre en Puchuncaví antes de la llegada de las industrias”. La gente no era rica en dinero, pero vivía bien con sus cosas y su manera de vida. La llegada de las grandes empresas trae la “promesa del desarrollo”. Esto es, la multiplicación de los ingresos económicos, el acceso a los bienes del consumo moderno. Se cambia el modo de vida por sueldos más altos. La gente deja de ser autónoma y se convierte en empleados.
Esa promesa –más la presión de los poderes del Estado central y los grupos económicos- permiten instalar en la zona industrias que todos sabían altamente contaminantes, mientras también todos se hacían los lesos y miraban para el otro lado.
Al cabo de 50 años de acumulación de tóxicos –la chimenea de Codelco Ventana es de los años 60-, comienzan los “episodios”, que no son sino momentos de altísima contaminación que siempre habían estado ocurriendo pero que ahora, debido a la irrupción del fenómeno de los movimientos ciudadanos y su imagen en los medios de comunicación, se “visibilizan” para un país que ha cambiado.
Lo que ha ocurrido en La Greda es como el punto focal, pero lo mismo se extiende a toda la zona. La pregunta política interesante en los nuevos escenarios del siglo XXI es: ¿qué capacidades de organización y qué fuerzas alternativas pueden poner en marcha en esa zona las comunidades que la habitan?
¿Cómo son los sentimientos de la gente frente a lo que sucede? En una primera mirada, las comunidades sufren el problema en un estado de pasividad que parece directamente resultado de la penetración de las empresas en la mentalidad de las comunidades. La gente, y especialmente los líderes emergentes, son rápidamente cooptados con bonos especiales y donaciones. La queja se ha convertido en un mecanismo para obtener ventajas particulares que dejan las cosas igual como estaban. No hay fuerzas capaces de aglutinar poder comunitario, que obligue a cambiar algunas de las condiciones del envenenamiento progresivo por aire, agua y tierra de toda la gente.
Solamente con ocasión de las últimas crisis en la Escuela La Greda, algunas madres y mujeres jóvenes han comenzado a mostrar la capacidad de expresar un frente de resistencia a los poderes combinados del Estado y los grupos económicos. De lo que se trata, claro, es de la vida de sus hijos, de la toma de conciencia de un envenenamiento lento pero inexorable, de las mínimas posibilidades futuras de llegar a tener allí una buena vida.
Pero esta actitud de oposición es todavía efímera. La potencia de las empresas para mantener un sistema de regalías que sofocan los espíritus –y que incluso acallan a estas mujeres- es todavía grande. Por ejemplo, la Escuela se trasladó dos kilómetros hacia el interior. Allí igual hay contaminación y hasta los suelos hubo que limpiarlos de la carga de metales pesados que acumulan. Pero muchas madres aceptaron esta falsa solución como algo mejor que seguir donde antes estaban, a doscientos metros de las chimeneas.
En Maitencillo y Cachagua se da otra forma de “mirar para el lado”. Estas playas están casi tan contaminadas como las de Quintero y Ventana. La “pluma” de la chimenea deja caer regularmente sus venenos sobre ellas, cada vez que los vientos son favorables. De hecho por su toxicidad, allí no se saca marisco. Pero la gente nada dice: si se supiera, el valor inmobiliario se vendría al suelo. El dinero y el consumo encubren el veneno también para las clases pudientes. En Maitencillo y Cachagua lo que se envenena es una zona que comparten todos, los llamados “ricos” y los llamados “pobres”.
Los tiempos se mueven en La Greda entre la catástrofe y el acomodo, como si fuera posible continuar cambiando vida por dinero hasta quien sabe cuándo. La ideología del desarrollo se detendrá solo cuando se multipliquen en la puerta de nuestra casa las muertes del “progreso”.
Comentarios
20 de abril
Hace 16 años cuando creamos la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Puchuncavi, pusimos el dedo en la llaga, conseguimos algunas mejoras, pero el problema eran los interese creados de muchos dirigentes que también trabajaban en Codelco y evidentemente oportillaban las reuniones y los reclamos, al final esos mismos dirigentes están hoy muertos y sus pulmones y resto del organismo estaban en la miseria, murieron antes de tiempo, no pudieron disfrutar lo que ganaron, creen ustedes que vale la pena ese sacrificio, Hay que dar un grito y decir comunidades : ::DESPERTAD
Pero hay que trabajar en conjunto agrupados todas las comunas afectadas, no se olviden que la unión
hace la fuerza
+1
29 de abril
estimada Trinidad,
la perseverancia es la clave
continúen con la Unión Comunal
–una nueva opción son los COSOCs municipales- ¿sabe usted en
qué consisten?
únanse a las redes de organizaciones ciudadanas;
la unión que está produciendo la lucha contra el proyecto 244
de Codelco esta tomando cuerpo;
a ver si puedo enviarle el correo de contacto con esa red
abrazo, fernando
06 de noviembre
Hace 20 años cuando mllegue a Puchuncavi, golpee la mesa en ENAMI, pero nadie me apoyo, ni autoridades, ni comuinidad, en ese tiempo forme las Juntras de Vecinos, la Union Comunal que presidi durante 7 años.
Conozco el tema porq
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