El año 2008, el gremialismo tuvo su última federación en la PUC, y desde esa fecha hasta hoy la Nueva Acción Universitaria había logrado hacer historia al liderar por 6 años consecutivos la orgánica estudiantil de esta universidad.
La FEUC dejó de ser un centro de eventos y comenzó a presentarse como el puente comunicacional que distintos espacios dentro y fuera de la casa de estudios necesitaba. Comenzó, entonces, a establecerse como un actor de relevancia nacional. Aportó férreamente a establecer temas de discusión y trabajo, como la sustentabilidad, la comunidad, los derechos de los trabajadores subcontratados, la inclusión, accesibilidad y, sobre todo, la educación. En la Universidad Católica los estudiantes comenzaron a hacer política de cara al país, comprendiendo el rol que la UC tenía o que debía tener en la sociedad chilena.El quiebre con la CONFECH es cosa de tiempo. Esta nueva lista ha indicado abiertamente que no está de acuerdo con varias de las líneas que la agrupación de federaciones tiene.
La derecha universitaria no logró despertar rápido del golpe que le dio la primera generación NAU y del golpe que le entregó la sociedad civil empoderada, que comenzó a entender que este país necesitaba urgentemente derribar las estructuras que seguían ese modelo del individualismo, lleno de segregación, poco inclusivo y nulo en oportunidades. La derecha del gremialismo antiguo no tenía espacio en estos temas, no tenía espacio en los cambios sociales. El movimiento gremial de la Universidad Católica se comprendió desde las elecciones del 2009, como un grupo carente de ideología, más allá de ciertos pilares que pudiesen mantenerse desde las construcciones de Jaime Guzmán. Necesitaban reinventarse, necesitaban tener un discurso político, necesitaban lo que pasó este año.
La FEUC que propuso Sande, no es la FEUC gremialista del 2008, o por lo menos no se presentaron como tal. La FEUC de Sande no es la de las fiestas ni la de los helados en campaña. Estaban explícitamente obligados a hacer política, y aunque presentaron un programa que busca estancar ciertos avances de federaciones anteriores y que aún tiene notorias carencias en varios ámbitos, es la que ha tenido más nociones de sociedad de todos los últimos programas gremialistas: siguen defendiendo el modelo y sus estructuras, pero ahora hablan de una sociedad en movimiento; siguen apoyando el copago y el lucro en el sistema educacional, pero ahora introducen a la familia en el centro. Están en desacuerdo con la reforma, con la CONFECH, con la gratuidad para todos y con el sentido de lo público que debe tener la PUC. En resumen, tienen evidentes diferencias con las posturas que habían liderado en la universidad en los últimos años, pero ahora lograron articular el discurso que habían anhelado tanto.
La federación de la 1a, de Sande y de todo el gremialismo, conlleva al menos tres cambios sustanciales en la forma de hacer política desde la PUC: quiebre con la CONFECH, oposición de la reforma educacional del gobierno y una vocería opuesta a la del movimiento estudiantil.
El quiebre con la CONFECH es cosa de tiempo. Esta nueva lista ha indicado abiertamente que no está de acuerdo con varias de las líneas que la agrupación de federaciones tiene. Han indicado que desean ser una voz disidente y que esperan tener la oportunidad de lograr aportar desde las diferencias. El problema es que eso no va a pasar. Sin saber cómo se podrán dar las cosas, es viable indicar que hay muchas posibilidades de que la PUC pierda la vocería. Perderá esa importante labor, pero no la plataforma. Por el contrario, tendrá el piso de los medios y se posicionará como opositor a la reforma educacional. Esto ya lo ha manifestado Sande: comprenden la reforma como un camino que lleva a la injusticia social. De este modo, la FEUC se transformará en la voz opositora de varios cambios, atacando directamente a lo que ha construido el movimiento estudiantil.
La sociedad estará en movimiento siempre y cuando retome lo que el 2011 comenzó: las transformaciones son para todos, para un Chile de todos.
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