Los fenómenos políticos son extraños y difícil de comprender para una población que por décadas estuvo y se encuentra sin educación ciudadana. Cuando se coloca el foco solo en el homo economicus, (capital de trabajo) desconociendo la esencia del ser humano, social y política desde sus orígenes, comprendemos tarde los daños provocados, ( establecer por ejemplo el voto voluntario) con serios problemas éticos nunca tratados en el currículo y la sociedad (delincuencia desde los grandes empresarios, policía, narcos copando los barrios periféricos) que hoy se hacen presente en una sociedad intolerante, ausente de valores y sin compromiso, sin respeto por el legítimo otro como decía nuestro recordado Maturana.
Es recurrente encontrarnos con discriminaciones de todo tipo en nuestro país, como de género, clases sociales, trabajo, color de piel, entre otras, en definitiva, cuando la educación, el Estado y el hogar renuncian a la educación humanista, ciudadana, se generan cuadros distopicos y disociados difícil de encauzar. En otras palabras, el famoso modelo neoliberal y su idolatría del dinero contaminó a todo un país, no existe institución y dirigentes de la llamada elite que no hayan caído embriagados.Los cinco candidatos de oposición que hoy suenan son extraordinarios, pero gobernar implica un proyecto que debe sumar no solo para ser elegido presidente/a, sino que también tener un parlamento mayoritario para desarrollar el programa concordado para el pueblo de Chile
Todo lo anterior acentuado con el aprisionamiento de quienes ostentan el poder, tanto la política, empresarios y tecnócratas, que sumados son unos pocos miles de chilenos, si ustedes revisan los listados del parlamento, de ministros, directorios de empresas, medios de comunicación, embajadores, asesores de todo tipo, directorios de partidos políticos, los nombres se repiten una y otra vez. Entonces cuando nos preguntamos por qué en la última elección de mayo no votó el 57% de los ciudadanos mayores de 18 años, encontramos aquí otra explicación, además de la falta de educación ciudadana, muchos chilenos no votan porque se preguntan y se responden “siempre son los mismos”, que me ofrecen mejorar las pensiones, la salud y la educación, pero al final todo sigue igual. Además, este país sigue siendo clasista y humillan a quienes no son como ellos, finalmente la ofrecida meritocracia es para algunos, muchos se esforzaron, pero igual son discriminados, como decían Los Prisioneros porque tu apellido es González y Tapia.
Entonces las sorpresas electorales en Convencionales Constituyentes (58% no militantes de partidos políticos) y alcaldías, con nombres nuevos, partidos jóvenes, promedios de edad 30 años, la explicación es que, la ciudadanía que decidió ir a votar (43%), quiere dar una oportunidad a nuevas generaciones y alcanzar los cambios urgentes que necesita el país para salir de este marasmo de tanta desigualdad, discriminaciones y mala distribución de la riqueza.
Las buenas noticias de los rostros jóvenes electos como alcaldesas y alcaldes en Santiago, Ñuñoa, Viña del Mar, Valdivia y Maipú , sorprendieron a un país acostumbrado a que todo seguía igual, lo mismo sucedió con los Constituyentes que por fin esta institución tan importante para nuestro futuro, representa al Chile real y rompe con las elites que estaban acostumbradas a turnarse en el poder, por lo tanto la esperanza y optimismo que tenemos frente a una nueva constitución escrita por fin en democracia son muchas.
Una vez más algo pasa con nuestros dirigentes políticos de oposición, no han sido capaz de dimensionar que en estas ultimas seis elecciones la derecha ha sido derrotada como no pasaba en décadas, y cuando todos pensábamos que se iban a unir en una primaria presidencial unitaria para representar a todo el movimiento del 18 de octubre de Plaza de la Dignidad, las demandas históricas de una sociedad más igualitaria, se producen los espectáculos políticos por todos conocidos, en que ningún partido político tradicional e históricos ha estado a la altura para liderar este proceso único dejando atrás pequeños intereses egoístas que tienen agotada a toda la población, más aún, da vergüenza que personas inteligentes con experiencia política, crean que solo un partido político o una coalición pequeña puede construir una opción para gobernar Chile en los próximos años. Quizás Juan Pablo Luna tenga razón cuando describe al sistema de partidos chilenos como una lechuga hidropónica: desde arriba ves la lechuga, la ves en el Congreso y en la tele, pero abajo no hay raíz, está flotando en el agua.
Los cinco candidatos de oposición que hoy suenan son extraordinarios, pero gobernar implica un proyecto que debe sumar no solo para ser elegido presidente/a, sino que también tener un parlamento mayoritario para desarrollar el programa concordado para el pueblo de Chile. No nos engañemos, nadie por si solo puede convocar a una mayoría sustancial, quizás veremos la verdadera primaria en la primera vuelta presidencial, con el compromiso que después todos apoyen a la candidata que pase a segunda vuelta, debemos sumar en los próximos meses, este país no resiste otro gobierno de derecha.
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