Durante el último tiempo el mundo político se ha debilitado más que nunca, el nivel de desconfianza ha ido bajando año tras año, la falta de certezas respecto a posturas ideológicas claras que debieran distinguir a un partido con otro desaparecen, así como la transversalidad de malas prácticas alejadas de la famosa probidad que debiera venir intrínsecamente con quien milita y en especial con quienes ejercen cargos públicos.
¿Qué llevó a esta debacle? Para ser sinceros hay culpas compartidas, en primerísima instancia está el motivo por el cual una persona escoge ingresar a un partido político, conocer sus principios, sus alcances, compartir objetivos (entre muchos otros); pero pese a este “deber ser”, para un número no menor el compromiso partidario pareciera tener motivaciones de corte personal (trabajo, candidaturas, contactos) más que un ideal.Demasiadas interrogantes, malestar y cuestionamiento que parecen no tener impacto real al interior del mundo político. ¿Habrá alguien desde esa trinchera que dé el primer paso y se atreva a enarbolar la bandera por cambiar la cultura del accionar político existente?
En segundo lugar, se ubica el conducirse y/o amparar las malas prácticas políticas validadas en la praxis y por tanto naturalizadas bajo consignas como: “así es el partido”, “así se manejan las cosas”, aludiendo a un conformismo cargado de cobardía y conveniencia, de lo contrario habría desde los mismos grupos o fuerzas políticas presiones para ejercer un cierto control. Sin embargo, y aunque en lo formal existan instancias que debieran ser empoderadas para tales efectos, estas son minimizadas y reducidas en muchas ocasiones a la réplica representativa de los poderes internos que desean mantener el statu quo en todo lugar. El mayor ejemplo de esto es la voluntad de los conglomerados a no acelerar en el congreso las propuestas claves de la Comisión Engel sobre probidad y transparencia en la política. No existe excusa para su lentitud.
En tercer lugar y no menos importante, es la responsabilidad que tiene la ciudadanía al momento de escoger a sus representantes que salvo honrosas excepciones, la mayoría son reelectos pese a no cumplir con sus labores básicas de velar por el bien común ¿cuántos de nosotros sabemos qué votó nuestro Diputado o Senador? ¿a cuántas reuniones acude nuestro Concejal? ¿qué apoya o veta? Como ciudadanos hemos dejado al libre albedrío las decisiones de nuestro país sin informarnos, ni mucho menos apoyando a que puedan emerger nuevos liderazgos, menos contaminados y sobre todo con fuego en las venas, conectados con el bien común.
La política se quedó en la cátedra, en lo teórico, en los grandes postulados creados entre cuatro paredes, en los grandes discursos carentes de vísceras, de conocimiento real, de contacto con las personas ¿dónde quedaron esos jóvenes que lucharon durante la dictadura? ¿dónde quedó la inspiración e imagen de Allende? ¿se los comió la máquina? ¿fueron seducidos por el Capitalismo o Neoliberalismo impuesto a sangre por la dictadura de Pinochet? ¿dónde están los verdaderos líderes que sean capaces de volver a inspirarnos y creer en que se puede hacer política de manera altruista, generosa y consciente?
Demasiadas interrogantes, malestar y cuestionamiento que parecen no tener impacto real al interior del mundo político. ¿Habrá alguien desde esa trinchera que dé el primer paso y se atreva a enarbolar la bandera por cambiar la cultura del accionar político existente? Arriesgado, por cierto, pero vital a la hora de recomponer las confianzas, porque es necesario volver a la calle, conversar, mirar y empaparse de las historias de vida y cotidianidad de quienes nos rodean, porque es necesario tener líderes y representantes con discurso y objetivos claros, que sean capaces de volver a mirar a los ojos, que entiendan que las personas están cansadas de ser instrumentalizadas, ellas y sus demandas.
Aún existimos algunos pocos que creemos que los cambios pueden ser posibles, que la política debe salir desde las entrañas, que quienes nos representen sean aquellos que cuenten con todas las capacidades y no solo con los recursos para hacerlo, porque desde la minoría aparente, exigimos que nos devuelvan la dignidad y confianza para construir el país que soñamos.
Comentarios
20 de noviembre
al hueso, me gusta
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20 de noviembre
Gracias por leer la columna y sobre todo por compartir la visión.
26 de noviembre
Excelente columna, se pone de manifiesto que muchos en política operan como los esclavos en El Mito de la Caverna de Platón.
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15 de diciembre
Me encanta su mirada al mundo politico y su quehacer lo comparto completamente felicitaciones y gracias por hablar por mi
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