Muchos creen que la discusión sobre una nueva Constitución para Chile es lejana a sus problemas cotidianos, que la elección municipal que se avecina, nada tiene que ver con eso, algunos incluso fomentan interesadamente esa idea, tratando de convencer a la ciudadanía que el rol del municipio, o de un alcalde nada tienen que ver con la Constitución. Pero no es así, y los chilenos lo sabemos.
Desafíos como los que hemos enfrentado como país y sociedad los últimos años han evidenciado los problemas de nuestra institucionalidad, la concepción y distribución del poder y las deficiencias de nuestra democracia.
Hemos sido testigos de como la autoridad central ha tomado decisiones en materias tan sensibles como la seguridad ciudadana o la salud de los chilenos, sin siquiera escuchar a los gobiernos locales, y casi desconfiando de su visión o aporte a la solución de los problemas que enfrentamos. Para ser justos no se trata de un problema solo de esta administración en particular, sino mas bien una grieta institucional, de un modo de entender el ejercicio del poder que francamente ya no resiste mas y que necesitamos urgentemente actualizar, y para ello, debemos construir una nueva carta fundamental que dé cuenta de las necesidades de un nuevo siglo e implique una verdadera revolución municipal.Chile requiere una verdadera redefinición de su institucionalidad y una profundización de su democracia, y para ello proponemos una revolución municipal
Chile requiere una verdadera redefinición de su institucionalidad y una profundización de su democracia, y para ello proponemos una revolución municipal, una revolución que acerque a los ciudadanos las decisiones que afectan su vida, una revolución que revalorice la función de los municipios y los dote de los recursos y facultades necesarias para desempeñar su función como sus vecinos merecen, una revolución que descentralice el ejercicio del poder y le devuelva dignidad y autonomía a los territorios, en definitiva, una revolución ciudadana.
Soñamos con una Constitución que invierta la pirámide del poder en Chile y devuelva a los ciudadanos y sus representantes mas cercanos la oportunidad de decidir, sobre como se invierten los recursos, sobre las prioridades sociales, sobre el mejor modo de vivir en barrios mas seguros y mucho mas.
Pero, en este punto surgen preguntas importantes: ¿Cómo hacemos eso? ¿Cómo logramos concretar esos anhelos? Y la mas importante de todas… cómo afecta la calidad de vida de los ciudadanos un cambio tan profundo?
En primer término, debemos construir un nuevo pacto social y político, una nueva Constitución para un nuevo Chile, y ésta debe incluir un nuevo trato para con los gobiernos locales, que establezca un rol protagónico de éstos en el diseño e implementación de las políticas públicas, que ordene una distribución equitativa de los recursos entre ellos y los trate con dignidad. Este nuevo trato permitirá a los municipios desarrollar políticas públicas mas integrales y pertinentes, con los recursos y las atribuciones necesarios para ello. En este sentido, es necesario revisar el financiamiento y la lógica con que se focalizan los recursos del Estado que se destinan a los municipios y su labor, y muy especialmente, la lógica de receptores y meros ejecutores de políticas diseñadas y decididas desde Santiago o la capital Regional respectiva, para pasar a ser protagonistas de éstas junto a la comunidad.
Este cambio puede tener un profundo impacto en su vida, en su barrio, si las decisiones y los recursos necesarios para darles viabilidad están mas cerca de usted, tan cerca que incluso puede participar activamente en ellas, es dable esperar que esas decisiones sean mas pertinentes y coherentes con sus problemas reales… y eso se verá reflejado en su seguridad, en su salud, en la educación de sus hijos. Nuestra democracia requiere devolverle el protagonismo a sus ciudadanos y la mejor manera de lograrlo es acercar las definiciones importantes a ellos.
La revolución municipal demostrará que una nueva Constitución puede cambiar al país, incluso en su barrio.
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