Hace semanas la cuestión constituyente en Chile ha recobrado su fuerza y dimensión gracias a las investigaciones que ponen al descubierto la relación empresariado-política (del caso NM-Aliancista), y la imposibilidad de transitar hacia una democracia plena en nuestro país a más de 25 años del fin del gobierno militar.
Pero mágicamente ciertos sectores que reivindican la Asamblea Constituyente (en adelante, AC). Como mecanismo de generación le han atribuido a ésta ser el remedio para el cáncer que afecta a nuestro sistema político. Así, cual Harry Potter, con una Asamblea de Magos elegidos por la comunidad mágica, habrá un país sin corrupción, lleno de derechos garantizados y protegidos, lleno de una política sin vicios y verdaderamente democrática, donde la ciudadanía será la protagonista y no la clase empresarial, y sus mortífagos, la clase política.Así Gargarella, al describir los principales problemas de los procesos constituyentes latinoamericanos, plantea que su principal problema es confiar en el estatuto de los derechos, sin tocar el excesivo presidencialismo, ni garantizar efectivos mecanismos participativos.
A mi modo de ver la cuestión constituyente se está tomando a la ligera. Y lo intentaré reflejar en las siguientes líneas, desde una perspectiva jurídica y política.
- La Asamblea Constituyente como mecanismo de generación. Precisiones personales.
Antes de hablar de Asamblea Constituyente debemos precisar su concepto. Es uno de los mecanismos políticos para establecer un nuevo consenso fundamental en una sociedad determinada, de forma plural, democrática e inclusiva.
Sabemos dos cosas: sirve para crear una Constitución y generalmente es uno de los mecanismos más democráticos e inclusivos.
Mas en ningún caso una asamblea constituyente es una garantía de una Constitución Democrática. A la sazón de lo señalado por Atria: Si queremos una constitución democrática, necesitamos un mecanismo democrático, es decir, plantear la cuestión casi en términos matemáticos, no es correcto. Afirmaciones como esa han hecho que sendas organizaciones confundan las cosas. Personalmente estoy por la Asamblea Constituyente, pues es un espacio de democratización, de lucha política, de ahí a que eso se exprese en una Constitución que transforme el modelo político actual, depende de diversos factores, entre ellos: los intereses que se confronten, la capacidad de influir de dichos intereses, el nivel de organización que puedan tener las mayorías desplazadas del poder y de las minorías históricamente marginadas, así como, desde la perspectiva jurídica, la configuración institucional de la AC, es decir del sistema electoral (y marco institucional) que determine su representatividad y toma de decisiones.
Pues sí, la AC es eso, un grupo de personas elegidas por algún sistema electoral puntual que se reúne a discutir un único tema, el nuevo pacto político de un Estado. De ella se derivará el nuevo estatuto del poder y de los derechos de las personas. Por ende, el riesgo de enfatizar que la Asamblea Constituyente por sí misma es garantía de un sistema político genuinamente democrático y que sea fiel expresión de las aspiraciones de la mayoría, puede resultar una traumática experiencia, pues de no confluir los factores antes reseñados, perfectamente la AC podría llegar a servir a los intereses de las minorías que administran actualmente el poder económico, y por dicha vía, el poder político. Es decir, transformarse en un legitimador del modelo neoliberal actualmente vigente, y a la postre en una decepción para el pueblo.
- La Nueva Constitución.
Hablar de AC, y no hablar del producto que se espera, me parece -por lo menos- cínico. Tal como quienes disfrazados de docta apariencia en la ciencia del derecho constitucional, repudian en cuanta tribuna tienen la idea de cualquier cambio al modelo político, acusando a quienes abogan por un cambio democrático de ser prácticamente golpistas y de no saber derecho. El derecho no es neutro, el derecho es expresión de intereses, y eso se debe transparentar.
El actual sistema constitucional, como bien ha señalado la Dra. Galdámez, hoy sufre por su inexistencia de solidaridad y por el omnicomprensivo principio de subsidiariedad. Se suma el reforzado modelo neoliberal, ello al proteger un amplísimo derecho de propiedad, sumado al derecho de libertad de empresa y corona el asunto las cadenas impuestas a la actividad empresarial del Estado. Y en mi opinión, el más grave problema de la actual Constitución, es ser una cadena impuesta por las minorías a la organización política del pueblo, no constituyendo un consenso fundamental, sino un corsé institucional, lo que explica su casi imposibilidad de legitimación por el uso, como pretendió la Concertación y sectores de la actual gobernante Nueva Mayoría.
Se explica con facilidad que en un país construido al alero de una dictadura y de un sistema político cuasi-democrático, que puso el acento en acelerar las desigualdades, que las mayorías y minorías marginadas reclamen sus derechos humanos y los quieran en una nueva Constitución como garantía de su satisfacción; y asimismo, sectores políticos avalan aquello, sin poner el acento donde realmente debe ponerse, en la construcción de un nuevo pacto político que asegure la vigencia de una real y competitiva democracia, que sea expresión de la voluntad del pueblo.
Así Gargarella, al describir los principales problemas de los procesos constituyentes latinoamericanos, plantea que su principal problema es confiar en el estatuto de los derechos, sin tocar el excesivo presidencialismo, ni garantizar efectivos mecanismos participativos. Resultado: un estatuto de derechos que no se satisface en la realidad y el aumento del poder presidencial, con sesgos autoritarios.
Ya para ir concluyendo, en mi opinión, la verdadera lucha en una necesaria asamblea constituyente, es generar una Constitución democrática, es decir, poner el énfasis en cambiar el sistema político: Forma de Gobierno, y con fuerza el sistema electoral y el sistema de partidos políticos. Sólo una democracia que sea verdadera expresión del pueblo, es garantía de satisfacción de los Derechos Humanos.
Recordemos que Harry Potter es ficción y los Derechos Fundamentales deben ser realidad.
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** Publicado originalmente en Centro de Estudios Democracia y Justicia (www.cedej.cl).
Comentarios
20 de abril
Interesante articulo, aunque no comparot sus ideas ud. sabe fundamentar su postura racionalmente. En mi opinión la Asamblea no es una acto democrático por lo siguente.
Quienes aprobarían una asamblea? Los descontentos con la constitución actual?
Ejemplo: A usted no le gusta la constitución actual porque no dice que las FFAA no pueden intervenir jamás, por eso quiere la asamblea, y a mi tampoco me gusta la constitución porque tampoco especifica que las FFAA sean garantes de toda la institucionalidad. Por lo tanto voy también por la asamblea ¿ no es absurdo ? El único propósito de algo tan absurdo es dejar que la asamblea lo resuelva y no nosotros, o sea la AC solo sirve para dar por aprobada una constitución sin que la ciudadanía la lea siquiera.
Probablemente en un pais que parte de cero y carente de toda institucionalidad no queda otra que constituirse por una asamblea. Puede ser. Pero si en lugar de publicar, discutir y luego aprobar una constitución se prefiere buscar aprobación ciudadana para una Asamblea Constituyente en el Chile de hoy, esto parece una simple cuchufleta para dar por aprobada una constitución sin que nadie la lea y algo tan turbio traerá mas problemas que soluciones.
Saludos
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26 de abril
El motivo por de por qué es necesaria una nueva Constitución se establece durante el debido proceso constituyente donde lxd ciudadanxs ponemos sobre la mesa el país en el que se quiere vivir, es decir los valores que queremos sean explícitados, las características del sistema económico y de como regularemos nuestra convivencia, Sin dicho proceso es obvio que cualquier minoría fáctica puede apropiarse de la Carta Magna.
La participación real del pueblo, la supervisión y las cautelares que se haga de la AC nos podrán asegurar que la letra se haga carne.
Entender que la representacion siempre debe estar bajo el mandato del pueblo.
Pasar de una democracia representativa a una democracia participativa es la cuestión.
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