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La agonía de la derecha chilena: La urgente necesidad de una oposición

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Se hace urgente, entonces, una línea opositora diligente y estratégica para fiscalizar los intereses de una coalición gobernante que -asumida su predominancia- podría encontrar espacio para el abuso de cuotismo

Entendemos que cualquier sistema democrático necesita una línea opositora fundamentada y activa. Un grupo de actores políticos que, más que restringir u obstaculizar las iniciativas gubernamentales, las haga revisar, les ponga una pausa, las extienda o limite para que no solo beneficien al oficialismo de turno. Estamos claros. Esto sería el ideal en un proceso de toma de decisiones: coaliciones de izquierda, centro y derecha, intercambiando opiniones y sugerencias para formar leyes que beneficien al máximo de la ciudadanía.

Pero entendemos rápidamente que esta idea se escapa a la realidad cotidiana (y que incluso toma sentido desde un tono paródico, hiperbólico). Y que basta escuchar declaraciones de los parlamentarios más mediáticos del momento para aterrizarnos y entender que esas “legítimas diferencias” terminan montando un espectáculo a ratos vergonzoso; y en el caso específico de la derecha actual, acaso el show más lamentable y degradante que se tenga recuerdo.

Desde la intrigante bajada de Golborne como precandidato y sus repercusiones inmediatas -el resentimiento de Allamand, la indisponibilidad de Longueira, las intervenciones bufonescas y repetitivas de Carlos Larraín-, se hace explícito un quiebre en el corazón y el estómago de una coalición que, más allá de sus ambiciones económicas individuales y matices valóricos, parecía sentirse cómoda y empoderada en los primeros años de Piñera. Naturalmente.

Pero cayó la noche. Y con ella, la vuelta de Bachelet de Nueva York. Y con esto nos sentamos a ver -entre otros realities televisivos- las luchas internas que se hicieron públicas: la aparición de ese peligroso y popular outsider que es Ossandón (el enemigo en la misma casa); la desafiliación de parlamentarios simbólicos de RN; la desvergonzada campaña adelantada de Piñera para volver el 2017. Y todas estas coyunturas alcanzaron, por un momento, a despertar el impulso de una renovación; y hasta se alcanzó a pensar que el papelón de Evelyn Mathei ante Bachelet podían enterrar para siempre esas líneas de flotación derechistas que ya resonaban vetustas e inefectivas: la moralidad católica, las escasas regulaciones en el mercado, el fantasma sombrío y nunca extinto del pinochetismo.

Pero nadie supo ventilar la casa. Ni Evopoli ni Amplitud pudieron repartir máscaras de oxígeno y, por el contrario, los escándalos de Penta y los vistos buenos a la reformas más simbólicas del bacheletismo, no solo adormecieron más a la derecha, sino agudizaron su hundimiento sin libretos efectivos; sin un relato unificado que, al menos, defendiera la validez y utilidad de sus escaños. Y lo cierto es que, en esta situación terminal, nadie pareció atender al paciente, sino desenchufar una y otra vez el ventilador mecánico con los peores enfermeros que recuerde la política chilena reciente: ese inexplicable protagonismo de Gustavo Hasbún y José Manuel Edwards.

Y es que a pesar de su juventud, ambos parecen esmerarse en representar la amalgama de conductas de la clase política más añeja y personalista. En el caso de Hasbún (ocupando la misma mesa de conferencias desde donde alguna vez brillara Pablo Longueira: ese negociador por excelencia, ese estadista admirado y recurrido por el presidente Lagos), el ex alcalde de Estación Central ha desempeñado el papel más ridículo que se tenga memoria convirtiéndose en el sherif de la teoría del empate: una burda parodia de un Sherlock Holmes (de un Santiago Torrente, a estas alturas), que busca los mínimos artilugios para develar y exagerar las yayas de la Nueva Mayoría, ocupando, muchas veces, esos 140 caracteres de twitter que mal utilizados solo provocan aversión, lástima y vergüenza. Y asimismo, donde se esperan nuevos aires y liderazgos, aparece también, la figura de José Manuel Edwards: si bien más moderado que Hasbún, un personaje público lleno de figuraciones erráticas y egocéntricas. Como otro sheriff de las debilidades del oficialismo, la ambición de Edwards se estrelló en la pared al dirigir su interpelación a Peñailillo en julio del 2014 respecto de la aplicación de la ley antiterrorista. Su grandilocuencia, su opaca teatralidad y su empecinamiento en la línea de acusación, no consiguieron vengar la burda destitución de Harald Beyer el 2013; pero sí -paradójicamente- posicionar a Peñailillo en la carrera del 2017.

Se hace urgente, entonces, una línea opositora diligente y estratégica para fiscalizar los intereses de una coalición gobernante que -asumida su predominancia- podría encontrar espacio para el abuso de cuotismo, el pago de favores, el tráfico de influencias, el kirchnerismo de Dávalos y Compagnon y, sobre todo, la aprobación de proyectos sin discusiones ni observaciones profundas, pertinentes.

Consideremos, a propósito, ese ímpetu bacheletista de cumplir las promesas de campaña antes de los “100 días”: ¿no es aquí dónde se necesita una oposición alineada para observar, alertar y corregir incisos? Porque muchas veces, un manuscrito se ha leído y releído tantas veces por sus autores, que ninguno es capaz de advertir faltas de tildes o palabras incompletas. Porque mucho antes de los vicios del dogma, lo que debiera prevalecer en un sistema es la consecución de políticas estudiadas, corregidas y, por supuesto, debidamente atornilladas.

TAGS: #Derecha Gustavo Hasbún José Manuel Edwards

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01 de marzo

Interesante su artículo aunque creo que para una persona que se supone tiene la preparación suya y su evidente conocimiento del quehacer politico nacional, el contenido parece algo muy banal, generalizado y simplista, casi infantil. ¿A que le llama “la derecha”? ¿A la dirigencia de turno principalmente de uno de los partidos? ¿Porque dice que falta el intercambio de opiniones y sugerencias para formar leyes que beneficien al máximo de la ciudadanía? Si Ud. ha estado en las instancias especificas para eso como sesiones del congreso y de los comités de para cada tema, ¿porque no explica en que momento en alguna de ellas se faltó claramente a ese propósito? Las cosas se pueden corregir cuando se denuncian en forma clara y especifica.

El articulo se empeña en calificar las actuaciones cuestionables de fulano y sutano, todos dirigentes de la derecha, que por lo demás todos sabemos que desde el otro lado no cuesta nada bajar a esa altura y responder con un relato igual de infantil porque son situaciones comunes y similares en ambas las coaliciones y lo serian en cualquier dirigencia de poder político.

Por ejemplo yo soy de derecha, lo de la salida de Golborne y el resto de anécdotas por rencillas de poder me da lo mismo, pero por supuesto que con lo de Penta veo una disonancia entre lo que algunos políticos dicen defender con lo que hacen. Esos frescos deben salir de la arena porque ni siquiera merecen comentario. Pero eso no cambia en nada mis convicciones, al rexes, en este casode hecho revindica mi pinochetismo absolutamente. Y además muchos vemos que a la derecha le va cada vez peór en la medida que se desentiende de la figura y obra de quien solo y contra el mundo construyó un pais formidable desde las cenizas.

Quiero pedirles a los profesionales del humanismo que hagan artículos que honren sus estudios porque sinceramente cada vez estoy mas asombrado con artículos simples, odiosos e intrascendentes de quienes dicen ser profesionales de las humanidades. Son tan pencas esas carreras o uds. no son lo que dicen ser ?

Saludos

01 de marzo

Señor José Luis Silva Larraín:
Respeto y entiendo sus discrepancias; y considero que realiza algunas observaciones válidas y pertinentes respecto al contenido del texto. Del mismo modo, creo que usted tiene todo el derecho a ser pinochetista y defender empecinadamente su legado aun cuando esto sea indiscutiblemente impopular por estos días: la construcción de este «país formidabe» desde las cenizas» como usted mismo ha considerado.
Eso sí, me veo en la obligación de aclararle algo que tal vez entendió mal de acuerdo a mi preparación académica: Yo nunca he estado en instancias específicas ni en sesiones del congreso.
En el plano de la política, la verdad es que sólo me dedico a estudiar, leer la prensa, e intentar analizar por escrito mis apreciaciones y, por consiguiente, no considero ni por un minuto tener la verdad ni la información total porque carezco de información secreta o privilegiada.
Que tenga un buen día.

04 de marzo

Agradesco la respuesta. Ud. ha respondido muy caballerosamente mi hostil comentario por el cual le pido disculpas.

Saludos

01 de marzo

Al igual que Silva Larraín también me parece simplista la columna, pero desde la otra vereda. ¿Por qué siempre se espera que, por ejemplo, si hay un gobierno de centro izquierda exista una oposición bien organizada desde centro derecha o derecha? ¿Por qué no se nombra la ineficiencia de los medios de cubrir la existencia de otra oposición, la cual a pesar de ser minoritaria tiene representación y presenta toda una manera diferente de medir cómo se hacen bien las cosas?
Y con esta segunda pregunta soy bien explícito: la izquierda dura – no meramente los centro izquierdoides en el poder actual – contiene en sí movimientos muy influyentes en niveles estudiantiles, como por ejemplo el FEL o la Izquierda Autónoma. Boric, actualmente diputado, está asociado a la autónoma y no se habla ni de cerca en este artículo de una oposición que pueda salirse de los cánones del bipartidismo «pseudoizquierda» vs «derecha». Se está subentendiendo que no pueden haber tres o más grupos bien establecidos que luchen entre sí.
Lamentable punto de vista el suyo señor Campusano.

01 de marzo

Señor Luis González:
Lamentablemente, los autores contamos con sólo 3.000 caracteres para, en este caso, desgranar todos los significados posible del concepto de oposición (que como usted señala: no se limitan a un bipartidismo). Según entiendo de sus palabras, no se toma en cuenta a la oposición de izquierda (respecto a un gobierno de centroizquierda o centroderecha según sus intenciones o banderas) como una fuerza considerable y opacado por los mismos medios oficialistas: lo entiendo y, si me permite, adhiero a esa idea manifiesta en los discursos de Boric o Mirosevic…
Eso sí, lamento, por otro lado, que usted entienda que el texto insinúe que «no pueden haber tres o más grupos bien establecidos que luchen entre sí»: la verdad es que personalmente no lo entiendo de este modo. Y, simplemente, la intención de la columna era recalcar cómo este eje bipartidsta, en vez de legislar y pulir al máximo sus proyectos, se dedican a jugar al empate y planificar las venganzas. Por esto, comparto que para este clima político sería urgente y necesario el espacio para oposiciones hábiles y constructivas (por supuesto: oposiciones incluso dentro de las misma coaliciones). Y que ojalá pueda avanzarse en esto durante el año, cuando esos votos independientes tengan la capacidad de definir o seguir perfeccionando las legislaciones.
Que tenga un buen día.

04 de marzo

No voy a entrar en polémicas….. pero los dos de esa foto me cargan!!!

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