El 2020 fue un año golpeado por la pandemia más agresiva de los últimos 100 años. Un año marcado por el sufrimiento de muchos de nuestros familiares, amigos, cercanos y conocidos que de alguna manera debieron enfrentar una situación socioeconómica y sanitaria que ninguno de nosotros había experimentado antes. Este suceso no solamente marca el comienzo de la nueva década, sino que sienta el inicio de los costos políticos actuales que nuestra generación tendrá que asumir en el futuro. Las consecuencias sociopolíticas de la crisis sanitaria y la resaltante desigualdad de clases en Chile serán el gran desafío que las y los jóvenes tendremos que enfrentar con toda la energía posible en todos los espacios. Colegios, universidades, oficinas, industrias, y principalmente en las calles serán los escenarios donde nuestra generación tendrá que asumir liderazgos de concientización y debate de ideas.
Hay un malestar actual entre las y los jóvenes que observan un futuro sin oportunidades, no solo por el contexto sanitario mundial que estamos viviendo, sino también por las políticas públicas que han amplificado la inseguridad laboral y educacional desde incluso antes de la revolución constitucional de 2019, reflejado en un gran cuestionamiento a la elite que concentra y decide la situación económica nacional desde el punto de vista abusivo. Existen múltiples elementos que inducen a una insatisfacción generalizada en nuestra generación, tales como la diferencia laboral entre hombres y mujeres, siendo este un punto importantísimo en los masivos movimientos feministas, así como la violencia contra los pueblos originarios, como la difundida recientemente en la Región de la Araucanía contra menores de edad, algo que nuestra generación ya no puede seguir tolerando.Somos nosotros los que hacemos la historia en las calles incansablemente, sin parar de marchar, unidos, pues es un hecho que los últimos 20 años han sido dinámicos de la mano de nuestra protesta, y haciendo una comparación con la pandemia actual, este año 2020 tuvimos una juventud dormida.
Programas que mejoren los empleos mal pagados, medidas que mejoren y refinen nuestra educación desde el punto de vista profesional y social. El cuidado ecológico y medioambiental que nos quedará a nosotros como generación junto a las futuras, y principalmente, que tanto los poderes fácticos de una nación, como los partidos políticos, le den espacio a nuestra voz en la toma de decisiones. De la mano con este tema, es tremendamente triste ver como las disputas políticas se han sobrepuesto a la necesidad sociopolítica de Chile. La oposición atrincherada en su espacio tendrá una rotunda derrota contra el oficialismo en los próximos procesos políticos de nuestro país, y eso lo sentiremos, y lo haremos sentir una vez más desde el más profundo malestar, enseñándole a la oposición como se hace la unidad, entre todos los jóvenes por un objetivo en común. No tuvimos la ayuda necesaria en su momento, y por ello será tiempo para hacerlo por nosotros mismos. Somos nosotros los que hacemos la historia en las calles incansablemente, sin parar de marchar, unidos, pues es un hecho que los últimos 20 años han sido dinámicos de la mano de nuestra protesta, y haciendo una comparación con la pandemia actual, este año 2020 tuvimos una juventud dormida.
El llamado es a no bajar los brazos, pero tampoco descuidarse sanitariamente. A respetar nuestra salud y la del resto, pero tampoco a dejarse pisotear por nadie. Con carácter y con convicción, nos revelamos en octubre de 2019 ante las constantes provocaciones de políticos burlescos que hicieron despertar a nuestra enérgica generación. Esta década no será la excepción, porque la historia es recursiva y la energía se transforma.
Comentarios
01 de febrero
Gracias Jorge por tu columna. Entrega, a pesar de todo, confianza en el futuro. Es alentador ver a la juventud liderar los cambios. Sin embargo, pienso que debe afinar al maximo el análisis político para identificar los poderes que se niegan a aceptar una sociedad más solidaria. Tampoco hay que generalizar en el juicio a las/los políticas/os y a la político en general. Sin política no hay democracia. Y ya sabemos lo que eso significa. Hay que otorgar un espacio a los matices en el analisis político.
Un saludo y gracias de nuevo por tu columna. Otorga una esperanza razonable para Chile.
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