El llamado ciudadano es a tener una mirada crítica sobre lo que nos dicen que escudriñan. Porque extendiendo los alcances del conocido refrán, en el grupo de los que han sido puestos bajo el foco de la rectitud, la coherencia programática y la neutralidad de grupos de poder “no están todos los que son sino los que algunos, por sus particulares intereses, quieren que estén”.
A medida que pasan los días de este verano de 2014 sigue en aumento el número de autoridades designadas que sucumben bajo el cuestionamiento mediático, ciudadano y político.
Primero fue la abortada asunción de quien sería la subsecretaria de Educación, Claudia Peirano, por declaraciones previas –junto a tecnopolíticos y empresarios del área como José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin, Patricia Matte y Harald Beyer- contra la gratuidad universitaria, aduciendo que tal planteamiento afectaría los recursos a destinar a los niveles educativos inferiores, en su opinión prioritarios. Visión, por cierto, contrapuesta al actual programa de gobierno de Michelle Bachelet. Lo de los eventuales conflictos de interés por los negocios en educación de su ex marido y por su propio rol como consultora educacional de establecimientos particulares subvencionados solo fueron lastres que aceleraron su caída.
Luego vinieron las dudas sobre el futuro subsecretario de Bienes Nacionales, Miguel Moreno, formalizado en 2011 por “ofensas al pudor” producto de “tocaciones” a una mujer en el metro de Santiago y el de Agricultura, Hugo Lara, querellado en varias causas por estafa y apropiación indebida. Posteriormente se ha comentado la situación de los nominados intendentes de Tarapacá Mitchel Cartes (cuestionado por posibles faltas a la probidad durante su gestión como funcionario de Obras Públicas), Atacama Miguel Vargas y Magallanes Jorge Flies, por ser estos dos últimos directivos de confianza del actual gobierno en sus respectivas regiones; el primero como director del Sernac y el segundo como director del Servicio de Salud.
Y en los últimos días La Tercera reveló la situación de deudores del Fondo Solidario de Crédito Universitario de las futuras ministras Claudia Barattini (Cultura) y Fernanda Villegas (Desarrollo Social), y de los intendentes Hugo Veloso (Maule), Valentín Volta (Antofagasta) y Vargas de Atacama
Tal es el cuadro que nos ha pintado la prensa en las últimas semanas.
Sin embargo, se precisa ser muy ingenuo para creer que la difusión de estos nombres y sus posibles o supuestos conflictos radica en el solo hecho de tener un pasado que podría complicar sus futuras funciones. Tal presunción contradice la propia esencia de la política, anclada en gran medida en percepciones. En imágenes instaladas en el colectivo que se van creando (junto a otras que se van omitiendo) no por arte de magia sino, muchas veces, por los intereses que hay detrás de sus impulsores. Legítimos, por cierto, pero intereses al fin y al cabo.
Y en este juego de interpretaciones, los medios de comunicación con sus propias agendas hacen muy bien su trabajo. Porque aún recuerdo a varios vespertinos hoy devenidos en meticulosos investigadores obviar los conflictos de quienes designara el gobierno de Sebastián Piñera. E incluso defendiéndoles ante ataques “injustos e infundados”. El quid no es la irrelevancia de escrutar a quienes tendrán responsabilidades en lo público, que en concreto afectará las vidas de muchos y que es lo que desde siempre hemos exigido desde la ciudadanía, el problema es que la atención personalizada que se realiza con algunos tiene más relación con juegos de poder e intereses que con el sano interés colectivo de mayor transparencia.
Un caso concreto y vigente es el de Máximo Pacheco Matte. Por las redes sociales se ha difundido profusamente el parentesco del futuro ministro de Energía con el grupo dueño de Colbún (y socio de Endesa en HidroAysén). Sin embargo los medios de comunicación que las han emprendido contra otras autoridades han hecho mutis por el foro, con honrosas excepciones como El Mostrador, El Dínamo y radio Bío Bío. No han entregado antecedente alguno que permita dilucidar las dudas que su designación ha generado. Datos no menores, a la luz del síndrome pro transparencia y probidad en la designación de las autoridades que ha afectado a La Tercera, El Mercurio y La Segunda.
Lo primero es aclarar que según la Ley de Bases Generales de la Administración del Estado el futuro ministro de Energía no tiene conflicto de interés por parentesco ante cualquier decisión que adopte y afecte al grupo Matte. Con los actuales controladores del acaudalado clan (los Matte Larraín) comparte los tatarabuelos Esteban Matte Messía y Rosario Pérez Vargas, lo cual los convierte de primos en tercer grado. La norma señala que “contravienen especialmente el principio de la probidad administrativa” situaciones como “intervenir, en razón de las funciones, en asuntos en que se tenga interés personal o en que lo tengan el cónyuge, hijos, adoptados o parientes hasta el tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad inclusive”. Y los primos de ningún tipo entran en tal inhabilidad, menos aún los de tercer grado como en este caso. Sin embargo, con una interpretación amplia podría aplicarse la causal de abstenerse de “participar en decisiones en que exista cualquier circunstancia que le reste imparcialidad”. Mal que mal, entre ellos hay amistad, al igual que con el empresario minero Andrónico Luksic, sector íntimamente ligado con la gestión energética.
Pero más allá del articulado, esta discusión no es legal sino eminentemente política. Donde la correlación de fuerzas y los argumentos son importantes, al igual que los énfasis que imprimen algunos medios de comunicación y cuyo diligente escrutinio no ha alcanzado al muy conectado ejecutivo empresarial, designado por Michelle Bachelet quizás para dar una señal a ese poderoso mundo. Son los efectos de ese gesto los que hay que mantener a raya y una forma de hacerlo es con transparencia.
El llamado ciudadano es a tener una mirada crítica sobre lo que nos dicen que escudriñan. Porque extendiendo los alcances del conocido refrán, en el grupo de los que han sido puestos bajo el foco de la rectitud, la coherencia programática y la neutralidad de grupos de poder “no están todos los que son sino los que algunos, por sus particulares intereses, quieren que estén”.
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Comentarios
12 de febrero
Si este tipo de situaciones hubiera sido en el gobierno de Piñera y/o otro de derecha, ¿el columnista sería tan condescendiente como se lee?
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